Hace unos días se confirmó que durante la grabación de un programa de “Pasapalabra” (El Trece) Esmeralda Mitre gritó e insultó a Analía Franchín para luego irse y dejar a todos plantados durante la grabación del programa conducido por Iván de Pineda.

Consultada sobre lo sucedido, Analía Franchín confirmó a Tomás Dente que anteriormente había existido un problema con Mitre y agregó: “Sí, tuvimos un conflicto. Bueno, no sé si fue un conflicto. A Esmeralda la conozco hace muchos años, hemos participado de algunos encuentros en común con Darío Lopérfido, su exmarido, o con otras exparejas. Siempre tuve buena onda”.

“Un día me invitaron a Intrusos y pusieron una nota de Esmeralda. Yo me reí y dije ‘ella me divierte’. La nota tenía que ver con unos tweets hablando de Lopérfido, diciendo ‘voy a contar cosas tuyas’. Fue casi por lo mismo que me peleé con Luciana Salazar. Yo tenía muy buena onda con ella y cuando empezó a escribir cosas en Twitter, que para mí es una extorsión, contra Martín Redrado, yo dije ‘me abro’. No me siento identificada como mujer con este tipo de mujeres que amenaza a alguien por red social, sea un hombre o una mujer. Me parece siniestro. Entonces dije en el programa de América ‘esa Esmeralda Mitre no me gusta, se parece mucho a Luciana Salazar’, agregó.

Y fue a partir de los comentarios de Franchín en América que Mitre se ofendió con la periodista: “Después de eso, me la crucé en una gala. Esmeralda se acercó y le digo ‘hola, Esme’ porque no quita la buena onda que puedo tener con ella más allá de que no me guste lo que hizo. Y me dijo ‘a mí no me compares con Luciana Salazar, no tengo nada que ver con ella’ y me dio dos cachetadas en la cara. Como están escuchando. Fue dos cachetaditas, como sobrándote. Siempre poniéndose en un grado de superioridad porque ella es más que todos”.

“Mi reacción fue inmediata, me quise levantar y mi marido me agarró del brazo y me dijo ‘este no es el lugar’. Y tenía razón. Eso me pareció de una violencia. Ella puede venir y decirme lo que le molestó. De ahí a pasar a la acción físico, hay un abismo”, concluyó Franchín.