Este 19 de febrero la Iglesia Católica recuerda la muerte de Santa Lucía (Yi Zhenmei), una mujer de China que fue canonizada por el papa Juan Pablo II. Pero la historia de Lucía fue muy particular.

Había nacido en el seno de una familia cristiana, recientemente evangelizada. Era la última de 5 hermanos. Según la costumbre local, desde niña fue prometida en matrimonio, algo a lo que se opuso a medida que crecía dada la devoción por la actividad que llevaban las hermanas misioneras evangelizadora. Por esto, con 14 años, Lucía quiso entrar en un convento pero había un inconveniente: el contrato matrimonial.

La historia relata que Lucía se hizo pasar por loca, algo indeseado en la época, por lo que su prometido quedó libre del pacto matrimonial. Pero esto no terminó ahi. Al poco tiempo cayó enferma y debió volver a su casa paterna, fue entonces cuando fue difamada por el pueblo y hasta por sus mismas hermanas. Años más tarde, con la carga de la vergüenza, Lucía se dedicaría a evangelizar ofreciendo su vida constantemente a Cristo.

Murió cuando comenzó la persecución de los "boxer". Fue arrestada e invitada a renegar de su fe, algo a lo que se negó. Por esto, fue decapitada en la localidad de Kaiyang, provincia de Sicuani. Murió el 19 de febrero de 1862.