Hacia 1840 el prócer sanjuanino tuvo una serie de malos días a causa de una acusación que pesó en su contra. Domingo Faustino Sarmiento era por aquel entonces director de la escuela Pensionado de Santa Rosa de América, con el agregado de que el mismo la había fundado y que era su primera vez en llegar a ese cargo. Un acto de indisciplina de dos hermanas alumnas de apellido Maurín Oro fue castigado por el directivo de manera severa y a las niñas esto poco les gustó.

Las pequeñas le contaron a su madre que el autor de Facundo las había retado en el aula frente a todos sus compañeros, las había maltratado verbalmente y para colmo las había invitado a pelear a la salida de la escuela. Esta historia indignó a Petrogrida Oro de Maurín, pariente de Fray Justo Santa María de Oro.

La mujer con toda su indignación lo comentó no solo en la cuadra, sino que también en los alrededores. Hay que tener en cuenta que para esa época Sarmiento de 29 años era una naciente figura pública y su imagen era por demás positiva, algo que empezaría a cambiar con el paso de los años.

Todo lo que se hablaba de aquel episodio, que las niñas Maurín Oro aseguraban haber sufrido, se esparció muy rápido por la ciudad. Esto obligó al joven Domingo Faustino a acercarse a la casa de las pequeñas y hablar con el padre. En conversación le expuso al dueño de casa, lo que su esposa estaba diciendo de el, y lo mal que estaba quedando con lo que para el eran calumnias, puesto que en ningún momento las había tratado de tal forma.

El padre de las chicas Maurín Oro llamó a una de ellas y le pidió en frente del fastidiado futuro prócer sanjuanino, que diera veracidad a su versión o la desmintiera y disculpara. La joven no hizo más que pedir perdón al director, y negó la versión contada a su madre, pero Sarmiento no dejó pasar lo que había ocurrido. Con la furia dentro de sí (algo habitual por su carácter fuerte), le aseguró al dueño de casa que su esposa iba a pagar por lo que había hecho y que el marco sería en un juicio, por lo que la denunció.

En el juicio, Petronida lejos de desdecirse de la versión que indicaba maltrato escolar, la afirmó, pero esta vez con más fuerza porque estaba ante la justicia. Sarmiento se enfureció aún más, y aprovechando su enojo, la mujer saca a la luz una carta de prodigioso Domingo que estaba dirigida a Juan Manuel de Rosas. En la misiva hablaba mal del por entonces gobernador Benavidez, de la gente de San Juan y se jactaba de haberse relacionado afectivamente con una joven que hacía poco había mantenido matrimonio con un santiagueño de apellido Frías.

Por su puesto todas estas revelaciones generaron un escándalo, aunque el juicio no avanzó, por lo que no hubo condena alguna. Lo que si hubo fue una condena social a Sarmiento, puesto que la madre de las niñas a las que había retado y habían generado todo, le mostró la carta al gobernador, a mucha gente importante de la provincia, y al esposo de la amante del futuro prócer.

La única reacción del único presidente sanjuanino que tuvo el país, fue la de un fuerte enojo. A viva voz terminó gritando en aquel juicio que lo estaban difamando, que era una campaña en su contra para bajarlo del lugar que había alcanzado en la vida pública.