El amor después de los 30 para algunos es casi imposible, primero vienen las etiquetas que tildan sobre la eternidad de la soledad o la imposibilidad de mantener una relación. Esos tópicos son los que aborda Daniela Rosset en su tercer libro 'Todas nuestras horas', ambientada en su tierra natal, Córdoba. Sobre la creación de su libro, lanzado por El Emporio, habló en exclusiva con Diario 13. 

Todas nuestras horas es una novela que interpela en muchos sentidos. La historia base está protagonizada por Lautaro y Ainara, quienes se encuentran tras afrontar vivencias muy duras. El amor no está de su lado, pero es algo que anhelan. Sus amigos y familiares son condimentos importantes en sus historias, pero sobre todo los marca lo que no pudo ser. Su encuentro trae luz, pero a la vez está envuelto en una mentira que hace replantearse la realidad de lo que poseen. 

¿Cómo se te ocurrió una historia que representa el amor, tras la desolación post 30?

Yo soy parte de esa generación post 30, si te fijas en la dedicatoria es parte para todo aquella generación especialmente a dos personas qué son mis amigos que nos quedamos solos en algún momento. La historia nació cuando nos encontramos como los únicos locos malos que habíamos quedado solos y conformamos un trío de amigos, nos apoyamos mucho y seguimos siendo amigos en la actualidad. Yo estaba buscando una historia para contar, en intentos aislados buscaba la idea de un amor real, tangibles y concreto, pero no sé me ocurría nada. Una noche que me junté con mis amigos y nos acordamos de esas épocas vividas y al otro día me desperté con la idea y fue me pareció interesante poder encontrar una historia de personajes arriba de los 30 porque en muchas historias las protagonistas son protagonistas jóvenes y se pondera mucho la juventud como valor. 


Confluiste el amor, pero también hay intriga por saber como sucedió todo, ¿te fue difícil?

Manejar la intriga era un elemento que tenía que ir por la época  en que se generaba mucho secretismo. Me costó, pero sabía que tenía que hacerlo. Además, lo fui descubriendo junto con los personajes a muchas de las cosas que están planteadas, porque yo tampoco la sabía cuando comencé a la novela. Nunca supe desde el inicio sí Lautaro iba a volver a rehacer su vida, si iba a volver a ejercer la ontología, tampoco sabía muy bien Los motivos del accidente. A medida que fui avanzando en la historia me di cuenta ese amor entre Jiménez y Lautaro eran muy idealizados y que esa idealización tenía que tener un choque con la realidad muy fuerte. 


Abordas cierta violencia psicológica familia, a pesar de que hay mucho cariño en los Lara, ¿Son cuestionamientos que buscas que el lector se haga?

La violencia psicológica de las Lara, está en qué quieren digitar la vida en su intento de amor. La verdad es que lo tome a una amiga qué tienes todas las mentiras blancas y lo exagere mucho. 
A mi juicio el escritor tiene que tener una muy buena capacidad de observación, yo escucho mucho a mis amigas que van contando historias y a todas las personas que cuentan historias de su familia. En esta observación veo que qué cuesta mucho el respetar las ideas o las decisiones del otro. En qué familia está la presión de decir que conviene o que no. Pero lo que quería interpelar al lector y hacerlos dar cuenta de cómo influyen las etiquetas que se ponen,  además quería  dar un vistazo del lado de la familia de Ainara que no responde al estereotipo familiar


¿Con qué personajes te sentís más identificada?

Cuando nació la idea de la novela en realidad era una novela coral, que tenía 6 protagonistas. La galería completa de Airana Lautaro  que se quedaron como los protagonistas y después estaba Jimena, Franco,  Adriel y Coty.  Casos en que debían reconstruir la vida a partir de algo que lo había sucedido.

De hecho, la novela original comenzaba con seis llamados telefónicos que se reciben y que terminan con el mundo de cada uno de ellos. Después tuve que sacarlo porque era una historia muy larga.  De mí hay algo en cada personaje femenino.  Le puse algo de mí ellas tres. En Ainara está todo esto de sufrir la soledad, de Coty que lucha contra los kilos y  su carácter. En tanto de Jimena su amor por la música y su amor por Cosquín. Por otro lado, el personaje que me parece más simpático y encantador de la historia es el Franco. Aunque Lautaro es adorable, me desquicio por todas las vueltas que daba. 

Las segundas oportunidades están explícitas sobre todo en el volver a amar, ¿qué hay de tu experiencia en ello?

El tema de las segundas oportunidades si la creo porque mi experiencia es de segundas, terceras, cuartas y quintas oportunidades. Yo conocí a mi marido cuando estaba por cumplir los 35 años, así que había pasado por el puente y había sufrido mucho, me habían roto el corazón yo también había roto algunos corazones, porque así es el amor cuando no se conjugan con el otro. 

El tema de la segunda oportunidad es algo que también está presente en las otras dos novelas que hice porque algo que mueve mucho mi escritura es revelar contra los estereotipos de lo que se cuenta. Literariamente, está muy sobreestimado el primer amor. 

La narrativa es muy interesante, ¿comenzaste con esa idea, o como planificaste el hilo narrativo?

El hilo narrativo originalmente eran ir contando de manera cronológica las distintas historias debido a lo que iba a ser esta novela coral. Y entonces cuando yo saco al resto de las historias y los colocó en un personaje secundario aposté a romper la línea temporal porque si no se hacía muy aburrido. Es decir, me iba a  resultar aburrido escribirlo y empecé a jugar con el tiempo. Me interesó mucho esto de poder plantear una actualidad en la que esta pareja ya están juntos, pero  que no es todo color de rosas y que hay crisis. Entonces, es así como me gusta jugar con la parte narrativa y poder tener más de una versión.