A una hora de Cardiff, ya en Inglaterra, se encuentra la preciosa ciudad de Bath, que es Patrimonio de la Humanidad desde 1987. Esta pequeña ciudad que se puede recorrer en una tarde, existe desde hace 3.000 años y muchos vienen a descansar, visitar bares, recorrer sus museos, disfrutar de su arquitectura gregoriana y su tradición a tal punto que recibe 4 millones de personas al año. Lo que sí es cierto, es que muchos vienen solo para conocer su gran tesoro: Las Antiguas Termas Romanas.

Cuenta la leyenda, que en el 863 aC Bladud, un celta que se convirtió en rey britano y padre del Rey Lear y fue inmortalizado por Shakespeare, durante su juventud en Atenas contrajo lepra y al regresa a Inglaterra, siendo príncipe, se dá cuenta que con lepra no podía heredar el trono, así que abandona el palacio y consigue trabajo como cuidador de cerdos, en un sitio alejado, pero los cerdos también contraen la enfermedad.

Un día, Bladud llevaba a los cerdos al campo a buscar alimentos y éstos se revolcaron en un sitio donde había lodo caliente, cerca de un manantial en Bath. El príncipe al ver que los cerdos se curaron, también se bañó en ese lodo caliente y él también se curó.

Ya curado, regresa al palacio y se convierte en rey.

En agradecimiento por su curación, Bladud fundó la ciudad de Bath y dedicó sus poderes curativos a la diosa celta Sul. Años más tarde, los romanos construyeron un santuario para su relajación y un templo en honor a la diosa de la fertilidad, Sulis Minerva, llamando a la ciudad Aquae Sulis, las Aguas de Sul. Los baños fueron los más grandes construidos fuera de Roma y convirtió a Bath en la primera ciudad de vacaciones.

Las termas romanas fueron redescubiertas hace 262 años y aún conservan los ecos de su historia milenaria en cada rincón. Ya que, en su interior se encuentra el manantial sagrado. En el sitio hay un museo que alberga las termas y se exhiben utensilios de la época romana, que fueron arrojados al manantial como ofrendas a la diosa Sulis. Allí se encontraron 12.000 monedas romanas, que se cree es la mayor ofrenda en Gran Bretaña. Se sabe que a la diosa no solo le pedían favor a cambio de monedas, sino también recibía quejas que también debían ser pagadas con monedas de plata.

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Los megalitos de Stonehenge

A 50 km de Bath se encuentra Stonehenge, los monumentos prehistóricos más famosos del país, donde las de leyendas y los misterios se mezclan en estas piedras milenarias.

Para algunos serán sólo unas piedras paradas en el medio del campo. Pero muchos ven en ellas la habilidad del hombre de hace 4.500 años para realizar ésta construcción a la que aún se le siguen encontrando muchos significados y sigue rodeada de misterios.

Este enorme círculo de piedras en medio de la campiña británica, es visitado por millones de personas al año.

Los menhires y dólmenes de Stonehenge forman dos círculos concéntricos, que en su momento estuvo rodeado por un foso. Estas circunferencias son atravesadas por una calle central que desemboca en un altar ceremonial.

Algunos dicen que fue un santuario, otros que fue un observatorio astronómico donde se ve la alineación de la luna con el sol o un enorme calendario solar. También dicen que un sitio de coronación de reyes y un centro de sacrificios, ya que las rocas dispuestas en forma circular deben su nombre a la semejanza con las vigas donde los sajones colgaban a los criminales en la Antigüedad, por lo que Stonehenge significa también “La Piedra del Ahorcado” y eso se atestigua por los restos desenterrados en diversos sitios del área.

Solo un día al año se permite a los visitantes caminar por el interior del círculo de piedras y es cuando la luna llena se ubica perpendicular a la salida del sol en el solsticio de verano y sobre dicha fecha se dice que gira la concepción y planificación del monumento. Los actuales seguidores de leyendas druidas se reúnen cada solsticio, uniéndose en círculos alrededor de Stonehenge, pues piensan que esta construcción es en realidad un lugar sagrado, generador de mucha energía positiva.

