River volvió a regalarle al fútbol una muestra más de ser un equipo de compromisos grandes. Con diez jugadores desde los 7’ nunca renunció a su estilo de juego, por momentos tuvo que aguantar las tímidas e inexpresivas acciones de ataques de Talleres, pero aguantó con grandeza. Por eso, este jueves el equipo dirigido por Gallardo ganó un partido que puede significar un título a posterior.

En un encuentro correspondiente a la fecha 17ª de la Liga Profesional, el Millonario venció a su perseguidor por 2-0, le sacó siete puntos de ventaja y, sacó adelante con juego, ímpetu, presión y buen tino para tomar decisiones, un partido que a los grandes equipos con campañas de campeón se les ve en el camino al objetivo.

En la previa los muchachos de Gallardo sabían que era un encuentro más que importante. La previa se pintó como el partido del año y, aunque no lo fue, ni lo era, porque faltan 8 fechas más. Era un partido bisagra, para no caer, para llevarse los tres puntos para Núñez, y de la forma que se lo llevó, con sabor a épica por el jugador de más, porque su rival nunca fue más y por el resultado final.

A los 7’ se fue expulsado el central juvenil Felipe Peña Biafore. A jugar con diez, y panorama negro de cara a todo lo que faltaba. A los 42’ llegó el gol del empate, cuando se iba el primer tiempo, para golpear anímicamente al rival, llegó el central paraguayo Robert Rojas para empujarla.

En el segundo tiempo River se replegó apenas, pero con mediocampistas ordenados, corredores, con juego y determinación para continuar con presiones elegidas. Talleres intentó doblegar el fondo, pero la ayuda a los cuatro de atrás no faltaba. No generó casi ocasiones de gol el equipo cordobés. Para ponerle la frutilla al postre, Julián Álvarez le dio el pase a Romero, que en su vuelta tras una lesión decretó el cierre del partido, porque el resto se jugó con un local entregado, y un puntero que sabe que esta noche dio un gran paso para el título que le quita el sueño a Gallardo.