Hoy Egipto – Segunda parte
Como recordarás, la semana pasada, estuvimos en Aswan conociendo un poco el sur de Egipto. Pero debemos seguir viaje hacia Luxor, para conocer un poco más del país y su fascinante historia que nos hizo visitarlo. Te cuento como nos fue.
Dejamos Aswan y teníamos programado tomar un tren que nos llevaría hasta Luxor y según lo teníamos planeado y serian unas 3 horas de viaje, llegando por la noche. Así que nos fijamos en el mapa de la estación, contamos las paradas que debíamos hacer, subimos el equipaje y nos sentamos a disfrutar del viaje. Debíamos estar atentos a toda nueva estación donde parara hasta llegar a destino.
En el vagón solo viajábamos 4 personas.
Al rato de circular, el tren se detiene en una estación y suben 4 jóvenes que se ubican en la parte delantera del vagón. El guarda del tren pasa, nos pide el boleto y le pedimos que nos avise al llegar a Luxor. Por qué? Porque el nombre de las estaciones sólo estaba en árabe y eso ya era un problema que debíamos resolver.
- No se preocupen, yo les aviso! Nos dice el guarda
Seguimos viaje.
Nos quedamos dormidos y después de un rato, sin saber en dónde estamos, el tren se detiene una vez más. Cuánto dormimos?, Que lugar será este? Pasaron ya las 3 horas de viaje? Cuantas estaciones pasamos? No lo sabemos, el nombre de la estación también está en árabe. Los jóvenes que viajaban adelante comienzan a gritarnos “Luxor, Luxor” y con señas nos dicen que debemos bajar porque el tren se va. Qué hacemos?. Les creemos o no? Buscamos el equipaje y bajamos? Y el guarda que nos iba a avisar en dónde está?. Nunca apareció. Si no es Luxor vamos a tener que buscar un buscar un hotel, porque el próximo tren pasa al día siguiente. Decidimos bajar justo cuando el tren se ponía en movimiento.
En dónde estamos? El tren ya se perdió de vista.
Preguntamos al guarda de la estación y nos responde: Luxor.
Llegamos bien.
Ok, vamos al hotel. Debemos buscar un taxista y negociar el precio con él. Encontramos uno. Le mostramos donde vamos, que conoce el lugar y nos lleva, negociamos un precio y subimos al coche. La pregunta es: estamos lejos o cerca del hotel? Será un buen precio el que negociamos?
Después de 20 minutos de viaje pensamos que por la distancia recorrida, el precio fue justo. Pero al llegar al hotel, le pago al taxista y él dice que el importe no es el correcto, porque el nos había dado precio por persona, pero nosotros somos dos personas y además llevamos equipaje.
Después de un rato de discusiones en inglés, de gritos y tonos subidos, sólo le doy lo pactado al principio, él lo acepta de mala manera, bajamos del coche y tomamos el equipaje. Nos dice algo en árabe y nosotros le contestamos en español, pero cualquiera podía entender que fue un cruce de un montón de insultos.
Un tips que te doy.
Si tenés la oportunidad de viajar a Egipto, vas a notar que el nivel de corrupción es enorme. Todos quieren joder al turista negociando una cosa y haciendo otra, o pactando un precio pero discutiendo por otro precio al final, o hablar de precios y cuando vas a pagar con libras egipcias, ellos te dicen que entendiste mal y que no eran libras, eran dólares o euros si queres el producto tenes que pagarles en esa moneda.
Además ya habíamos tenido experiencia en otros lugares en donde solo te reciben efectivo, porque dicen que los posnet para tarjetas no funcionan por problemas de comunicaciones, pero cuando les devolves todo y decís que no vas a hacer la compra, de repente todo se soluciona. La idea es siempre tratar de estafar al turismo y por eso hay que cerrar el precio y jamás perder de vista tarjetas, porque te pueden llegar operaciones duplicadas que te generan un dolor de cabeza.
Egipto no sólo tiene problemas de ataques terroristas a turistas, que afectan su principal fuente de ingresos, sino también está lleno de estafadores de los que siempre te tenés que cuidar. Y la gran mayoría te va a hacer el famoso gesto con los dedos de “dame dinero”.