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Muchos de los enormes bloques de piedra que conforman este tesoro neolítico fueron traídos desde unos 200 kilómetros de distancia y aún es un misterio como estos hombres pudieron cargar y levantar estas piedras en el lugar, aunque se supone que las rocas, algunas de 20 toneladas de peso, fueron traídos por trineos gigantes tirados por bueyes.

Al llegar al lugar fuimos al centro de visitantes, previa reserva vía on line, donde dice día y hora de la visita. Al retirar la entrada ya empezas el recorrido por las distintas áreas y una de ellas es la Exposición Stonehenge donde te muestran un poco la historia del lugar a través de audiovisuales y objetos antiguos, después visitas una réplicas de casas neolíticas y una enorme piedra sobre un trineo de madera que tiene un medidor de fuerza, para saber cuánto personas con tu fuerza, se necesitan para mover semejante roca y por supuesto, la atracción principal son esas enormes rocas que forman un circulo a las cuales, te llevan en un bus para disfrutarlas y fotografiar, pero mucho tiempo no podes quedarte porque la misma gente te motiva a seguir en movimiento.

Londres

Dejamos Stonehenge y vamos a Londres, donde tenemos mucho que visitar.

Lo primero que hicimos fue ir al hotel en las afueras de Londres, donde nos recomiendan movernos en transporte público para visitar la ciudad, porque es complicado encontrar estacionamiento. Así que eso hicimos.

Dejamos el coche y caminamos por el barrio. Nos parecía estar dando vueltas por India o Pakistán, ya que la mayoría de las personas y los negocios del lugar era atendido por esa etnia. Ahí caímos en la cuenta que muchas de las grandes ciudades europeas están conformada por etnias que llegan de sus ex colonias de Asía o África. Así que es muy común caminar por Londres y tener la sensación de estar en otro país aunque el tráfico, las construcciones y la idiosincrasia de la gente te muestren lo contrario.

Ya ese mismo día nos fuimos a recorrer la ciudad, dar una vuelta por el Támesis, visitar el Puente de la Torre, la gigantesca noria de 130 ms de altura llamada El Ojo de Londres, el Big Ben, la Abadía de Westminster o el Palacio de Buckingham. Para terminar el día, algo típico y tradicional londinense: el Five O ´Clock Tea.

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Así que vamos por parte.

Sabemos que el Támesis es bastante largo y varios puentes lo cruzan de lado a lado, pero el más famoso de todos es Tower Bridge, el ícono de la ciudad. Así que es común que el puente no sólo tenga mucho tráfico, sino mucha gente cruzándolo a pie o tal vez, visitando sus torres y centros de exhibiciones y todos estarán tomándose selfies. Tal como hicimos nosotros, por supuesto.

En 1876 y debido al crecimiento de la población, se decidió construir otro puente, ya que las personas tardaban horas en ir de un lado al otro, así que se tuvo que pensar en una solución al problema. No podía construirse un puente fijo porque cortaba el acceso al puerto que existía en ese momento. Así que se presentaron 50 diseños y en 1884 se aprobó la idea de Horace Jones, con un puente levadizo de 244 metros de longitud, con dos torres de 65 metros de altura están unidas por pasarelas peatonales, pensadas para atravesar el río cuando el puente esté elevado para dejar pasar un barco. Pero la gente prefería esperar a que bajara el puente en lugar de subir las escaleras, animados por la mala fama que tenían estas pasarelas superiores, concurridas por prostitutas y ladrones.

Hay una leyenda sobre la Torre de Londres es por la cantidad de cuervos que la habitan. Se dice que la torre o la monarquía caerían si por cualquier razón los cuervos emigran o desaparecen. Según la leyenda deben haber al menos 6 cuervos paseándose por la Torre de Londres y por ello actualmente residen allí 7 cuervos (1 de más, por las dudas) a los que les cortan las alas para que no puedan volar. Supersticiosos los Reyes?

