Raúl del Rosario Ruarte no necesita presentación en el mundo del ciclismo. A sus 57 años, este riojano radicado en San Juan es recordado como el máximo ganador de la emblemática Doble Difunta Correa, una competencia que combina el esfuerzo físico con una conexión espiritual única.

"Para mí, esta carrera es la más clásica. Quienes entienden de ciclismo saben que correr la Difunta Correa tiene un condimento especial, no solo por su nivel competitivo, sino también por la creencia religiosa que la rodea", contó Ruarte en una entrevista con Canal 13 San Juan. Durante cada edición en la que participó, Ruarte se encomendaba a la Difunta, pidiendo protección desde la largada hasta la meta.

Ruarte nació en la estancia San Nicolás, un rincón rural en el departamento San Martín, ubicado en los llanos riojanos. “Vivíamos en un campo muy precario, rodeados de naturaleza. Pero con el tiempo, mis padres decidieron emigrar en busca de un mejor futuro”, relató.

A los 7 años, junto a una parte de su familia numerosa, se instaló en San Juan. Fue allí donde comenzó a gestarse su amor por el ciclismo. “En los años 80, el ciclismo era una pasión que se vivía en la radio. Cada fin de semana, escuchábamos las transmisiones como un ritual. A fuerza de oír tantas historias y relatos, me volví fanático”, recordó con nostalgia.

Fue en esos días que Ruarte decidió involucrarse activamente en el deporte. Empezó acompañando a otros ciclistas al velódromo viejo, en las calderas. Su pasión pronto se transformó en acción, y con el tiempo, en victorias.

La Difunta Correa: mucho más que una carrera

Con su primera participación en la Difunta Correa, Ruarte entendió que estaba frente a algo más grande que una competencia deportiva. "Es una carrera que convoca a muchos corredores y marca historia. Ganarla te convierte en parte de una lista de ciclistas con nombre y trayectoria. Hoy, al mirar el historial y ver mi nombre como el máximo ganador, siento orgullo y nostalgia", confesó.

La conexión con esta competencia va más allá del ciclismo. Para Ruarte, la carrera simboliza una mezcla de esfuerzo, fe y gratitud. "Muchos corredores se encomiendan a la Difunta antes de correr, y yo era uno de ellos. Es una experiencia única que nunca voy a olvidar", señaló.