Pasar del Kebabs de pollo o cordero, al Lahmacum (una pizzeta alargada), el Katmer (pan hojaldrado y esponjoso), el Dolma (con relleno envuelto en hoja de parra), las sopas especiadas de lentejas, o los Baklavas con nueces, pistachos y frutos secos, remojados en almibares, para terminar con un Chay, un Cafe a la Turca (con borra en el fondo de la taza) o el famoso Raki (con un sabor parecido al anisado). Pero por supuesto, siempre está la opción de Mac Donald, KFC, Burger King si uno no está dispuesto a dejarse tentar por los sabores lugareños. 

Para arrancar en la mañana, nada mejor que disfrutar de un Kahvalti, que es un típico desayuno turco de tomates frescos, pepinos, quesos blancos, aceitunas negras, panes, miel, mermeladas, revueltos de verduras, sucuk (salchicha especiada), acompañado con rúcula, nueces, tahine y té negro. Otra opción es el Köfte que son unas albóndigas de carne con verduras, especies, picante y queso.

Para muchos la gastronomía turca solo se basa solo en kebabs, pero nada más lejos de la realidad, se trata de una cocina variada, equilibrada y sabrosa que combina elementos de la cocina del Oriente Medio con la cocina mediterránea y se caracteriza por el uso de verduras, yogurt, carnes asadas, pescados y abundante aceite de oliva. Probablemente sea una de las más sabrosas cocinas del mundo.

El Kısır es una ensalada popular en la cocina turca y kurda. Se prepara a base de trigo bulgur, perejil, tomate, salsa de granada agria y salsa de pimiento rojo. En realidad en la cocina turca podés encontrarte platos que usan un relleno similar a base de arroz, con berenjenas, pimiento o la hoja de parra.

Para terminar, nada mejor que un Baklava que sin duda son casi una religión en Turquía y cuenta con una gran variedad de formas, ingredientes y grosor de su masa filo, cubiertos de pistachos, nueces, miel, canela. El único peligro? lo adictivos que resultan.

Aunque el Künefe no se queda atrás. Este postre a base de queso blanco envuelto en una fina pasta cubierto de almíbar y pistacho, acompañado con una bola de helado, es una de las más sabrosas sorpresas culinarias en cuanto a postres se refiere.

Generalmente cuando visitamos un lugar por primera vez, además de probar la comida local, tomamos un bus turístico que nos dá un pantallazo general y con esa idea después volvemos por nuestra cuenta, ya sea en transporte público o tal vez alquilando algún coche, en donde además podemos disfrutar de más tiempo.

Una de las opciones en Estambul es tomar un ferry por el Bósforo que recorre tanto la parte asiática como la europea y a cada lado, vez grandes edificios, palacios y mezquitas que se vienen construyendo desde hace siglos. Pero antes de arrancar el recorrido paramos en un café local a tomar un café y fumar Narguile saborizado y disfrutar de ésta tradición.

Plaza de Taksim

El barrio de Taksim, es uno de los barrios más bonitos de Estambul dentro de la zona moderna, junto al barrio de Beyoglu y en los alrededores de la plaza los contrastes culturales de la ciudad resultan evidentes, no solo por la mezcla de estilos arquitectónicos de los edificios, sino también por la gente que recorre sus calles, como una unión entre oriente y occidente. La Plaza de Taksim está considerada el corazón de la ciudad y es el lugar favorito para la celebración de eventos públicos y deportivos, aunque también es el punto de partida de diferentes manifestaciones políticas que en muchas ocasiones terminan en forma violenta.

