"Nosferatu": terror gótico para disfrutar en vacaciones
Se trata de la versión de Robert Eggers, fiel al guion de Henrik Galeen de 1922.
Hace casi 103 años, el director alemán F. W. Murnau estrenaba Nosferatu: Una sinfonía del horror, la primera adaptación cinematográfica de Drácula de Bram Stoker, aunque sin obtener los derechos legales de la obra.
Esta omisión llevó al film a ser objeto de una persecución judicial que casi resulta en la destrucción de todas las copias. Afortunadamente, algunas sobrevivieron, permitiendo que la obra de Murnau se convirtiera en un pilar de la historia del cine y precursor del cine de terror, que alcanzaría su apogeo una década después con la versión de Drácula de los estudios Universal.
En 1979, Werner Herzog rindió homenaje al clásico con una versión que respetaba la esencia del original. Ahora, en 2024, Robert Eggers, director reconocido por su fascinación por el cine de época y el terror, toma el relevo con una nueva interpretación de Nosferatu. Este remake combina la fidelidad al guion original de Henrik Galeen de 1922 con elementos adicionales tomados de la novela de Stoker, ofreciendo una mirada contemporánea a la inmortal historia del vampiro.
Una historia clásica con un giro renovado
Ambientada en 1838, la película sigue a Thomas Hutter (Nicholas Hoult), un empleado de bienes raíces enviado a Rumanía para cerrar un trato con el misterioso Conde Orlok (Bill Skarsgård). Mientras Hutter viaja, su esposa Ellen (Lily-Rose Depp) comienza a experimentar episodios de sonambulismo y pesadillas que presagian la llegada del vampiro.
Orlok, encarnado por un Skarsgård transformado en un ser de apariencia inquietante pero no abiertamente repulsiva, trae consigo peste, ratas y una ominosa presencia que envuelve a la ciudad. Eggers profundiza en la relación entre Ellen y Orlok, explorando un vínculo cargado de tensiones románticas y carnales que trascienden las convenciones del cine de terror clásico.
Estilo y visión autoral
Visualmente, Eggers homenajea al expresionismo alemán, con claroscuros que evocan las pinturas de principios del siglo XX. Las actuaciones, lideradas por un Willem Dafoe irónicamente autoconsciente como el especialista en lo oculto Albin Eberhart von Franz, se alejan del naturalismo para sumergirse en un registro teatral y estilizado. Dafoe, colaborador habitual de Eggers, ya había interpretado al actor Max Schreck en La sombra del vampiro, una recreación ficticia del rodaje del Nosferatu original.
La versión de Eggers se diferencia de los Dráculas más "fálicos" de Bela Lugosi, Christopher Lee o Gary Oldman. Aquí, el vampiro es menos un depredador sexual y más una figura que encarna deseos reprimidos y ansiedades humanas. La seducción entre Ellen y Orlok desafía la lógica de la estaca como solución al mal, una lección que Eggers toma del original y mantiene hasta el plano final, detalló Página 12.
El legado inmortal de Nosferatu
El cineasta logra que esta versión de Nosferatu sea tanto un homenaje como una renovación, manteniéndose fiel al espíritu de la obra mientras aporta su visión única. Eggers demuestra una vez más por qué es uno de los directores más ambiciosos del cine de terror autoral, revitalizando un mito que, como el propio vampiro, parece condenado a nunca morir.
Fuente: Página 12