Murió Adriana: la mujer que tenia ELA y clamó por una muerte digna
Era santafesina pero llegó a Córdoba para dar charlas sobre su enfermedad. Falleció una semana después de dar una entrevista exclusiva en un noticiero local.
Después de una larga lucha, murió Adriana Stagnaro de 70 años, la doctora en antropología social que había sido diagnosticada con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) en 2021 y pedía la eutanasia para morir “plácidamente”.
Stagnaro falleció el martes 10 de octubre a las 0:10 en Córdoba, a donde había viajado para dar charlas sobre su enfermedad. “Yo quiero morir porque mi vida es muy indigna desde la mañana que me despierto hasta la noche que me acuesto”, había revelado a un medio corbobés.
El médico especialista en emergentología, Carlos Soriano (MP 11584/3), explicó que las horas antes a su muerte, la doctora en antropología social “se había broncoaspirado varias veces, no podía tragar y estaba muy desmejorada”.
“Charlamos con ella y leímos muy bien su voluntad”, expresó acerca del deseo de Stagnaro de morir dignamente e indicó que se le hizo “una sedación paliativa”.
Y añadió a sus dichos, 'ella se duerme hasta que la naturaleza actúe. Se produce un paro cardiorespiratorio”, y sumó que desde la sedación hasta la muerte pasaron entre 14 y 15 horas.
Consultado acerca de si la antropóloga social nacida en Santa Fe murió en paz, el profesional aseguró: “Se puede decir que sí y que no”. “Hace un año y medio que ella estaba rogando por la eutanasia, tenía un sufrimiento existencial muy grande, cinco personas tenían que atenderla por día”, relató.
Soriano reveló que sus últimas palabras fueron “ustedes son unos ángeles, ahora me voy a dormir tranquila”. Sin embargo, el médico cordobés aclaró que en realidad su deseo era “dormir entre los libros de su departamento en Buenos Aires”. “Se fue alegre y puede descansar en paz, lo último fue una sonrisa. Murió agarrada de mis manos y de las manos de su cuidadora”, concluyó.
En la última entrevista con Noticiero Doce, Stagnaro había contado que había planificado su muerte para el 22 de septiembre en Suiza pero varios factores impidieron ese desenlace. Desde entonces, esperaba el día de su fallecimiento “con ansiedad” debido a que no había nada “a nivel científico que pueda detener el deterioro”.
La antropóloga sufría la contracción de sus músculos, dolores en la parte respiratoria, abdominal y ya no podía caminar ni higienizarse por su cuenta. Por eso, su pedido era solo uno: “Una muerte digna porque día a día voy perdiendo capacidades incluso el habla”. Aunque no se cumplieron todos sus desee y batalló arduamente, la tuvo.