El corazón del barrio es la plaza Taksim, uno de los núcleos importantes de Estambul. En ella se encuentra el Monumento a la Independencia en donde se representan grandes figuras turcas como Mustafá Kemal Atatürk, el fundador de la república e impulsor de la modernidad en Turquía, hecho por el que aún sigue siendo reverenciado. El conjunto escultórico da la bienvenida a la avenida peatonal İstiklal, en donde además de disfrutar de las castañas asadas que preparan en cada esquina, encontras la primer parada del tranvía de Taksim, por lo que se puede considerar como la auténtica puerta de entrada del centro de Estambul. Pese a su modernidad, el barrio no olvida su esencia turca y junto a los establecimientos se descubren también pequeños callejones que esconden típicos cafés tradicionales en donde se puede disfrutar un café turco y fumar narguile.

Torre de Gálata

Cuenta la leyenda que Hezarfen Ahmet Celebi, fue un joven otomano que, influenciado por las creaciones de instrumentos voladores de Leonardo da Vinci, decidió en el siglo XV diseñar unas alas de madera con el fin de cumplir uno de los grandes sueños de la humanidad: Volar como los Pájaros.

Después de varias pruebas en sitios más bajos, se llenó de valor, subió a la Torre de Gálata y se lanzó al vacío, consiguiendo planear y atravesar el Bósforo, de casi 3,5 km de ancho, y con la ayuda de los vientos, alcanzar el lado asiático, convirtiéndose así en el primer hombre de la historia que conseguía surcar los cielos.

Así que el sultán Murad IV le concedió un saco de monedas de oro y dijo: “es un hombre asustadizo, pero capaz de hacer todo lo que quiera y no es correcto mantener a esas personas”. Así que lo envió a Argelia al exilio, donde murió a los 31 años.

La elección del punto de partida de este pionero de la aviación no fue al azar, ya que ésta torre de 67 metros, construida en 1348, con muros de 4 mts de ancho, fue llamada en su momento Torre de Cristo por genoveses y bizantinos, sirviendo como punto de control del Bósforo, el mar de Mármara y el Cuerno de Oro. La torre original estaba en otro lugar, pero fue destruida durante la Cuarta Cruzada en 1204. En 1960, se sustituyó el interior original de madera por una estructura de hormigón y se abrió al público. En las plantas superiores hay un club nocturno con música en vivo y restaurante desde donde se disfruta de una panorámica privilegiada de Estambul y el Bósforo.

Muy cerca de ahí el Puente Gálata une los dos continentes con seis carriles para autos en su parte superior y varios comercios y restaurantes de pescado fresco, ubicados casi al ras de las aguas del Bósforo. El viejo puente de 1863 que se dice fue construido en donde, hasta el siglo XV, existía esa enorme cadena que permitía a los bizantinos proteger su ciudad, fue visitado por Napoleón Bonaparte y éste exclamó: “si la tierra fuera un solo estado, Estambul sería su capital”.

Los Bazares de Estambul

El Gran Bazar de Estambul es uno de los mercados más grandes y antiguos del mundo y uno de los mejores lugares de la ciudad para hacer compras de artesanía, joyas y ropa. Ahí trabajan unas 20.000 personas en sus más de 4.000 tiendas distribuidos en 80 calles y recibe 500.000 visitantes diarios. El bazar está ordenado de manera gremial y sus calles llevan el nombre del gremio que trabaja en ellas, como vendedores de pieles, joyeros, artesanos, vendedores de telas, restaurantes y bares de toda clase. Su origen se remonta al año 1450 y con el tiempo los edificios crecieron en número y las calles fueron techadas y poco después todo el complejo fue amurallado y se instalaron bancos, una clínica, oficina de correo, una comisaría y servicio de seguridad.

Si tenés pensado recorrer el Gran Bazar es indispensable regatear. Y como ya dijimos antes, es algo agotador hasta que llegas a un precio en que ambas partes consideran justas. La negociación llevará tiempo y muchas veces el trato se cierra tomando un té. Muchos vendedores son capaces de rebajar el precio hasta la mitad de la cifra inicial, por lo que inténtalo hasta que no puedas bajarlo más.

