Si bien Julián Weich está alejado de la televisión, el conductor no deja de trabajar y generar contenidos. Recientemente, en una entrevista con “de Caño vale Doble” (Radio Rivadavia) conducido por Cecilio Flematti, Weich relató las veces que la gente lo insultó en la calle con motivo de haber dejado que su hijo artista trabajara en los semáforos.

Me insultaban por la calle cuando se enteraron que mi hijo trabajaba a la gorra en la calle. Hubo una etapa de mi hijo que hacía malabares en los semáforos, pero no acá, por todo Sudamérica. Hace 3 años estuve en Panamá viviendo con él unos días en la calle y él hacía malabares y yo pasaba la gorra”, contó.

“Imagínate lo que decían los medios. Él hace su vida y no le importa ser famoso o no. Y no es que pedía plata por la calle, sino que es su manera de vivir. A los 19 decidió hacerse hippie. Me dijo que se iba de mochilero al norte y terminó en México”, dijo el maratonista.

“A la vuelta volvió con el concepto de hacerse hippie y cuando yo se lo digo, él me responde ‘happy’, porque es feliz así. Mi hijo decidió vivir fuera del sistema. Ahora me voy a Córdoba a verlo”.

Y continuó: “Año Nuevo lo pasé en San Luis con él en una comunidad Rainbow, sin luz, sin baño, sin señal en el celular. Él lo tiene como una forma de vivir y me enseña a mí, porque es un hippie con intenciones de mejorar al mundo, se capacita, hace reiki. Sabe muchísimo de energía y alimentación sana. Promueve tener una vida saludable”.

“Para mí es una experiencia increíble esa forma de vida. Se junta gente que casi no se conoce y comparten todo. Comen vegano y en esa convivencia te das cuenta que necesitas muy poco para vivir. Vivimos con muchas cosas que nos sobran. Fijate cuando abrís tu placard y vas a ver todo lo que no usás. Comen sólo dos veces por día y eso es suficiente. No hay heladera ni microondas ni ninguna de esas cosas”.

Y al final de la entrevista Julián dijo: “De chico sufrí bullying. No tuve una infancia muy feliz a pesar de que no me faltaba nada, era un tema más personal y propio. Cuando empecé a ser conocido sentí que era una revancha para aquel que me ninguneo, para el que no me trato bien, pero después se diluyó con el tiempo. Sentía que al ser famoso les había ganado, pero era una competencia interna. Nadie se enteraba que yo estaba compitiendo con ellos, era algo imaginario. Pero la sensación, más allá de que yo quería ser actor, era como que le gané a alguien”, concluyó.