Este 12 de febrero la iglesia católica recuerda la memoria de Santa Eulalia, una joven de 13 años que murió como mártir a manos del gobernador de Barcino a finales del siglo III. A pesar de ser poco conocida, la joven es patrona de varias ciudades al ser protagonista de 13 crueles martirios.

La leyenda, de la que se tiene constancia a partir del siglo VII, se remonta a la época romana. Según la tradición cristiana, Eulalia fue una niña, educada en el cristianismo, que vivió en las afueras de la ciudad de Barcino (Hispania), en lo que hoy es Sarriá, a finales del siglo III. Con 13 años, durante el período de persecuciones a los cristianos del emperador Diocleciano (284-305 DC), Eulalia se escapó de su hogar y fue a buscar al gobernador de Barcino para recriminarle las represiones. El gobernador, ante la negativa de la niña a renunciar a la fe cristiana, la condenó a trece martirios, tantos como años tenía.

Según la tradición, como primer tormento fue encarcelada en una prisión oscura, para posteriormente ser azotada. En el ecúleo le fue desgarrada la carne con garfios. Luego fue puesta de pie sobre un brasero ardiendo y le fueron quemados los pechos. Las heridas le fueron fregadas con piedra tosca, para luego arrojarles aceite hirviendo y plomo fundido, además de lanzarla a una fosa de cal viva.

El noveno tormento, uno de los más conocidos popularmente, consistió en ponerla desnuda dentro de un tonel lleno de cristales, clavos y otros objetos punzantes, siendo lanzada por una calle en bajada.

Posteriormente, fue encerrada en un corral lleno de pulgas. Finalmente, fue paseada desnuda por las calles de la ciudad hasta el lugar del suplicio donde fue crucificada en una cruz en forma de aspa. Según la leyenda, durante su crucifixión se produjo una nevada, tapando la pureza de su cuerpo desnudo. También según la tradición popular, al final de su oración de que el Señor la tomara a Su Reino, la gente vio salir de su boca volando hacia el cielo una paloma blanca.