No te preocupes por el idioma, ya que los vendedores con tal de hacer negocios se las ingeniarán para contestarte en cualquier idioma y si durante la negociación no bajan el precio hasta el punto que consideras adecuado, le decís que ya no estás interesado porque lo consideras elevado y ellos comenzarán a bajar los precios. Recomiendo usar solo efectivo, no tarjeta de crédito. Y si vas a la mañana podés visitarlo tranquilamente sin tanto bullicio pero al acercarse el cierre se pueden conseguir mejores precios de algunos productos.

Otro bazar para visitar es el Bazar Egipcio o de las Especias. Es más pequeño que el Gran Bazar, más turístico y cuenta con unas 90 tiendas orientadas a las especies, tés, dulces, quesos, frutos secos y souvenir. El nombre de Bazar Egipcio viene de cuando Estambul era la parada final de la Ruta de la Seda y desde aquí partían los barcos hacia Venecia que luego comerciaban en Europa.

Todo es tentador y apetecible, así que dejate seducir por el colorido y los aromas y probá todo lo que puedas. La zona que rodea el bazar es animada y ahí se respira el ambiente más oriental de Estambul en donde se mezclan vendedores de buñuelos, castañas, kebabs y helados, con restaurantes y bares para degustar un plato típico, un café o simplemente fumar narguile.

La vida en el Palacio

El más conocido es el Palacio de Topkapi que fue el centro administrativo del Imperio otomano desde 1465 hasta 1853, muy cerca del Cuerno de Oro y el Mar de Mármara y cuenta con edificios como Sala de Armas, Establos Reales, Cocina Real, Tesoro, Harén, Patio de Ceremonias, Sala del Consejo Privado, Mezquita Real, Biblioteca, Pabellón de Reliquias Sagradas, todos en un gran área rodeados por la gran muralla bizantina.

Para los extranjeros, el Palacio Museo de Topkapi es una de las principales atracciones de Estambul. Las fabulosas colecciones de joyas, porcelanas europeas y chinas, armas, vestimentas históricas y vajilla confirman el esplendor que siempre se asocia con el Imperio Otomano. Botines de guerra, trofeos, regalos, colecciones de joyas o invaluables piezas que pertenecieron a los antiguos emperadores del Imperio Otomano. Entre las reliquias religiosas se halla el supuesto cráneo de San Juan Bautista guardado dentro de un relicario de oro.

En la Sala de Armas se encuentran unas 400 piezas que abarcan desde el siglo VII hasta el siglo XIX y dentro de esta colección hay distintas armas ornamentadas que provienen de regalos de otros monarcas extranjeros como señal de respeto hacia los sultanes, además de diferentes dagas, puñales, escudos, hachas. Pero tal vez el más emblemático sea el Puñal Topkapi, realizado en 1741 con incrustaciones de tres impresionantes esmeraldas ovales de 4 cm en su empuñadura y bordeada de varios diamantes, con una vaina de oro, decorada con motivos florales esmaltados con dos diamantes incrustados en los dos extremos.

También podes ver el llamado Diamante del Cucharero, que es el tercer diamante más grande del mundo, que tiene 88 quilates rodeado de 50 brillantes y dicen que perteneció a Letizia Ramolino, madre de Napoleón. Una lástima que no se pueda fotografiar ni grabar las exclamaciones de los visitantes porque son tesoros para admirar.

Otro de los lugares son Cocinas Reales formadas realmente por tres cocinas distintas. La más grande tenía la función de prepararse la comida para los invitados del sultán y podían dar de comer hasta cuatro mil personas, en la segunda se preparaban delicias turcas, postres y dulces y la tercera era la cocina privada del sultán y donde se preparaba sólo su comida y la de sus familiares. Hoy en día la cocina alberga una de las exposiciones de porcelanas y cristales más importantes del mundo siendo considerada la tercera en importancia detrás la del Palacio Imperial de Pekín y la de Dresde.