La presencia de estos cuervos aseguraba la protección de la Torre y del Reino.

Fue el Rey Carlos II, en 1660, el que decide por primera vez que los cuervos sean protegidos dentro de la Torre, para que él mismo estuviese a salvo. Así que, desde entonces los cuervos son mantenidos y alimentados.

Durante la Segunda Guerra Mundial, solo un cuervo sobrevivió a los bombardeos de la Alemania nazi, por lo que el primer ministro, Winston Churchill, ordenó que se trajeran más cuervos para aumentar la población de la zona. Ahí nace la leyenda de que “Gran Bretaña caería si los cuervos abandonan la torre”. Así que se alistaron más cuervos en calidad de soldados del Reino y al igual que los militares, podían ser despedidos por conducta incorrecta.

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Yo imagino que la monarca, Isabel II, alimenta ella misma esos cuervos con tal de no dejar caer el Imperio y de perder las joyas de la Corona y menos dejarle el reino a su hijo Carlos no?

Recorriendo el Támesis, pasas delante de una gigantesca noria llamada London Eye, que fue abierta al público en el 2000 y anualmente atrae a 4 millones de personas. Con sus 135 ms de altura, fue la más alta del mundo hasta que la superaron varias otras en el mundo. Actualmente la más alta es la High Roller en Las Vegas con 168 mts de altura, inaugurada en el 2014.

El London Eye, tiene 32 cápsulas selladas para transportar a 28 pasajeros y dar la vuelta completa demora 30 minutos. Las vistas de la ciudad desde las alturas son fantásticas y algunos dicen que “el London Eye es a Londres, lo que La Torre Eiffel es a Paris”.

Muy cerca de ahí se encuentra el Parlamento Británico, y junto a él, la torre cuya más famosa de Londres: La Torre del Reloj.

La torre, construida en 1858 junto al Palacio de Westminster, tiene 106 metros de altura, está construida en estilo gótico y alberga cuatro enormes relojes situados en sus caras cuya fiabilidad es reconocida a nivel mundial.

Cuando hablamos del Big Ben, muchos se refieren a la Torre del Reloj del edificio del Parlamento de Londres. Pero esta denominación no es exacta, ya que el Big Ben es una enorme campana de 14 toneladas que se encuentra en el interior de la torre.

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En el año 2011, después de que se tomaran medidas del edificio, se estableció que la torre tenía una desviación de casi medio metro, en su punto más alto, respecto a su eje. Los expertos lo atribuyeron a los movimientos generados por décadas de trabajos de construcción subterránea en la zona donde está la torre. Sin embargo, aclararon que la inclinación es menor que la Torre de Pisa y le llevaría unos 10.000 años llegar a estar tan reclinada como su famosa prima italiana.

De todas formas, los turistas extranjeros no pueden visitar la torre y sólo lo pueden hacer algunos británicos con ciertos permisos especiales.

Cerca de La Torre del Reloj está la Abadía de Westminster. La encontras sin problemas. Es ese enorme templo donde hay una larga fila de personas esperando para entrar a conocerla. Tanto en éste sitio como en el Palacio de Buckingham es donde hay una gran Babel de idiomas, vestimentas, tocados y sombreros de distintas partes del mundo.

La Abadía de Westminster es una iglesia gótica anglicana y es el lugar tradicional para las coronaciones y entierros de monarcas británicos. Pero además hay muchos sepulcros de la familia real, aristócratas y personalidades ilustres como Charles Darwin, Isaac Newton, Charles Dickens, Isabel I, Stephen Hawking, David Livingtone, Laurence Olivier y hay personalidades como William Shakespeare, Robert Baden Powell y Oscar Wilde, que no están enterrados acá, pero si tienen una placa conmemorativa. Se cree que hay unas 450 tumbas y monumentos fúnebres dentro de la Abadía y durante años, cualquiera que tuviera dinero para hacerlo, podía pedir ser enterrado acá.

Como no recibe fondos públicos, para ingresar hay que pagar un ticket y se calcula recibe casi 1,5 millones de personas al año.

