En el estribillo del track 7 del disco Inmundo, Carajo definió casi perfectamente lo que significa ser músico en cualquier parte del planeta. ‘Se trata de saber jugar y de aprender el juego, sabiendo cómo hay que jugar disfrutarás’, canta efusivamente Marcelo ‘Corvata’ Corvalán acompañado por un video que cuenta en 3:40 cómo el amor por la música, por los amigos, por una banda, por volver a sostener el amado instrumento puede hacer que las canas no importen. Que la pasión nunca deje de correr por las venas.

Esa filosofía de vida retratada en el tema ‘El que ama lo que hace’, es la que todos los días, desde hace más de tres décadas acompaña y pregona Dante Ricardo Páez.

Bajista por elección y amor, Richard de la Granja, como se lo conoce en el ambiente del rock sanjuanino, contó en una charla con Diario 13 que le gusta tocar las cuatro cuerdas porque a la hora de la verdad solo hay que ajustarse el instrumento, enchufar el equipo y empezar a sonar, sin la imperiosa necesidad de pedales para que el sonido sea bueno. ‘Me parece sencillo, directo y correcto’.

Un nutrido listado de bandas y proyectos de los que fue parte evidencian su amor y, a su vez, su aporte a la música local. Richard prefiere el bajo para tocar en directo, arriba de un escenario, con amigos, zapando. Pero a la hora de componer elige sus guitarras o un teclado. ‘Es donde mejor se compone’, sostiene.

Dueño de la sala de ensayo La Granja, a la que también atiende, el experimentado músico expresó: ‘La gente no entiende cómo puedo tener el picaporte roto en la casa, el dedo gordo salido de la zapatilla, el pantalón roto, y a la vez un bajo o un equipo Marshall con caja, que vale medio millón. Bueno, esa es la música, así es el músico. Bienvenido al mundo del músico y de la música, es eso. Y los grandes autores, Bach, Beethoven, fueron así, no fueron de otra manera’

Es que cuando le consultan a Richard si puede vivir de la música, él elige con autoridad no hablar de ‘vivir de la música’, sino ‘invertir en la música’. Para este sanjuanino amante del hard rock ‘entender el juego’ es ser consiente que más allá de la calidad y cantidad del éxito nunca se debe dejar de invertir en horas de ensayo, en equipamiento, en tecnología de software para grabación, pero, sobre todo, en la pasión que alimenta el día a día el ser músico y hacer música.

‘Es muy difícil que esa persona sea infeliz. Es muy probable que sea feliz. A lo mejor no gane o no viva de la música, pero va a ser feliz tocando lo que quiere y tocando el equipo que quiere y el instrumento que quiere. Conozco mucha gente feliz, y conozco mucha gente feliz con poco, y conozco mucha gente feliz que no sabe si algún día va a llegar a tener una Gibson Les Paul o una Fender, pero son felices con su guitarra. Su guitarrita suena bien, nunca lo deja a pie y ha hecho canciones. La quiere porque ha hecho canciones y ha hecho acordes y le han dado satisfacción. Entonces ahí viene el tema, porque esto es muy bohemio y muy sentimental la música, la gente no entiende’, sostiene Richard.

En su intento de vivir de la música, o de algo estrechamente relacionada a ella, es dueño de la sala La Granja. Esa faceta de su vida, que algo de dinero le deja, lo hace forjar vínculos con músicos de la provincia. En algunos casos más sólidos y en otros superficiales, pero siempre presto para un consejo a las nuevas generaciones, o el que se los pide.

Ese costado, que los años como músico le ha otorgado, le ha provisto de las herramientas necesarias para detectar cuando un proyecto prosperará o no, cuando a un guitarrista o un baterista sus compañeros lo dejarán ‘solo con su lata de cerveza y su cigarrillo’, fruto de su irresponsabilidad.

Como todo trabajador, como cualquier laburante que ama lo que hace, Richard tiene un respeto de gran tamaño por la profesión. Para este bajista de experiencia, a la hora de ensayar no solamente hay que saberse los temas y ser uno con el metrónomo, sino también llegar al ensayo descansado, ensayado, limpio, sobrio, y con muchas ganas de que esa sinergia pueda dar lugar a la creatividad, a esa energía que la banda siente ‘cuando la cosa fluye’.

D 13- ¿Cómo empezó tu amor por la música?, ¿cuáles son tus primeros recuerdos con ella?

Richard - La verdad que no sé cómo me enamoré de la música. Siempre me gustó, de chico y de joven. Me gustaba cómo sonaban los discos, cómo sonaban los vinilos, cómo sonaban los CD, cómo sonaban las grabaciones, cómo sonaban las bandas, cómo había tantas bandas que sonaran todas distintas. Siempre escuché música de afuera, inglés, estadounidense, y también en español. El rock acústico en español de los 70’, de todos los estilos: clásica, fusión, jazz rock, metal, blues, pop.

D 13 - ¿Cuál fue tu primer instrumento?

