Romina Goitía, a sus 40 años, ve desvanecerse su sueño de ser madre después de enfrentar una trágica experiencia en la clínica de fertilidad Eclos, ubicada en La Plata. La búsqueda de la felicidad junto a su esposo, Máximo, se convirtió en una pesadilla cuando descubrió que tres profesionales de la salud jugaron con sus ilusiones y la estafaron.

En una causa que ya ha sido elevada a juicio, la médica Paola Rita Cano Carabajal y su esposo Juan Pablo Pilili, licenciado en Biología, dueños de la clínica de Medicina Reproductiva Eclos, y Santiago Pablo Claver, bioquímico y director del laboratorio Vitalis, enfrentan cargos por "estafa, falsificación de documento y uso de documento falso, en concurso real con ejercicio ilegal de la medicina", según la Justicia penal.

El fiscal Martín Almirón, a cargo de la UFI N°8 de La Plata, sostiene que los acusados engañaban a los pacientes con el objetivo de "obtener dinero a través de análisis y tratamientos de fertilización asistida". Se reveló que daban resultados falsos de estudios clínicos, medicaban sin necesidad y, en algunos casos, brindaban atención sin la habilitación correspondiente.

Romina, tras 13 años de intentos para concebir, recurrió a Eclos para realizar un tratamiento de fertilidad utilizando óvulos y esperma donados del banco Cryobank. La rapidez con la que podían llevar a cabo el tratamiento fue determinante en su elección. Sin embargo, después de la transferencia de embriones, recibió una falsa noticia de embarazo.

La médica Cano Carabajal le comunicó que estaba embarazada, generando una alegría inmensa en Romina y su esposo. Lamentablemente, la falsedad se reveló cuando, una semana después, la clínica informó que había sufrido un aborto espontáneo. Posteriormente, Romina descubrió que el análisis de sangre que indicaba un embarazo positivo había sido falsificado.

El laboratorio Vitalis, donde se realizó el examen de sangre, actuó en complicidad con la clínica de fertilidad. La doctora le confesó a Romina que la habían estafado y nunca estuvo embarazada. Esta revelación no solo afectó su salud física sino también su bienestar psicológico.

Romina, tras meses de procesar la tragedia, enfrenta la difícil decisión de retomar el tratamiento. A pesar del miedo y la desconfianza que ha experimentado, su deseo de ser madre persiste. Sin embargo, reconoce que el reloj biológico no espera y la experiencia la ha dejado con secuelas emocionales difíciles de superar.