Esta semana, el Gobierno de Javier Milei sorprendió al anunciar la disolución de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), uno de los organismos más importantes en la gestión de tributos en el país, y su reemplazo por la Agencia de Recaudación y Control (ARCA). Este nuevo ente buscará reducir la burocracia y mejorar la eficiencia en la recaudación de impuestos, según indicaron fuentes oficiales.

Con la creación de ARCA, se espera un fuerte recorte en la estructura del organismo, reduciendo un 45% de las autoridades superiores y un 31% en los niveles inferiores, lo que generaría un ahorro estimado de $6.400 millones. Esta medida, que forma parte de una política de reducción del tamaño del Estado, tiene entre sus objetivos principales la eliminación de cargos innecesarios y la lucha contra la corrupción dentro del organismo.

Sin embargo, el anuncio generó una ola de dudas entre los contribuyentes, que temen posibles cambios en la gestión de impuestos, el monotributo y la emisión de la factura electrónica. A pesar de que el Gobierno aseguró que ARCA absorberá las funciones tributarias de la extinta AFIP, especialistas advierten que el desafío no será sencillo, ya que el organismo deberá gestionar la compleja estructura tributaria, aduanera y de seguridad social a nivel nacional.

Además, señalan que la relación entre los contribuyentes y la administración tributaria mejoró gracias a la tecnología, aunque persisten problemas en la comunicación y en la capacitación del personal. La incertidumbre sobre si ARCA logrará mejorar estos aspectos es uno de los puntos más discutidos tras la disolución de la AFIP.

Aunque se mantiene la Dirección General Impositiva (DGI) y la Aduana, muchos se preguntan si la transición afectará la recaudación o si se generarán inconvenientes en los aplicativos utilizados para gestionar los tributos. Sin embargo, los especialistas coinciden en que, al menos en el corto plazo, los contribuyentes no deberían notar grandes cambios en sus obligaciones fiscales.

El desafío para el nuevo organismo será grande: garantizar una transición sin sobresaltos para los contribuyentes y demostrar que esta reestructuración no solo reducirá costos, sino que también mejorará la eficiencia en la recaudación y el control fiscal.