Claramente para todos la pandemia fue un momento de quiebre. Dejando secuelas en como se vislumbra la realidad social. Por este tema Diario 13 charló con Marian Durao,  Doctora en Psicología, especialista en tecnología y coautora del libro ¿Quiénes somos después de la pandemia?. 

La normalidad cambió circunstancialmente. La mayor parte de las acciones que dábamos por sentado sufrieron cambios. Ya sea salir con amigos, viajar, abrazar, festejar un cumpleaños. Esto llevó a que cambie el modo en relacionarnos durante los últimos años, el quiebre se generó y llevó a que nos cuestionaramos como debemos ser o como somos en esta nueva fase post pandemia. 

Marian Durao escribió junto a otro colega de la psicología un nuevo libro en el que relata sobre este importante tema. A continuación la entrevista: 

¿Qué impacto tuvo la tecnología durante la pandemia?


Marian Durao: La crisis pandémica y el exponencial desarrollo tecnológico contemporáneo, ha sacudido y desafiado nuestra forma de vida. Las cuarentenas y el distanciamiento social han traído paradojas vinculares que caracterizan esta época, y probablemente continuarán haciéndolo por varios años. El aislamiento físico de los otros en un primer momento, así como una extrema y constante conexión tecnológica con ellos que hoy se mantiene en un formato híbrido en muchos casos entre lo presencial y lo virtual. Puntualmente durante la pandemia vivimos en el entramado de dos polos entre la distancia de amigos, familiares e inclusive parejas, y la repentina convivencia constante con algunos de ellos. El aislamiento de los otros significativos, así como la posibilidad de que esa carencia despierte en nosotros la valoración de vínculos que dábamos por sentados.

En este marco de paradojas relacionales se inscribe la irrupción casi total de la tecnología en nuestras vidas, como una mediatización necesaria que en parte ha compensado el aislamiento. De un día para el otro el trabajo y la escuela pasaron masivamente a la oficina y al aula virtuales; las charlas con amigos al Whatsapp o a los videojuegos (en el caso de los adolescentes); las fiestas de cumpleaños al Zoom; el intento de conocer gente al Tinder o Bumble y a otras aplicaciones de citas (una tendencia ya presente, pero que se extendió incluso entre los que pensaron que jamás la utilizarían); incluso, las psicoterapias pasaron del consultorio a la videollamada. Más allá del reacomodamiento en cada país, según las idas y vueltas epidemiológicas y gubernamentales, la virtualización de nuestras vidas ha llegado para quedarse.

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¿Se vio algún beneficio en el periodo de aislamiento?


Marian Durao: Hay muchos beneficios en el uso de tecnología que se evidenciaron durante la pandemia. Podemos mencionar, por ejemplo, aquellos relacionados con la educación, el conocimiento y el trabajo; que son procesos que ya venían ocurriendo y se acentuaron por el aislamiento. La infinita biblioteca que posibilita la actual tecnología digital online es uno de los mayores avances de la humanidad en la democratización del conocimiento. Por otra parte, con la virtualización también se federalizan las formaciones: alguien muy alejado de las grandes ciudades puede acceder a los mismos recursos educativos y culturales de quien vive en ellas. La tecnología amplía herramientas y posibilidades tanto en la enseñanza como en el aprendizaje: contenidos accesibles y en distintos formatos, así como la producción colaborativa, el intercambio sincrónico y asincrónico, etc. Sin embargo, la tecnología en sí misma no contiene un aspecto fundamental de la educación, tanto a nivel social como individual: el encuentro y el vínculo humano, con el otro y con uno mismo, la construcción de comunidad y de la propia persona como tal, en base a determinados valores individuales y compartidos. En relación al teletrabajo, distintas investigaciones sobre la salud física y mental señalan pros y contras. La flexibilidad horaria, el manejo de los propios tiempos y espacios, el ahorro del desplazamiento, el foco sin distracciones de compañeros de trabajo, habrían permitido un mejor balance trabajo-vida personal e incluso productividad; y, al mismo tiempo, algunas malas posturas, carencias de comunicación e interacciones, exceso de trabajo por la indefinición horaria, distintos problemas de salud física y mental. Por otro lado, en el área específica de la psicoterapia, un beneficio muy significativo ha sido la posibilidad de que terapeutas y pacientes pudieran continuar o iniciar tratamientos para afrontar el  aumento masivo de estrés, ansiedad, depresión e irritabilidad -y problemáticas específicas relacionadas, como estrés postraumático y duelos complicados- en diferentes países tras la crisis pandémica.

Ya casi en una etapa de normalidad, ¿hay hábitos que quedan?

Marian Durao: Enfocaría en el hecho de que hay hábitos que se han podido cuestionar y modificar a partir de la situación límite que enfrentó la población mundial, y que en muchos casos ha producido un cambio radical en relación a que “parar” ha facilitado la reflexión y toma de conciencia acerca de preguntas fundamentales en la calidad de vida: ¿me gusta mi trabajo?; ¿quiero estar en una oficina 8 horas por día?; ¿estoy dispuesto a viajar para tener una reunión que puedo tener de todas maneras sin moverme de mi casa y que posibilita pasar más tiempo con mi familia? 

¿Quiénes somos en este momento, luego de una pandemia y estar tan expuestos a la tecnología?

Marian Durao: Desde el punto de vista psicológico, se pueden plantear cuatro tendencias de malestar para comprender la situación actual, y para tener cierta claridad respecto a problemáticas a enfrentar. La primera es la de la pandemia psicoemocional, de ansiedad y depresión, que surgió a partir de la extrema incertidumbre y la posible recuperación económica de los países. La segunda tendencia, la del narcisismo y la inautenticidad estimulada por la sociedad digital, atraviesa la relación con nosotros mismos. Ligada al mundo egocentrado al que nos reducen los algoritmos y el exitismo festejado en varias redes sociales, que, en una nueva paradoja, puede alentar a falsear el sí mismo con selfies y filtros, y a esconder la consecuente sensación de vacío. La tercera tendencia, implica nuestra relación con el mundo, en la extendida adicción a la conexión y dificultad de estar presentes. Esta no solo refiere al consumo problemático de internet en sí, sino a la instalación de una cultura de conexión permanente, fragmentada y superficial con innumerables experiencias, que implica no sumergirse vivencialmente ni en una sola de ellas. La cuarta tendencia es la de la marginación y violencia en la relación con el otro, explícitamente manifiestas en el incremento del ciberbullying, la cosificación y la ansiedad social. 

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Sobre el libro de Marian Durao

De la mano de Editorial Akadia,  Marian Durao y Gaspar Segafredo lanzaron su nuevo libro denominado ¿Quiénes somos después de la pandemia?. El libro explora el aislamiento vs la convivencia, al ser humano como unidad, plantea casos clínicos a modo de ejemplo de cómo algunas personas lograron desplegar sus recursos existenciales para reducir el sufrimiento. Así como en algunos casos la pandemia cortó proyectos individuales y colectivos, también mostró o develó insatisfacciones personales, vacíos en la vincularidad y el compromiso vital. Generó situaciones de mucho sufrimiento y también la oportunidad de recrearnos.