Richard - Fue un bajo que lo vendía un vecino de barrio, digamos, un chico de un barrio cercano. Era un Fain, formato Paul McCartney. Ese bajo estuvo como tres o cuatro años en uso, pero lo deje de tocar. Un día me dijo un amigo ‘o lo vendes o te pones a practicar y a estudiar’, y fue ahí cuando retomé. Me gustaba a mí el bajo, escuchaba a los bajistas, por eso le cambié las cuerdas, le conseguí cable, correa y me puse a empezar a tocar, a aprender solo. Después, al tiempo, a los dos años, busqué un profesor. Uno o dos profesores.

Uno de esos profesores fue el que con total intención lo empujó a un largo camino de bandas. Con tono imperativo el profe de bajo le ‘aconsejó’ que se buscara o formara una banda. La idea era que el joven Ricardo vivenciara lo que es tocar con otros músicos. Seguir un metrónomo, marcar junto al bombo de la batería, ser muchas veces el alma de la banda, aprender a regular volúmenes y coexistir con un tecladista, un guitarrista, con un cantante.

D 13 - ¿Cuándo y cómo fueron tus comienzos tocando en bandas?

Richard – El recorrido es muy largo. Empieza entre el 89’ y el 90’, con Mantra.Después nos fuimos a Córdoba, éramos todos sanjuaninos. Y de ahí estuvimos un tiempo y yo me vine, a trabajar, estudiar y tocar. Estudié abogacía, pero dejé la carrera. Entonces en el 98 armamos Térmica. Oséa ensayamos 97’-98’, pero por problemas económicos el guitarrista tuvo que vender la guitarra. En el 2001, con la explosión de la crisis dejamos de tocar porque ya todos teníamos problemas económicos en las casas. Y de ahí siguió Praxix una banda que en el 2000 hacía metal o rock progresivo, hard rock progresivo. Estuvimos, hasta el 2005, 2006 más o menos, hasta que volvimos con Térmica con Tony Berenguel en la guitarra. Luego siguió Dasein donde toqué el teclado y hacíamos death metal melódico. Después toqué el teclado en 3 Gatos Locos que hacíamos rock blues. Y en ese tiempo empecé a armar mis maquetas, a hacer mi música, que está prácticamente guardada hasta poder registrarla como se debe. Pero en lo que respecta a bandas, después de eso fue Akela Vrakio y en la actualidad toco con King Paranoid haciendo tributos a ACDC y otras bandas de hard rock.

 El experimentado bajista continua uno de sus más ambiciosos y queridos proyectos como lo es la banda Térmica, y lo sigue haciendo junto a Berenguel. En la actualidad están un poco parados debido a que no tienen baterista. Además de que entre la atención de la sala y su otro proyecto debe repartir mucho su tiempo.

A la hora de hablar de la escena local, sus complicaciones y si hay lugares dignos en la provincia para que los músicos sanjuaninos puedan tocar, Richard no duda en señalar que son los propios músicos los que deben hacer que la escena crezca. Para el músico es importante que los empresarios privados ‘banquen la parada’ con los solistas y bandas, y que no sea necesariamente el Estado local quiénes incentiven o activen ‘la movida’.  ‘No creo nunca que el gobierno, ya sea de turno o no, haga algo por la expresión independiente. No lo creo, y creería que tampoco es bueno’, expresó.

Como soluciones posibles ante el panorama desértico de lugares para que solo toquen las bandas, y lo hagan con buen sonido, el experimentado músico aseguró que los artistas se tienen que unir cada día un poco más. ‘Funcionar como equipos que puedan llevar adelante, y con éxito una cooperativa para que pueda existir un trabajo mejor remunerado por lo que ellos hacen, que es música por músicos sanjuaninos’, manifestó.

D 13 - ¿Cómo es manejar una sala de ensayo? ¿rabeas con los músicos?

Richard - La sala de ensayo es algo muy difícil de llevar porque al no ser los instrumentos de ellos, no ser los equipos de ellos, hay muchos músicos que no les importa. Otros que tienen respeto, pero de la manera en que respeten y que terminemos la jornada sin cosas rotas, robadas o quemadas, es la manera en fluye, en que no trae malos ratos y a ellos les sirve.

Tras una pausa, pensó para luego agregar: ‘Yo siempre converso con los músicos, les muestro lo que cuesta y les hago entender que, si no voy a cuidar lo que tengo, es muy sencillo, voy a optar por cerrar la sala. Es que no me conviene como trabajo, como negocio una actividad que me está consumiendo tiempo y dinero. Ahora, si son conscientes que después de él en su lugar habrá otro músico ocupando lo que él ocupó, le servirá a la hora de llegar encontrar la sala en orden’, cerró.

Así de directo es Richard con los músicos que van a ensayar a su sala. Quizás más de tres décadas en los escenarios le dan los anillos de poder que tienen esos músicos con trayectoria, que sin perder su humildad, saben cómo trasmitir que los músicos tienen que respetar a otros músicos, y se tienen que respetar a ellos mismos para que un proyecto, una banda prospere. Para hacer carrera y así laburar de lo que aman, o simplemente, y en el día a día, amar lo que se hace.