Han pasado 27 años ya desde que el odontólogo Ricardo Barreda asesinó a balazos a su esposa, su suegra y sus dos hijas. Tras años de presidio, ahora el hombre pasa sus días internado en el hospital Eva Perón de San Martín donde suele delirar y pedir por las mujeres que él mismo asesino.

Los profesionales del lugar contaron que el anciano pregunta por sus hijas y asegura que ellas le dijeron que irán a visitarlo. En otras oportunidades se hace pasar por otra persona. Los profesionales no saben si sufre Alzheimer o quiere engañar a todos.

Esta no es la primera vez que Barreda evidencia cierta confusión, ya cuando se descubrió el crimen el hombre dio un sinnúmero de versiones diferentes. Llego a decir que volvió a su casa de pescar y encontró 4 bultos, que cree que asaltaron a su familia, luego dijo que había ido a un cementerio a “hablar” con sus papás y hasta aseguró que ese día fue a comer con una amante.

Ahora con varios años más, el deterioro hace mella en el multuplefemicida que apenas puede caminar, usa pañales, está más flaco y por momentos tiene lagunas que lo dejan en silencio.

El 15 de noviembre de 1992, en la casa de calle 48 entre 11 y 12, en la ciudad bonaerense de La Plata, Barreda tomó una escopeta y le disparó a su esposa, Gladys McDonald, de 57 años, a su suegra, Elena Arreche, de 86, y a sus dos hijas Cecilia, de 26, y Adriana, de 24. Tras los crímenes Barreda fue condenado a reclusión perpetua por triple homicidio calificado y homicidio simple.

En marzo de 2011 la Sala Primera de la Cámara Penal de La Plata le otorgó el beneficio de libertad condicional  por considerar que el cómputo de tiempo transcurrido en prisión “excedía” el de la condena.