Dentro de la Abadía, podemos ver la puerta más antigua de Inglaterra, que data del año 1050. Lo curioso es que esa puerta nunca estuvo oculta, siempre estuvo en uso pero nunca se estudió cuando fue construida. Lo macabro del hallazgo es que la puerta está recubierta con piel. Hay varias leyendas por ese tema. Algunos dices que se trata de la piel de un ladrón que clavaron a la puerta como advertencia y otros suponen que algún monje medieval cometió un grave pecado en la Abadía y fue flagelado. Lo cierto es que según investigaciones realizadas es piel de vaca que se fijó a la puerta como decoración.

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Pero ese no es lo único macabro del sitio. Hace un tiempo, en los terrenos de la Abadía, un equipo de trabajo descubrió cimientos de una sacristía medieval utilizada por monjes del siglo XIII y en un lugar se encontraron los huesos de miles de cuerpos.

La sacristía, reconstruida en 1250 por el rey Enrique III, era el lugar donde los monjes guardaban sus vestimentas, manteles del altar, cálices y objetos utilizados en las misas. El descubrimiento de los esqueletos se explica porque antes de ser sacristía, el lugar formaba parte del cementerio para monjes. Siglos después, la construcción fue utilizada como vivienda y en 1740 la demolieron.

Muy cerca hay una estatua que homenajea al almirante Horatio Nelson, sobre un monolito de 46 metros de altura en la zona llamada Trafalgar Square. Uno de los sitios más transitados de Londres.

La historia cuenta que Nelson, durante La Batalla de Trafalgar en 1805, es baleado y muere. La batalla significa la victoria de la alianza de Reino Unido, Austria, Rusia, Nápoles y Suecia para derrocar a Napoleón Bonaparte y disolver la alianza franco-española.

Se sabe que el cuerpo del almirante Nelson, fue desnudado y conservado en un barril de brandy, para evitar su descomposición en su travesía hasta Londres y para evitar que la tripulación se desanimara. A su llegada fue enterrado con honores militares en una ceremonia de una solemnidad nunca antes conocida en el Reino Unido.

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En el lugar donde está la columna, los elementos más populares son los cuatro leones que la rodean y son objeto de admiración por parte de los turistas. Los más audaces buscan fotografiarse en el lomo de alguno de ellos, hasta que llega la policía y los arresta.

Se dice que los leones se construyeron con los restos de cañones franceses secuestrados durante la batalla y que si el Big Ben, alguna vez tocase trece campanadas, los leones se levantarían para dar una vuelta completa alrededor de la estatua.

Nosotros visitamos Londres en el año 2017 y en ese momento, la Torre del Reloj, estaba en mantenimiento hasta el 2021. Así que durante ese tiempo, los habitantes de Londres saben que no tocará sus campanas por un tiempo, salvo algún funeral, casamiento o Año Nuevo. Pero seguro no serán 13 campanadas.

Como dijimos antes, cientos de personas se mueven desde Westminster, cruzan el Parque San James y visitan el Palacio de Buckingham. Están muy cerca uno de otro.

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El Palacio se llamaba Buckingham House y era un pequeño hotel edificado en el año 1703 para el duque de Buckingham, pero en 1762 lo adquirió el Rey Jorge III y lo convirtió en residencia privada y con la llegada al trono de la Reina Victoria, el Palacio pasó a ser la residencia oficial de la monarquía.

Actualmente es utilizado como residencia de la Reina Isabel II, el Duque de Edimburgo, el príncipe Andrés, Duque de York y los marqueses de Wessex.

En el palacio trabajan 450 personas, cuenta con 19 salones, 52 dormitorios principales, 92 oficinas, 188 habitaciones de empleados y 78 baños, 760 ventanas, 1514 puertas, capilla, oficina postal, piscina, cafetería, consultorio médico, cine y la lista sigue.

