En el marco de la cuarta audiencia del juicio que se lleva adelante en la provincia de Salta en el que se juzga al sacerdote Rubén Agustín Rosa Torino, acusado de abuso sexual gravemente ultrajante, dos de las tres víctimas ratificaron este miércoles el tribunal las denuncias que dieron inicio a la acusación, y se sumaron al testimonio de la otra víctima que declaró el viernes pasado, cuando comenzó el proceso oral y público. 

Rosa Torino, quien había fundado en Salta el Instituto de los Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, está acusado de abuso sexual gravemente ultrajante agravado en perjuicio de dos víctimas y abuso sexual simple agravado, en perjuicio de una tercera. La tercera testigo en declarar contra el sacerdote, en esta jornada fue la exmonja víctima, quien llegó este miércoles a Salta, y reveló que ingresó a la congregación que dirigía Rosa Torino en 1997.

A partir de 2000, año en que estuvo en el círculo privado del imputado, sufrió tocamientos por parte de este desde ese año. No obstante, describió que ella jugaba un papel de mediadora entre el sacerdote y otros miembros de la comunidad, por el fuerte carácter del acusado, quien solía humillar a las personas. Además, indicó que a fines de 2004 le dijo al acusado que durante retiros espirituales escuchó sobre abusos.

Pero el sacerdote le gritó y le pidió nombres, tras lo que le apuntó que los juegos sexuales eran comunes y que, cualquier cosa, le avisara. Luego, fue trasladada a México, donde durante un retiro espiritual, también escuchó sobre abusos, y en octubre de 2010 regresó a Salta, donde comenzó con ataques de llanto y dolores en el cuerpo. Afirmó que le llevó mucho tiempo entender lo que sucedió y pensó que, si denunciaba, traicionaría al imputado. 

Por otro lado, contó que, dentro de la congregación, los hacían pasar por locos cuando se hablaba de abusos y que muchos integrantes, incluida ella, fueron tratados con medicamentos psiquiátricos recetados por un médico clínico relacionado con alguien de la comunidad, quien recetó drogas tales como clonazepam. Aseguró haber conocido otros casos similares, donde las víctimas eran tratadas como “locos” y se les proporcionaba medicación psiquiátrica. 

En esa línea, la exmonja relató que el acusado se burlaba de su cuerpo con comentarios groseros y detalló que de 2000 a 2004 fue sometida a tocamientos por el sacerdote, con chirlos y roces en sus partes íntimas. Precisó que realizó denuncias canónicas en 2015 en San Isidro, Buenos Aires, pero que solo fueron por las humillaciones del acusado, porque no había internalizado los abusos hasta ese momento. 

El cuarto y último testigo de la jornada fue el otro exnovicio víctima, también llegado este miércoles a Salta, quien pidió declarar sin la presencia del acusado y precisó que ingresó a la comunidad en 2009, a los 14 años. Durante su relato, precisó que fue abusado por el sacerdote de Puerto Santa Cruz, en el sur del país, y en 2013, en Salta, por el acusado, tras acercarse a contarle sobre los hechos del sur. 

Asimismo, relató que al pedirle ir al médico por supuesto varicocele, el sacerdote se negó y le explicó sobre la enfermedad, tras lo que lo invitó a pasar a su habitación, donde lo sometió a tocamientos y le pidió que no contara nada. El exnovicio explicó que sintió vergüenza y culpa que luego desembocó en depresión e intentos de suicidio, y dijo que en 2016 recién pudo hablar con su pareja sobre lo ocurrido.