Sigamos.
Al entrar al hotel, no hay nadie en recepción. Pero en una habitación hay un hombre orando sobre una alfombra. Esperamos a que termine y luego nos atiende. Así empezamos nuestra segunda etapa.
Luxor
Uaset, Tebas y Luxor. Estos fueron los nombres que tuvo la ciudad, capital del Egipto faraónico, ubicada a orillas del Nilo. Para los egipcios, el lado oriental representaba la vida y por eso se crearon grandes templos dedicados al dios Amón.
Los templos de Luxor y Karnak son magníficos. Y a pesar de sus 3.500 años, los saqueos, terremotos, inundaciones y abandonos, hoy y gracias a la reconstrucción, te podés imaginar cómo fueron sus épocas de esplendor, en donde cada Faraón le agregaba algo más: puertos, lagos artificiales, obeliscos, monumentos, avenidas, murallas.
Durante el período de los faraones Amenhotep III y Ramsés II, se realizaron la mayor parte de la construcción, pero en los períodos de Akenaton, Tutankamon, Horemheb y Alejandro Magno se decoraron, se crearon edificios menores y bajo relieves. Todo dedicado a la vida y la gloria de los faraones.
Luxor, significa Campamento Fortificado, en referencia al fuerte romano construido, sobre un templo faraónico, en el siglo III d.C. Entre los vestigios del fuerte romano, se conservan las puertas de acceso, los muros y la sala de estandartes, en donde se hallaron murales que representan al emperador Diocleciano rodeado de oficiales y soldados.
Sabemos que Ramsés II fue tan narcisista, que cada templo aunque fuera dedicado a Amón, debía tener también su propia imagen y el templo de Luxor no es la excepción. En la entrada, Ramsés II puso 6 estatuas con su imagen, cuatro de pie y dos sentados, además de imágenes de prisioneros que muestran los pueblos conquistados por Egipto y por supuesto, la reina Nefertari quien aparece a cada lado del trono. El templo original tenía 260 metros de largo, un atrio, un gran patio, vestíbulo, varias salas y santuarios para barcas reales. Ramsés II le agregó los colosos y un pilar que muestra la batalla entre el faraón y los hititas en Qadesh.
Existían también, dos obeliscos de 25 metros de altura, que fueron cedidos por Mehmet Alí en 1830 a Carlos X de Francia. Uno de ellos se encuentra en Plaza de la Concordia en París. En agradecimiento, Luis Felipe I le entregó un reloj que hoy adorna la mezquita de Mehmet Alí en el Cairo, pero se estropeó en el camino y nunca funcionó. El segundo obelisco, (que nunca salió de Egipto), fue oficialmente devuelto por Francois Mitterrand en 1981.
La única función del templo era mostrar la procesión durante la celebración de Año Nuevo, cuando la imagen de Amón salía de su recinto en Karnak para recorrer la Avenida de las Esfinges que era estatuas con cuerpo de león y cabeza del faraón Amenofis III y visitar el templo de Luxor.
La antigua ciudad de Tebas fue abandonada y destruida por sirios y persas, pero Alejandro Magno acondicionó las salas e hizo construir columnas que sostienen el techo. En la época romana, el templo se convirtió en edificio militar y los sacerdotes enterraron imágenes de dioses y reyes en el patio. Estas estatuas fueron descubiertas en 1989 y actualmente están expuestas en el museo de Luxor.
Cuando el imperio romano adoptó el cristianismo, se construyeron iglesias en el lugar. Una de ellas está en el patio. Pero luego llegaron los musulmanes, que construyeron sobre la iglesia una mezquita en honor al santo local, Abu el-Hagag, dónde conservan sus reliquias.
El Museo de Luxor exhibe objetos encontrados acá, así como esculturas y momias reales de Ahmose I, fundador de la XVIII dinastía, y la de Ramsés I, fundador de la XIX dinastía y padre de Seti I.
A 3 km. del templo de Luxor, se encuentra el complejo de Karnak, formado por tres templos, dedicados a Amón, Mut y el dios guerrero Montu.