A pesar de ser grande, si lo comparamos con el Palacio del Zar de San Petersburgo, el Palacio Episcopal de Roma, el Palacio Real de Madrid, nos queda chico. Ni hablar de compararlo con la Ciudad Prohibida de Pekín o el Tempo de Lhasa en el Tíbet, porque ahí se vería minúsculo.

El Palacio está rodeado por una reja que cierra el perímetro. Sus portones muestran los escudos de armas del Reino Unido que forman Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte, con un león coronado y un unicornio blanco. Lo pintoresco de ver, es el cambio de guardia, que se lleva a cabo desde el año 1660 en la parte frontal del Palacio y donde los guardias que a veces son acompañados por una banda, son una de las mayores atracciones de Londres.

Ya para terminar el día, entramos a un lugar para disfrutar del Five O ´Clock Tea.

Donde además del té, te traen un surtido de sandwiches,  scones, postres y exquisiteces varias. El lugar era muy pintoresco y estaba lleno de gente. Nos ubicamos en una mesa. Muy cerca había una pareja joven de chinos y una mesa más allá, la que tal vez haya sido la única señora inglesa del lugar, con cierto aire aristocrático, acompañada una joven. Todos pedimos casi lo mismo.

Al llegar los platos a las mesas, nosotros empezamos por los apetizers salados hasta llegar a los más dulces. La señora inglesa también. No diría que copiábamos su forma de comer, pero sí seguíamos un sentido de la comida. Los jóvenes chinos empezaron por cualquier lado. Mordían algo, hacía caras y lo dejaban. Mordían otra cosa y la dejaban. Todo quedaba a medio morder.

La señora los miraba y hacía gestos, como no entendiendo lo que estaban haciendo. Hasta que no aguantó más, se levantó de la silla, se les acercó y les explicó por donde debían empezar, como tenían que cortar las piezas, como comer, en fin, un largo speech de instrucciones culinarias. Al terminar las explicaciones, la pareja china la miraron, asintieron con la cabeza, entendiendo lo que la señora les dijo y siguieron comiendo de la misma forma, sin importarle nada más. Resignada y decepcionada, la señora se volvió a sentar en su silla, miró a su acompañante y se dio cuenta que había perdido su tiempo. Cosas que pasan cuando queres ayudar a alguien o explicarle algo.

Ya al volver hacia el hotel y caminando de noche por las calles de Londres se te cruzan por la cabeza algunas historias y cuentos fantásticos de ésta ciudad.

Como los cuentos de Sir Arthur Conan Doyle con El Mastín de los Baskerville o las investigaciones de Sherlock Holmes. Conan Doyle, escribió 56 libros de ficción, historia sobre dos guerras, varios títulos de ciencia paranormal, tres de viajes, uno sobre de literatura, varias obras de teatro, dos libros de criminología, dos panfletos políticos, tres poemarios, un libro sobre la infancia, una autobiografía y solo 4 novelas sobre Sherlock Holmes, que según él opacaron toda su obra. “Elemental, mi querido Watson”, aunque, a decir verdad, él jamás escribió esta frase en ninguno de sus libros.

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También Mary Shelley, creadora del doctor Víctor Frankenstein, quien se inspiró en un médico escocés que realizaba experimentos con descargas eléctricas en animales.

Y por supuesto Bram Stoker quien crea Drácula, inspirándose en el príncipe rumano Vlad Tepes, apodado “El Dragon” o “El Empalador” en su lucha contra los turcos.

Estos personajes ficticios nos acompañan hasta hoy y siguen causando sensaciones extrañas que van de la ternura por sus vidas al terror por la situación.

Pero también Londres tuvo personajes reales que causaron verdadero terror.

Uno de esos chicos malos, llamado Benjamín Barker, fue encarcelado injustamente durante quince años. Al regresar a Londres busca venganza, haciendo uso de una navaja de afeitar, degolló a sus víctimas, tras lo cual su amiga y cómplice Nellie Lovett hacía pasteles con la carne de los cadáveres, que luego sirve a los incautos clientes de su taberna. Bajo el nombre de Sweeney Todd, Tim Burton llevó al cine la historia de éste barbero demoniaco, de la mano de su actor fetiche, Jhonny Deep.

