Hace unos días, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre la presencia de componentes posiblemente cancerígenos en herramientas culinarias, tales como los cotidianos utensilios de cocina.

Los expertos de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer determinaron que el sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA) son compuestos artificiales con un potencial efecto dañino para la salud. Y ambos pueden estar presentes en sartenes u ollas antiadherentes o de teflón.

También se pueden encontrar en envases de alimentos, alfombras, materiales de construcción, cosméticos, ropa impermeable y espumas contra incendios, y tienen muchas otras aplicaciones industriales, según resaltan desde la organización internacional. Además, tienen una amplia variedad de usos y suele hallarse, en niveles bajos, en la sangre de la mayoría de los seres humanos, siendo que un incremento en su concentración podría modificar las células sanas y causar cáncer.

Según la OMS, los componentes mencionados se encuentran dentro del grupo de sustancias perfluoroalquilo y polifluoroalquilo (PFAS), las cuales forman parte de productos variados. 

“Aunque la estabilidad del PFOS y el PFOA, así como sus propiedades tensioactivas, los hacen útiles en aplicaciones industriales y de consumo, existen preocupaciones con respecto a su persistencia e impactos en el medio ambiente y la salud humana, como resultado de la exposición a través de los usos generalizados de estos productos químicos”, expresaron desde la entidad.
El PFOS y el PFOA son dos de los más estudiados de este grupo debido a su amplia utilización en diversas industrias. Debido a que son compuestos estables, no suelen reaccionar con otros químicos, por lo que se usan para producir objetos resistentes a aceites, grasas, calor, agua y manchas. En el caso del teflón, el PFOA es empleado como pegamento para fijarlo a la sartén y puede liberarse cuando se deteriora la capa antiadherente externa.

Múltiples estudios revelaron que los PFAS están presentes, en niveles bajos, en la sangre de la mayoría de las personas en el mundo. A su vez, se encuentra en mayor medida en individuos que viven cerca o trabajan en plantas industriales en las que se utilizan estos compuestos. La forma más común de exposición comprende la ingesta de agua potable o alimentos contaminados, y a veces puede darse debido a inhalación.

Ciertas investigaciones realizadas mostraron que las tasas de patologías oncológicas de individuos más expuestos sugieren “un mayor riesgo de cáncer testicular y de cáncer de riñón”, según datos de la Sociedad Estadounidense del Cáncer. También se encontraron vinculaciones con cáncer de tiroides, próstata, vejiga, mama y ovario, pero estos casos requieren de más análisis.

Tal es así que en 2020 la Unión Europea implementó una prohibición integral del “ácido perfluorooctanoico (PFOA), sus isómeros, sus sales y cualquier sustancia que se degrade en PFOA”. Esto se debe a que forma parte de un grupo de componentes denominados “contaminantes orgánicos persistentes” (COP), cuya característica principal es la de permanecer durante largos períodos de tiempo en el medioambiente y de esparcirse fácilmente hasta en zonas en las cuales no son producidos.

El PFOA fue incluido a la lista de químicos de la Convención de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, por lo que, tanto los países de la UE como todos los que se hayan adherido a ese acuerdo, no pueden producir elementos que contengan PFOA, a menos que estén dentro de las categorías exceptuadas.