El profe que combina su amor por la literatura entre la docencia y la escritura
Se trata de Mario, quien creó un seudónimo para poder crear libremente y llevar a otro nivel su escritura.
Que en San Juan hay talento, eso no se discute. Por ello es que desde Diario 13 nos propusimos conocer algunos escritores sublimes en su género. Uno de los casos es de Mario, un profesor que en sus tiempos libres es escritor, pero lo firma bajo un seudónimo para poder tener más libertar en la creación.
En cuanto a Un golpe de calor, libro que escribió bajo Editorial Abdulah cuenta con seis relatos que parten del caos y oscilan en el abismo como cualquier mundo que se precie de ser genuinamente humano. En ellos hay variedad y refleja la agonía y la locura de los protagonistas. Con su nombre de pila como estandarte y cambiando su apellido a Anselmi, Mario crea un nuevo mundo donde puede llevar a cabo sus pasiones en la literatura. Claro, sin dejar de lado su amor por la docencia, donde transmite sus nociones.
Conocé los secretos literarios de Mario:
¿Hace cuánto escribís? ¿Qué te impulsó a escribir?
Es difícil saberlo. Me recuerdo, por ejemplo, escribiendo ocasionalmente a los diez u once años —incluso antes— en una máquina de escribir antigua que no sé bien qué hacía en mi casa. Recuerdo que escribía por el solo placer de ver las letras en la máquina y que lo hacía en verso (poesía). Como esta hubo muchas experiencias anteriores: prácticas de escritura en la escuela por ejemplo, aunque siempre eran ocasionales y aisladas. En realidad, la cosa comenzó “oficialmente” a los catorce años, un día que había que llevar algo para leer a la escuela y yo escribí mi propio poema sin confesar —en un principio al menos— que era mío, a partir de entonces no ha pasado un solo día que no piense en mi escritura.
Un tiempo antes de aquel poema, había empezado a sentir la tiranía de los primeros enamoramientos y recuerdo que la música o un recuerdo muy vívido, me ponían en un estado de éxtasis que me costaba expresar, era una sensación física, tal vez una pequeña falta de aire. La escritura fue un descubrimiento tan natural en mí como puede ser el de la sexualidad en cualquier persona. Siento que estaba en mí y que más tarde o más temprano lo habría descubierto. Es posible que sea así en todos los seres humanos, que la necesidad de la poesía (de la literatura en general, de sentir, de crear) esté en nosotros y solamente haga falta algo que la despierte (sí, exactamente igual que las enfermedades congénitas). En mi caso lo que la despertó fueron esos primeros enamoramientos, aunque más bien debería decir que fue la adolescencia en general. Tengo una sensibilidad exacerbada que en esa etapa debe haberse agudizado aún más. Este tipo de sensibilidad, en un mundo que fomenta y premia la indiferencia y la indolencia, es una carga muy pesada en la vida cotidiana. Sin embargo, literariamente hablando (y en muchas otras actividades por supuesto), si se aprende a dosificarla y manejarla es un arma valiosísima.
¿Por qué lo haces bajo un pseudónimo?
Porque necesito libertad para crear. Y aunque parezca que la libertad es el paladín de esta época, lo cierto es que no es así. La libertad es un privilegio exclusivo de aquellos que tienen el monopolio los medios de comunicación y de los algoritmos informáticos. Ellos son los que señalan a los demás los límites de su libertad en base a bombardeos informativos y sutiles sugerencias.
Otro motivo para usarlo tiene que ver con que la mayoría de las personas tienden a identificar la obra de un escritor con el escritor mismo, o hasta con sus personajes. No es que me moleste, incluso me da un poco de gracia, pero podría llevar a unos malentendidos que no tengo ganas ni tiempo de aclarar y que, por cierto, no necesitan aclaración: la literatura es eso, literatura.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Es una especie de epifanía (creo que tiene que ver con lo que dijo Platón de que “aprender es recordar”). El que escribe está en alerta permanente y con el paso del tiempo ya ni siquiera se da cuenta de que lo está. Decir que escribir es un oficio de tiempo completo es hasta un eufemismo. Es un oficio esclavo en realidad, ajeno a cualquier regulación laboral (y eso incluye por supuesto la remuneración). A veces incluso cuando dormimos soñamos que escribimos e intentamos inútilmente retener los textos que nuestro inconsciente formula. Cientos de veces me ha pasado soñar el relato perfecto y luego olvidarlo al despertar.
He hablado del proceso creativo, que es solo una parte del proceso de escritura. El proceso de escritura me requiere de muchísimo trabajo, tiempo y una dedicación casi exclusiva (o lo más exclusiva posible según las circunstancias). A un relato, por ejemplo, lo dejo reposar durante ciertos periodos y en otros trabajo exhaustivamente en él (hasta cuatro o cinco horas por día). El último libro (que tiene unas cuarenta páginas) me tomó aproximadamente seis años, y eso que las primeras versiones tal vez las escribí en media hora o cuarenta minutos a lo sumo. Tardé al menos dos años en pulir cada relato, y en algunos casos fueron hasta cuatro o cinco.
¿Podés contarnos sobre el libro?
Parodiando el final de “Emma Zunz” de Borges, diría que las historias el libro “Un golpe de calor” parecen increíbles pero son esencialmente ciertas. Solo son falsas las circunstancias, los nombres de los lugares y, por supuesto, los nombres de las personas. Con respecto al contenido en sí, voy a ceñirme a la sinopsis que Felipe, de Editorial Abdulah, me pidió para la publicación. Y es que creo que una sinopsis es lo máximo que un autor puede decir de su libro, de lo contrario suele volverse peligrosamente invasivo para con el lector (claro que es difícil no caer en la tentación, los libros son como hijos y ya sabemos cómo son los padres).
¿Cuáles son tus objetivos en la literatura?
Mis objetivos son puramente literarios: pulir más y mejor mi escritura para así lograr un estilo más sólido; tener el tiempo y la fuerza suficiente para seguir construyendo mi obra.