Oh, sorpresa. Aparentemente no bastaba con todo el escándalo que se suscitó hace 30 días atrás. 30 días atrás cuando nos enteramos todos los argentinos que en un trámite sumamente exprés de 48 segundos, está medido, 48 segundos, se aprobaron un aumento de salarios. Los senadores llevándolo ni más ni menos donde, aumentándose el sueldo en un porcentaje cercano a los 8 millones de pesos netos, 5 millones de pesos de bolsillo. La verdad que generó una polémica muy, pero muy grande en un país donde realmente está complicada la economía, todos estamos haciendo un esfuerzo muy, pero muy grande, la crisis se hace sentir y, claro que duele, y los senadores, viviendo en otro planeta, claro, se bajaron el sueldo. Sí, perfecto, pero hoy nos enteramos que se volvieron a aumentar el sueldo un 9%.

Te explico, ¿qué pasa? ¿Se aumentan directamente los senadores? Un tecnicismo a los fines prácticos, no te va a importar, pero te lo explico. Los senadores tienen, hace muchos años, una especie de ley de enganche inversa. La popularmente conocida ley de enganche es que el máximo cargo cobra X sueldo. A partir de ahí, la jerarquía va bajando hasta llegar a los rasos y van cobrando porcentajes de ese sueldo. Es decir que sí la máxima autoridad del área de la repartición se aumenta un 10%, todos aumentan proporcionalmente un 10%. En el Senado la tiene al revés. ¿Cómo? Si los trabajadores de planta permanente en los rasos, desde las ordenanzas hacia arriba en el orden jerárquico, se incrementan el sueldo, ellos tienen el mismo porcentaje de incremento en sus salarios.

Claro, la diferencia es dónde está. Y un ordenanza del Senado, un planta permanente, un archivista del Senado, un técnico, una persona que se desempeña en el Senado y te está cobrando ¿cuánto?, 700.000, 800.000 pesos. Es un buen sueldo, por cierto. Muy, pero muy diferente. Un 10% de 700.000 pesos serían 70.000 pesos a un 9-10% de un sueldo de 5 millones. Claramente la diferencia es notable. De 70.000, pasas a 600.000, 700.000 de incremento en los Senadores. Ocurrió justo hoy donde tenía que definirse en el Senado si había o no un dictamen para el tratamiento de la ley base que viene de diputados. Va haber reformas, la extendieron, la vienen dilatando. Tres semanas de debate en el Senado, se aumentan el sueldo y sale el dictamen favorable. Son muy obvios, muchachos. La verdad que estos son los ejemplos que terminan alejándolos, aún más, a determinado sector de la política de la realidad. No digo que no se merezcan el sueldo, no, nadie está diciendo eso, pero a priori tendríamos que ellos, en un acto de justicia, primero, cambiar la denominación.

Honorable Senado de la Nación. ¿Saben qué hace referencia el honorable? Viene de tiempo de antaño, de la Constitución misma, de la República tal como la conocemos, desde que elegimos tener tres poderes de Estado. A partir de allí viene la denominación de honorable. ¿Por qué es honorable? ¿A qué hace referencia? Estoy llevando a principios del siglo pasado, ¿no? O del milenio pasado. Ni más ni menos a quien ocupaba ese cargo era distinguido por el pueblo como el representante de ellos, por lo cual, era el nuevo honorífico ad honorem. Ese es el concepto originario de la denominación honorable, Senado de la Nación. Claro que pasaron los años, sí, honorable, pero en la práctica los muchachos comenzaron a cobrar y, en ese sentido, hasta el día de hoy ocurre. Cámbienle por lo menos, saquen la denominación, sean decorosos al menos. Claro, hablar que hoy el sueldo con este 9% de bolsillo, el senador gana cinco palitos y moneda. Cinco millones se llevan todos los meses. Y a vos te cuesta. Y claro que nos cuesta. Y nos piden a nosotros que hagamos el esfuerzo. Lo hacemos. Lo tenemos que hacer. ¿Y ustedes? ¿Para cuándo?