Pero tal vez existan pocas figuras tan londinenses como “Jack El Destripador”, conocido como el autor de múltiples crímenes en 1888. Este es el nombre con el que se conoció a un asesino en serie que la policía jamás logró identificar, pero que cometió al menos cinco crímenes atroces en el barrio de Whitechapel, cerca de la Torre de Reloj. A pesar de la gran investigación policial, nunca pudo ser resuelta y aún hoy son muchas las obras literarias y cinematográficas que giran en torno a la historia de Jack el Destripador.

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La historia es tan famosa que numerosas empresas turísticas ofrecen recorridos nocturnos por las lúgubres calles del barrio y los visitantes pueden incluso tomar cerveza artesanal en The Ten Bells, el bar que dicen frecuentaba el mítico asesino, decorado según el estilo de la época y empapelado con artículos periodísticos que reflejan la investigación policial que nunca pudo ser resuelta.

Pero tras años de dudas y gracias al análisis de ADN, un escritor junto a un especialista genético, afirmaron haber descubierto la verdadera identidad de Jack, diciendo que se trataba de un inmigrante polaco llamado Aaron Kosminski. EL ADN se extrajo de un chaleco que pertenecía a una de las víctimas, Catherine Eddowes, segunda mujer asesinada en Whitechapel. Según dice la historia, para la policía de Londres, Kosminski era uno de los principales sospechosos, pero no consiguieron reunir suficientes pruebas para inculparle definitivamente. Este si fueron casos reales.

Mercado Portobello

Otro día visitamos éste mercado en el popular y exclusivo barrio de Nothing Hill.

El lugar se caracteriza no sólo por sus calles adoquinadas, sino también pintorescos puestos de antigüedades, ropa vintages y de segunda mano, lo que lo convierte en uno de los mercados callejeros más famosos de Londres y se encuentran el nivel de El Rastro en Madrid o San Telmo en Buenos Aires. Este es el lugar ideal para encontrar especias, utensilios de cocina, frutas y verduras, carnes, suvenires, sombreros y miles de cosas más. El vecindario es tranquilo y está formado por típicas viviendas victorianas que albergan una mezcla de comunidades y etnias que le aportan un carácter cosmopolita, ofreciendo una amplia gama de diversos y numerosos restaurantes y pubs.

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Hasta acá lo que se puede escribir de ese barrio? No, hay mucho más.

Llegar al Barrio de Nothing Hills es sentir que cambias de tiempo y de espacio, ya que pasas de la locura de Londres a éste lugar que te transporta y se respira cultura.

Escuchas diferentes idiomas, personas vestidas con estilos distintos, mimos imitando situaciones por unas monedas, hábiles apostadores que quieren quedarse con las tuyas, un hombre parecido a Benny Hill y su pícaro humor, fotos de Mister Bean con su Mini amarillo, miniaturas de la Reina Isabel II saludando y moviendo las caderas o imágenes de Lady Di y su distinción, junto a imanes de objetos londinenses. Básicamente se puede encontrar de todo: joyas antiguas, ropa, cuadros, picaporte de armarios y puertas, instrumentos, cajas, relojes, muebles, máquinas de escribir y antiguas cámaras de fotos.

Al entrar al Mercado, el clima cambia por completo y los encurtidos se mezclan con las flores. En el puesto español preparan una gran paella mientras escuchan Rolling Stone, en el puesto francés venden sus quesos y sus panes saborizados y escuchan a Luis Fonsi y en el puesto alemán venden sus hot dogs con chucrut mientras suena Tom Jones, un poco más allá, un chico con su guitarra toca temas de Los Beatles y en otra esquina un grupo de jóvenes interpreta a Amy Winehouse. Todo es una gran melange. Pero eso es lo lindo, lo atrayente del Mercado Portobello.

Si bien el tema principal de la película es “She” de Elvis Costello, te pudo decir que a pesar del bullicio de la gente y la mezcla de ritmos musicales por ahí, cierro los ojos y si me concentro un poco, el tema que escucho en mi cabeza es “Ain´t not sunshine” en la voz de Bill Withers.     

