Este miércoles se formalizó la acusación contra la dueña de la estética EROS y su hija por la presunta prostitución de sus empleadas. El fiscal del caso, Miguel Gálvez, contó detalles de la denuncia realizada por la ex empleada que destapó el escándalo.

La denunciante de 19 años, comentó al fiscal que empezó a trabajar el 21 de marzo en EROS. Fue a través de un anuncio en la red social Facebook, donde la dueña del local solicitaba chicas para trabajar como esteticista. En la entrevista, la dueña le explicó que podía hacer varios tipos de masajes, entre ellos los sensitivos y completos que incluían prácticas sexuales.

En su relato, la joven comentó que en el lugar se practicaban masajes con el torso desnudo que terminaban con la masturbación del cliente. Este tipo de práctica se llamaba masaje sensitivo y costaba $5.500. También ofrecían el ‘masaje completo’ que incluía la penetración en ese caso, el costo era de $7.000. ‘En los masajes sensitivos la chica tenía que quedar con el torso desnudo, el cliente podía tocar y besar sus pechos culminando con una masturbación. Y el completo terminaba con penetración del cliente a la masajista. La tarifa aumentaba si aumentaban las prácticas sexuales’, detalló el fiscal.

Y agregó: ‘También había masajes a 4 manos con dos masajistas con el torso desnudo y concluía con masturbación al cliente mientras otra le tocaba otras zonas erógenas. O en su modalidad completo, dos masajistas desnudas y cliente con penetración’.

Por estos trabajos, las empleadas cobraban solo el 30% del precio total. El resto era para la dueña, según la investigación preliminar.

Si bien, la denunciante reconoció que un primero momento accedió al trabajo porque necesitaba el dinero, con el tiempo, la situación la sobrepasó y renunció. La chica comentó que cumplía horarios entre las 9 y las 20 de lunes a sábados y había otras 5 o 6 empleadas más que atendían entre 1 y 5 hombres por día.

La denunciante, dijo que ella realizaba el trabajo en un box sola con los clientes, quienes le pedían que se quitara la ropa, tocar sus pechos, su vagina y su ano. También pedían sexo oral o penetraciones, según relató el fiscal en la audiencia.

‘A al joven le daba asco, humillación y repugnancia que se fue agravando con el tiempo. Tenía mucho malestar. Es por ello que el pasado viernes 6 de mayo, decidió renunciar’, contó Gálvez.

Un día después, el sábado 7, la chica denunció el caso y el domingo, la Policía Federal allanó el local y detuvo a la dueña, Patricia Coria. El martes, también cayó su hija, Natalia Pablo, acusada de presionar a las empleadas para que declaren a favor de su madre en la investigación.

El Fiscal sostuvo que fueron 3 las testigos que declararon en el marco de la causa y todas manifestaron que fueron contactadas por Pablo.

Tras la primera audiencia, Patricia Coria y Natalia Pablo fueron imputadas por el delito de promoción y facilitación de la prostitución. La primera como autora, y la hija como co-autora. El juez Andrés Abelin otorgó la libertad bajo una fianza de 200.000 pesos a Coria y 80.000 pesos a Pablo. Además, les impuso una serie de restricciones como salir del país y la prohibición de acercamiento a la víctima y los testigos mientras se investiga el caso.