“Puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la posición social de las Mujeres”, es la frase que resume el pensamiento del prócer sanjuanino. Poco se conoce sobre las ideas de Domingo Faustino Sarmiento respecto  al rol de la mujer en la sociedad, pese a que promovió una mayor participación de las mujeres en la escena pública.

Al respecto, la socióloga y especialista en temáticas de género, Laura Ávila,  afirma que el padre de las aulas estaba influenciado por las ideas liberales de la segunda revolución industrial y la revolución francesa, las cuales aspiraban a que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades, deberes y derechos. “Esta idea medía el grado de civilización de una nación, especialmente si en ella las mujeres lograban oportunidades y derechos que les permitiera atravesar el mundo público para desarrollar su inteligencia, valor y creatividad, y no sólo quedarse en el mundo doméstico que les era asignado”, señala Ávila.

En su  estadía en los Estados Unidos, Sarmiento quedó sorprendido por el lugar que ocupaban las mujeres en la comunidad y al respecto decía en su libro “Viajes”: “la mujer soltera, o el hombre de sexo femenino es libre como las mariposas hasta el momento de encerrarse en el capullo doméstico, para llenar con el matrimonio sus funciones sociales. Antes de esta época viaja sola, vaga por las calles de las ciudades y mantiene amoríos castos a la par que desenvueltos a la luz del público, bajo el ojo indiferente de sus padres. Recibe visitas de personas que no se han presentado a su familia, y a las dos de la mañana vuelve de un baile a su casa acompañada de aquel que ha valsado o polkado exclusivamente toda la noche”.

Para Sarmiento esa libertad que gozaban las mujeres tenía su explicación en la educación que habían recibido. En la obra citada anteriormente afirmaba que: “no sin asombro ví mujeres que pagaban una pensión para estudiar matemáticas, química, botánica y  anatomía, como ramos complementarios a su educación. Eran niñas pobres que tomaban dinero anticipado para costear su educación(..)”

Por eso, cuando asume en 1856 como Jefe de Departamento de Escuelas tenía claro que para alcanzar la sociedad igualitaria que tanto anhelaba debía garantizar un sistema educativo equitativo y sin exclusiones. Además, consideraba que las mujeres no solo debían prepararse para la maternidad, el matrimonio y el hogar, sino también como educadoras en el marco de su proyecto económico y político. De esta manera,  de acuerdo a la socióloga Laura Ávila, el Estado les garantizaba la posibilidad de tener un trabajo y un salario propio.

Más adelante,  en 1862,  el cuyano otorgó  el voto calificado femenino en elecciones municipales, siendo una medida vanguardista en la época.

Entre tantos escritos que dejó el polémico Domingo Faustino Sarmiento y que abarcaron su preocupación por  la vida política, social y cultural del país, el posicionamiento de las mujeres en la sociedad no podía quedar afuera.