En lo que hoy es Pabellón del Santo Manto y Reliquias Sagradas se encontraban los apartamentos privados del sultán Mehmed II y ahí se exhiben al público, desde 1962, algunos objetos religiosos, mientras un imán reza versículos del Corán, lo cual se realiza desde hace más de 500 años. Entre los objetos más importantes se encuentran el Santo Manto del fundador del Islam, el Profeta Mahoma, así como un pelo de su barba, el relicario donde se conserva uno de sus dientes y el arco y la espada del profeta. También hay tierra de la tumba de Mahoma, una huella de su pie enmarcada en bronce, 139 ejemplares del Corán de gran importancia histórica para el islamismo, llaves de la Kaaba y elementos personales de los compañeros del profeta como una bandeja de Abraham, un bastón de Moisés, la espada de David y la túnica de José. Estás reliquias son consideradas las más sagradas del mundo musulmán y se exhiben bajo una luz tenue para mantenerlas en buen estado de conservación.

Pero tal vez, el sitio más visitado y fotografiado del palacio sea el Harén, que era el lugar donde residía el Sultán, su familia y unas 600 mujeres de alto nivel cultural y educadas en algunas habilidades. En éste lugar en donde los sultanes vivían con sus familias contaba con 300 habitaciones, nueve baños, dos mezquitas, hospital, dormitorios y una lavandería. La Reina Madre era la máxima responsable del Harén y era quien regulaba las relaciones entre el sultán y sus esposas e hijos además de tener influencia en la vida política del imperio. Ninguna concubina podía entrar o salir del harem sin el permiso de la Reina Madre y los eunucos que vigilaban el harem le reportaban solo a ella.

Para perpetuar la dinastía, esclavas hermosas e inteligentes eran capturadas en guerras y conquistas, reclutadas dentro del imperio o traídas de países vecinos como regalos de gobernantes. Ellas aprendían poesía, música, danza al igual que las mujeres de las cortes europeas y debían conocer el Corán. La mayoría de las mujeres que estaban en el harén eran utilizadas para el servicio sin tener que cumplir un rol sexual y recibían el nombre de mujer de cámara. Cada una de ellas recibía un sueldo y cuando superaban los nueve años en el harén se le permitía abandonarlo para que pudieran casarse, entonces el sultán pagaba su boda y le entregaba una dote. Las mujeres del harén procuraban no quedar embarazadas ya que si eso sucedía deberían quedarse en el harén. Sin embargo, las esposas de los oficiales y del propio sultán sí deseaban quedar embarazadas, porque sus hijos tendrían un trato especial y nunca serían vendidos.

El papel de los eunucos era muy importante en el harén. Lo eunucos negros eran esclavos africanos que custodiaban a las mujeres y protegían sus puertas. Controlaban, desde sus comidas hasta sus ropas. Mientras los eunucos blancos procedían de los Balcanes y servían en la escuela del palacio, que era el lugar donde eran instruidos los niños del harén para convertirlos en oficiales jenízaros, que era la elite del ejército otomano. Los eunucos al ser castrados no ponían en peligro la virginidad de las mujeres y casi no se los consideraba hombres porque nunca eran tentados por ellas.

Palacio de Dolmabahce

Este palacio es uno de los lugares más interesantes para visitar en Estambul, no sólo por su grandeza sino por el símbolo que representa para la población turca ya que aquí, el fundador y primer presidente de la Turquía moderna Mustafá Atatürk, pasó sus últimos años muriendo el 10 de noviembre de 1938. Hoy su habitación es parte del museo.