El templo dedicado a Amón es el centro religioso más antiguo del mundo y el segundo más visitado de Egipto, después de las Pirámides de Giza. Es el más grande de Egipto y aún hoy se siguen encontrando restos en este templo, que fue construido entre los años 2.200 y 360 a.C. y los faraones que participaron en su construcción fueron Hatshepsut, Seti I, Ramsés II y Ramsés III.
El templo fue espectacular. Su sala principal tenía 5.000 metros cuadrados y 134 columnas, con las 12 centrales más anchas que elevaban el techo, ahora destruido. El complejo estaba rodeado por un gran muro de 8 metros de ancho y todo el conjunto estaba decorado y pintado en vivos colores. El templo es mucho más grande que el templo de Luxor y por las noches ofrece un espectáculo de luces y sonido que vale la pena ir a ver.
En la orilla opuesta del Nilo se desarrolló la Tebas de los Muertos, con grandes templos funerarios construidos a los pies de las colinas y aislados de las tumbas de los faraones, para protegerlas de los saqueos en los Valles de los Reyes y el Valle de las Reinas. Entre estos templos podes visitar el Templo de Hatshepsut y los Colosos de Mennon que son dos gigantescas estatuas gemelas de piedra que muestran al faraón Amenhotep III sentado, con sus manos sobre sus rodillas y mirando al Nilo. El nombre fue dado por viajeros griegos que le recordaba a un héroe de la guerra de Troya que llevó a sus ejércitos para ayudar a defender la sitiada ciudad y que, finalmente, fuera derrotado por Aquiles.
Templo funerario de Hatshepsut
Esta es una historia interesante.
Hatshepsut, fue una reina-faraón que llegó a ser la mujer más importante en el trono de las "Dos Tierras". El nombre de Hatshepsut significaba "La primera de las Nobles Damas".
A la muerte de Tutmosis I, su hija, Hatshepsut era la mejor situada para sucederle en el trono, pues sus hermanos varones ya habían muerto. Tutmosis I la nombra heredera, pero por varios motivos sienta en el trono a Tutmosis II, nacido de una esposa secundaria, por lo que Hatshepsut tuvo que convertirse en la Gran Esposa Real de su medio hermano.
Esto fue un duro golpe al orgullo de Hatshepsut.
Tutmosis II tiene un reinado breve y muere dejando dos hijas pequeñas y abriéndose otra crisis sucesoria. Entonces, el visir Ineni (enemigo de Hatshepsut), consigue que la nobleza, acepte como candidato a un hijo de Tutmosis II y una concubina, que sería nombrado rey como Tutmosis III. Pero Hatshepsut no quiere repetir la historia y ella asume la regencia, ya que Tutmosis III era muy pequeño y propone el matrimonio entre el nuevo rey y su hija, la princesa real Neferura, única persona que podría legitimar su ascenso al poder absoluto.
Durante los primeros años de reinado del joven Tutmosis III, Hatshepsut planea su golpe. No sólo aleja al visir, sino también a los seguidores del faraón y los reemplaza por sus propios seguidores, logrando el apoyo suficiente para ascender al trono.
Ante esto el joven e inexperto Tutmosis III, admite la superioridad de Hatshepsut y ella se convierte en la reina-faraón.
Al ver que tenía el poder absoluto y contaba con el apoyo de soberanos y sacerdotes, se autoproclama faraón de las Dos Tierras y primogénito del Dios Amón. Hatshepsut exige los atributos masculinos de su cargo, haciéndose representar como un hombre y apareciendo con barba postiza. En la corregencia siempre fue ella la que decidía, colocando a su hijastro en segundo lugar. Ella se adaptó rápidamente al poder y lo disfrutaba.
Hatshepsut no tuvo preparación militar, pero durante su gobierno tuvo algunos conflictos. Tres con la región de Nubia y tres con las tribus de Siria y Palestina. Fue un gobernante pacífico, que prefirió gastar los fondos del Estado en construir y embellecer edificios y ciudades, en lugar de conquistar territorios.
En el año 16, Hatshepsut pierde no sólo a sus principales aliados, sino también a su hija, la princesa Neferura y esto favorece a Tutmosis III quien ya mayor, retoma las riendas del gobierno. Tutmosis III dejó también su huella en el templo de Amón en Karnak.
