La curva de contagios por el COVID-19 crece en la Ciudad de Buenos Aires y la pandemia se hace sentir mucho más en los barrios y asentamientos, lo que despertó la preocupación entre los vecinos y las autoridades del gobierno porteño. La Villa 31, en Retiro, y la 1-11-14, en Bajo Flores, son las que registraron los niveles más elevados de infectados. El ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, admitió al comienzo de la semana que en “todas las villas de la Ciudad tienen al menos un caso confirmado”.

Según datos oficiales, hasta este jueves, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tiene registró 124 casos de coronavirus en los barrios más vulnerables de la ciudad: 57 casos en la Villa 31 y otros 48 en la 1-11-14. La distribución de los contagios en los barrios vulnerables se completó hasta el momento de la siguiente forma: 3 en Ciudad Oculta, 2 en la Villa 20, otros 2 en Barrio Fátima, un contagio en Barrio 21-24 y otro más en el Barrio Mitre. Esta cifra equivale a cerca de un 10% del total de casos registrados en la ciudad de Buenos Aires, que son 1.123, según informaron autoridades sanitarias nacionales durante el parte matutino de este jueves por la mañana, además confirmaron que ya son 65 muertos en el distrito. Mientras, ese porcentaje de contagios es proporcional a la cantidad de personas que viven en los barrios carenciados: de los casi tres millones de habitantes de la Capital Federal, aproximadamente 350 mil viven en villas de emergencia.

No obstante, y al igual que en el resto de la población, las cifras de contagios serían muy superiores a las reconocidas hasta el momento por las autoridades, según advirtieron algunas organizaciones territoriales. En este contexto, se informó que el equipo de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Ciudad trabaja con 64 casos sospechosos de haber contraído el virus, por tratarse de contactos estrechos de los casos positivos. Frente a esta realidad, el propio jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, reconoció que trabaja para aminorar el impacto y pidió: “El aumento de casos va a llegar y el objetivo es prever y reducir su impacto con el cuidado de todos y en especial de los adultos mayores. Necesitamos que nos sigan acompañando en el uso de barbijos, el aseo, distanciamiento social y salir lo mínimo indispensable y apelamos a la responsabilidad individual”.

Si bien, muchas de las medidas de prevención se focalizan en estos lugares vulnerables, el distanciamiento físico resulta muy complicado de cumplir, lo que deja al descubierto el riesgo que allí se vive. En la Villa 31 hay más de 40 mil habitantes y en la de Bajo Flores más de 53 mil. Las viviendas en general cuentan con escasas condiciones de higiene y hay hacinamiento. En habitaciones mínimas con poca ventilación donde conviven varias personas es difícil pensar en un acatamiento correcto de la cuarentena, que por otra parte golpeó las actividades laborales, muchas veces informales, y provocó un aumento de demanda en los comedores comunitarios.