El palacio sirvió de centro administrativo del Imperio otomano desde 1853 a 1922 y fue el primer palacio de estilo europeo en Estambul. Fue construido en tiempos del sultán Abdul Mejid I entre 1842 y 1853 y el objetivo era competir e impresionar a las cortes europeas y lo consiguió no solo con la arquitectura en donde se usaron 35 toneladas de oro para cubrir los costos de la construcción, sino también se usaron otras 14 toneladas de oro para revestir los techos del interior del palacio y decorarlo con una escalinata de Cristal en forma de doble herradura con incrustaciones de caoba, cientos de lámparas de cristal de Bohemia y Baccarat y la mayor araña de cristal de Bohemia (750 lámparas y 5 toneladas de peso) está ubicada en el Salón del Trono, que fue un regalo de la reina Victoria, además de alfombras elaboradas en la Fábrica Imperial y algunas alfombras de piel de oso, de más de 150 años, que fueron un regalo del Zar de Rusia. El palacio se divide en las habitaciones reservadas a los hombres, las habitaciones ceremoniales y el Harem, que incluía los apartamentos de la familia del Sultán. El palacio tiene 285 habitaciones, 46 salones, 6 Hammam y 68 cuartos de baño. Este palacio pasó a ser la residencia de los sultanes en reemplazo del Palacio Topkapi ya que era más moderno y tenía más comodidades.

Iglesia De San Salvador de Chora

Tal vez fue la primera construcción cristiana en el lugar y data del siglo IV. En un principio fue un monasterio dedicada a San Salvador. Luego llegaron los cruzados, los hunos, los persas, los árabes, los búlgaros, los rusos y al final los otomanos quienes la transforman en mezquita y al igual que en Santa Sofía, los mosaicos y pinturas fueron cubiertas y permanecieron así por siglos hasta que volvieron a la luz y la mezquita se convirtió en el museo Kariye.

La visita a San Salvador en Chora tiene como finalidad admirar los mosaicos y los frescos que cubren sus paredes que muestran momentos de la vida de Jesús, desde antes de su nacimiento con la anunciación a San José o la huida a Egipto, su bautismo, las bodas de Canaán, la samaritana, el leproso e imágenes de la vida de la Virgen María. El Nuevo Testamento está representado ahí, con la imagen de un Cristo Pantocrátor, la genealogía de Cristo desde Adán, la virgen con el niño o un impresionante Juicio Final. Te lleva un rato ver éstos mosaicos que están entre los más hermosos del mundo bizantino ya que el nivel de detalle es impresionante.

Acueducto Valente

Una de las construcciones más emblemáticas de Estambul es el Acueducto de Valente, que fue construido hacia el año 368 cuando todavía se llamaba Constantinopla, que la única gran ciudad del imperio romano que continuaba en expansión y aunque la zona era húmeda y estaba llena de bosques, fuentes y arroyos, la gran metrópoli necesitaba agua. Así que los ingenieros construyeron un sistema de 400 Km de canales que cruzaban túneles y barrancos, creando el acueducto, desde donde se distribuía el agua a más de cien cisternas repartidas por la ciudad. El acueducto tiene unos 30 mts de alto y originalmente tenía una longitud de 1.000 mts, pero hoy se conservan 600 mts en el área cerca de la Mezquita Süleymaniye, justo detrás de la Mezquita Sehzade y sus arcos son atravesados por varios carriles de una de las principales carreteras de la ciudad que según los expertos podrían ocasionarle daños irreversibles a la estructura.

El Acueducto de Valente, probablemente sea el proyecto arquitectónico de más éxito de la historia de Constantinopla que proveyó de agua dulce a la ciudad de manera casi continua durante unos 1.600 años hasta fines del siglo XIX, cuando fue sustituido por un sistema de cañerías. Hoy es uno de los principales signos del escaso patrimonio bizantino que quedan en Estambul, junto con Santa Sofía, la Cisterna Basílica y las murallas de Constantinopla, un registro de la grandeza de su tiempo.

Este acueducto nos sirvió de referencia dias después con un taxista turco asiático que nunca había venido a la parte europea. Pero esa aventura te la cuento otro día.

Por ahora te dejo éste video para que veas como nos fue en Turquía y la próxima semana nos vemos en Cappadocia.

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