Hatshepsut moriría en Tebas tras un reinado de 22 años, abandonada por todos y su imagen fue eliminada de todos los registros, incluso su nombre fue suprimido de la Lista de Reyes, además sus estatuas fueron destruidas y enterradas en la arena del desierto, su imagen fue borrada de todos los templos y sus estatuas están todas decapitadas.
Siglos después, se encontró su tumba en el Valle de los Reyes y en su momia se detectó osteoporosis y un cáncer maligno en la zona abdominal. Existen indicios que mandó ampliar la tumba de su padre para ser utilizada también por ella. El amor y la lealtad de la hija al padre fue tan grande que quiso permanecer junto a él eternamente.
El espectacular templo de Hatshepsut se encuentra cerca del Valle de los Reyes y fue construido en honor a Amón-Ra. Tiene una parte escavada en la roca y otra en el exterior formada por tres terrazas. Todo el templo está conectado por una gran rampa central, que en la antigüedad estaba rodeada por inmensos jardines de plantas exóticas. Los relieves del templo narran la historia desde el nacimiento divino de Hatshepsut. Los textos y las pinturas relatan una expedición al país exótico de Punt sobre las costas del mar Rojo, pero muchos detalles ornamentales fueron robados o destruidos a lo largo de los siglos.
En su época, el templo albergaba estatuas de Osiris, una esfinge y numerosas esculturas de Hatshepsut en diferentes posiciones y varias de esas esculturas fueron destruidas por órdenes de su hijastro Tutmosis III después del fallecimiento de la soberana.
Este enorme templo está considerado uno de los más lindos del Antiguo Egipto.
Te lo muestro en éste video.
Valle de las Reinas
Es el nombre de la necrópolis donde fueron enterradas reinas y príncipes de las dinastías XIX y XX y es un lugar pequeño y con una roca de peor calidad que la del Valle de los Reyes.
Aunque se tiene como fundadora del Valle a la Gran Esposa Real, la reina Sitra, lo cierto es que antes de ella ya se habían excavado varias tumbas y pozos funerarios pertenecientes a las dinastías XVII y XVIII. No obstante sería a partir de Sitra que el lugar se convirtió en un sitio exclusivo para las mujeres y los hijos favoritos del monarca reinante.
La primera tumba real fue descubierta en 1816 y recién en 1903 se descubrió la tumba de Nefertari, la joya más hermosa de toda la necrópolis tebana. Sus pinturas dan relieve a la figura y al rostro de la reina, con sombras en los pómulos o en la comisura de los labios.
Al día de hoy se encontraron 98 sepulcros, pozos y cuevas, algunas abandonadas al poco de construir y nunca ocupadas. Todas están numeradas bajo las siglas QV “Queen Valley”. La inmensa mayoría de estas tumbas están en la actualidad en un mal estado de conservación, pero hay unas pocas que despiertan admiración y pueden ser visitadas.
El Valle de los Reyes
Es el lugar donde se enterraron la mayoría de los faraones del Reino Nuevo, es decir, de la época en la que el antiguo Egipto era un imperio que se extendía por la costa oriental del Mediterráneo durante las dinastías XVIII, XIX y XX. Fue allí donde fueron sepultados grandes faraones como Tutmosis III, Tutankamon o Ramsés II.
Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
Al principio los reyes eran enterrados en pirámides construidas en la parte norte del país. Tras construirse las últimas pirámides, Egipto entró en crisis y los faraones fueron perdiendo poder y esto animó a distintas tribus a dominar la zona del delta del Nilo. Por otra parte, el sur del país quedó en manos de una familia de gobernantes asentada en Tebas, por lo que Egipto quedó dividido en dos.
Cuando la familia real reconquista el país, sus miembros se convierten en nuevos faraones y eligen a Tebas como la capital del imperio. A partir de ese momento, se dejan de construir pirámides pues eran edificios grandes, fáciles de saquear y sin vigilancia, por lo que se prefirió enterrar a sus líderes en un lugar apartado, discreto y seguro. El lugar lo encuentran a orillas del Nilo, en un gran valle con mucho espacio para excavar tumbas y cuyo acceso era un pasadizo estrecho y se lo conoce como Valle de los Reyes.
