Kevin y Franco habían desaparecido el pasado 7 de junio, cuando salieron de su casa en Mendoza, para cobrar un trabajo de albañilería que habían realizado en la localidad de Guaymallén. Fueron más de 20 días sin mayores novedades y una angustia feroz para Lidia Freites, la mamá de los jóvenes. Finalmente el domingo hallaron sus cuerpos en un desagüe y la Policía mendocina bajara las hipótesis del doble crimen.

La autopsia de los jóvenes reveló que se trató de una ejecución mafiosa: cada uno fue asesinado de un disparo calibre 22 en la cabeza y además los golpearon brutalmente en distintas partes del cuerpo como el abdomen y la espalda. Después los llevaron hasta la zona del desagüe y allí, descartaron sus cuerpos. 

Con el hallazgo de los restos, más otros datos que pudieron obtener los investigadores, la fiscal Lazo ordenó la detención de cuatro sospechosos. Se trata de dos hombres que trabajaban en la misma obra en la que Franco se había desempeñado como albañil y otros dos vecinos. Los investigadores también pudieron saber que Franco era un joven que mantenía cierto vínculo con pequeños vendedores de droga de la zona y era una persona de carácter, y eso explicará el intercambio de amenazas con las personas que le debían dinero. 

Según trascendió, se habla de que el monto que le adeudaban era de unos $14.000 y que, incluso, le habría robado una planta de marihuana a uno de los detenidos en represalia porque no le habían pagado. “Franco estaba en cuestiones más pesadas. Todo aún es materia de investigación pero el móvil sería el económico”, señaló una fuente a Infobae.

Por lo pronto, se intenta saber si los sospechosos trabajaron premeditadamente en el doble crimen. Sus identidades aún no fueron informadas y hasta el momento no se le encontraron antecedentes a ninguno.