Y lo veo a Hugh Grant caminando por el mercado, pensando en su amada Julia Roberts y veo cómo pasan las estaciones del año, desde la florida primavera hasta el frio y lluvioso invierno. Que no opacan el colorido del lugar.

El protagonista de Un Lugar llamado Nothing Hill se refugia en su The Travel Bookshop, en la calle Blenheim Crescent que vende libros de viajes, o en su casa de puerta azul, en el 280 Westbourne Park Road, donde vive con un excéntrico compañero. Si queres, podes buscar la casa, pero la puerta ya no es azul, porque se repintó varias veces, ya que los fans se acercaban a fotografiarse y algunos tocaban el timbre, tal vez esperando que salga alguno de los protagonistas.

Pero en el momento que abro los ojos, la veo a Julia Roberts que me mira y me dice: “la fama no es algo real, sabes. Y no olvides, soy solo una chica, de pie frente a un chico, pidiéndole que la ame”. Ahí te aseguro que me desmayo.

Después de éste paseo de película, seguimos caminando por ahí y a solo 10 minutos están los estudios Abbey Road en donde The Beatles grabaron casi la totalidad de sus discos de estudios, pero también grabaron músicos de la talla de Pink Floyd, Enya, Iron Maiden, Michael Jackson, Stevie Wonder, Oasis, Freddie Mercury, Radiohead, Red Hot Chili Peppers, U2, Kylie Minogue, Lady Gaga, Amy Winehouse, además de músicos argentinos como Divididos, Indio Solari, Gustavo Cerati y la lista sigue y sigue.

Los Beatles se reunieron en estos estudios de grabación el 8 de agosto 1969 para realizar una de las más famosas sesiones de fotos de su carrera. El fotógrafo tomó la fotografía para el álbum Abbey Road y tuvo 10 minutos para realizar la captura, pues la policía tuvo que detener el tráfico. Esta fotografía se convirtió en una de las tapas de discos más famosa de la historia de la música y fue el último álbum de Los Beatles antes de su separación.

Es imposible pasar por ahí debido a la cantidad de personas que intentan cruzar y repetir la foto. Todos hacen cola, esperando que el semáforo detenga el tráfico y un grupo sale corriendo para tomarse esa foto y así todo el día.

En la tapa del disco aparece un Volkswagen Escarabajo blanco que dicen pertenecía a una persona que vivía en los edificios vecinos, después de aparecer el coche en la portada del álbum, con matrícula LMW 281F, fue objeto de numerosos robos por parte de los fans. En 1986, el coche se vendió en una subasta por 2.530 libras esterlinas en la famosa Casa Sotheby´s y hoy ese automóvil con su matrícula original se encuentra en el museo de Volkswagen en Alemania.   

Hablar de Gran Bretaña y sobre todo de Inglaterra, produce sentimientos encontrados, sobre todo a los amantes de su música. Cientos de grupos y cantantes consagrados, llenan sus vitrinas de grandes canciones y grandes producción que el mundo admira. La música se mueve allí y nadie puede dudarlo. Solo queda admiración.

Pero, por otro lado y como argentino, te vienen algunos recuerdos. Tanto los estudiados como los vividos. Desde las famosas Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, hasta la Guerra de Malvinas de 1982, pasando por la hazaña de México 1986, con Diego Maradona y la “Mano de Dios” y el “Gol del Siglo”, a éste presente donde los fan del Leeds United, no solo le agradecen a Marcelo Bielsa haberlos ascendido a la Premier League sino que vitorean su nombre en cada partido. Para muchos eso es inolvidable.

Así queridos amigo, que los gobiernos delirantes con sus guerras, no nos separen de la música y el deporte entre las naciones. Se llamen como se llamen.

Te dejamos nuestro video y espero que lo disfrute tanto como nosotros lo hicimos en éste viaje. 

Nos veremos la próxima semana con otro país para visitar.

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