Todas las tumbas están decoradas con fragmentos del Libro de los Muertos y textos funerarios, como guía de viajes para llegar al Otro Mundo y de este modo, el faraón podía estar seguro que su alma llegaría intacta al Más Allá para vivir por la eternidad. Hasta el momento se han descubierto unas 60 tumbas talladas en las rocas y todas están numeradas según el orden en el que fueron descubiertas.
En el Valle de los Reyes se encontró la tumba más famosa de todas por casualidad, ya que los obreros que trabajaban en la tumba de Ramsés VI, depositaban escombros en la ladera de la montaña y ahí apareció la tumba de Tutankamon. La única que no fue saqueada.
Esta tumba está codificada bajo el número 62 y los egiptólogos las conocen por su número y una abreviatura que ponen delante, las letras KV “King Valley”.
Tutankamon fue nombrado Faraón antes de cumplir los 10 años y gobernó Egipto hasta los 18, unos 1.300 a.C. En 1922 Howard Cárter, descubrió su tumba y junto a su equipo de trabajo tardaron 4 años en clasificar las piezas del interior antes de llegar a la cámara sagrada. Todavía hoy se puede visitar la tumba del Rey Niño.
Tutankamon
Fue un faraón de la dinastía XVIII de Egipto. Fue notable en la restauración de Egipto, aunque su reinado fue corto y las siguientes generaciones no le dieron mucha importancia por lo que fue cayendo en el olvido. Su tumba, encontrada en el Valle de los Reyes es pequeña, para su condición de Faraón, pero gracias al sedimento acumulado durante siglos nunca fue saqueada y recién fue descubierta en 1922.
Durante el reinado de Tutankamon hubo en el país una epidemia de malaria que causó una gran mortalidad y en su tumba se encontraron medicamentos contra la fiebre, por lo que se sospecha que murió víctima de esa enfermedad. Un estudio de ADN publicado en 2010 reveló que el sistema óseo estaba debilitado, por lo que al ser víctima de una malaria severa, le habría provocado la muerte.
El faraón murió en 1.327 a.C. a los 18 años de edad, tras haber reinado ocho años, sin haber consolidado su poder y dejando inestabilidad en Egipto, ya que era el último miembro varón de la dinastía XVIII.
La fama de Tutankamon no se debe a su reinado sino al tardío descubrimiento de su tumba, en donde se encontraron muebles, carros desmantelados, armas, vestidos, comida, vasijas, ungüentos, pinturas y sarcófagos de cuarcita roja que contenía tres ataúdes: dentro de uno de ellos se encontró a la momia del joven faraón, con su cabeza y hombros cubiertos por su célebre máscara, en otra sala se encontraron las vísceras momificadas del rey y objetos empleados en el rito funerario.
Algunos hablan de la maldición de Tutankamon y el hecho de quienes participaron en el descubrimiento de la tumba muriera poco después en circunstancias extrañas. Esto dio pie a leyendas.
Howard Carter negó que hubiese una maldición escrita, pero investigadores aseguran que él encontró en la antecámara un sello en la pared que decía: “La muerte golpeará con su miedo a aquel que turbe el reposo del faraón”.
Sin embargo, la imaginación popular se forjó en la contribución del escritor Arthur Conan Doyle que era creyente del espiritismo, a pesar que su Sherlock Holmes se distinguía por su raciocinio y su empirismo científico. Según publicó la prensa de entonces, el autor achacó la muerte de algunas personas a un mal que guardaba el sepulcro y que se había vengado de sus profanadores. Así que la maldición de la momia pronto se convirtió en leyenda de la mano de Conan Doyle.
Una hipótesis científica dice que en el aire de la tumba habría esporas de hongos que crecieron en la tumba cerrada y se conservaron durante miles de años, pero aun así fueron capaces de infectar a los exploradores al respirar el aire viciado. El descubridor de la tumba, Howard Carter, murió por causas naturales años después.
Su sarcófago y su cuerpo momificado, aún se encuentran en su tumba del Valle de los Reyes. Los tesoros descubiertos, incluida su famosa Máscara de Oro, se encuentran en el Museo del Cairo.
Nos vemos la próxima semana para la última parte de Egipto.
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