La detonación simultánea de miles de beepers en posesión de miembros de Hezbollah desató una compleja trama internacional, que involucra a empresas desde Taiwán hasta Hungría. El evento, que resultó en la muerte de 12 personas, incluidas dos niños, y dejó casi 3,000 heridos, está vinculado a un sofisticado ataque planeado por la agencia de espionaje israelí Mossad, según fuentes de seguridad libanesas.

El ataque, que se considera una de las mayores fallas de seguridad en la historia de Hezbollah, ocurrió cuando los beepers distribuidos entre los miembros del grupo terrorista comenzaron a explotar en diferentes puntos del Líbano y Siria. Entre los heridos se encuentra un gran número de combatientes del grupo y el embajador de Irán en Beirut. Según fuentes, el grupo había adquirido cerca de 5,000 beepers a la empresa taiwanesa Gold Apollo, los cuales resultaron estar manipulados con explosivos ocultos a nivel de producción.

El ataque, atribuido al Mossad, se habría gestado durante meses, según indicaron varias fuentes. La agencia israelí logró colocar pequeñas cantidades de explosivos dentro de los dispositivos, activados mediante un código remoto. “El Mossad inyectó una placa dentro del dispositivo que contenía material explosivo que recibe un código. Es muy difícil detectarlo”, explicó una fuente de seguridad libanesa de alto nivel.

La mayoría de los dispositivos, modelo AR-924, habían sido fabricados por una empresa europea conocida como BAC, según declaraciones de Hsu Ching-Kuang, fundador y presidente de Gold Apollo, la empresa que inicialmente suministró los beepers a Hezbollah. Hsu reveló que su compañía solo había licenciado su marca a BAC, una empresa que, según registros, está registrada en Hungría bajo el nombre AC Consulting Kft.

A pesar de que Hezbollah optó por el uso de beepers como un medio de comunicación "de baja tecnología" para evitar la detección israelí, la sofisticada intervención del Mossad logró sortear esta estrategia. La detonación de los dispositivos, que Hezbollah había distribuido entre combatientes, médicos y otros miembros del grupo, fue devastadora, resultando en múltiples bajas y un caos generalizado.

El impacto de esta operación fue profundo. Fuentes cercanas a Hezbollah describieron el incidente como "la mayor falla de seguridad en la historia del grupo". El secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, había advertido previamente a sus seguidores sobre los riesgos de usar teléfonos móviles, lo que motivó la adopción de los beepers como una alternativa más segura. Sin embargo, este atentado demostró lo contrario, dejando a decenas de combatientes muertos o heridos y al liderazgo de Hezbollah tambaleante.

El Mossad, conocido por operaciones audaces que incluyen desde el secuestro del nazi Adolf Eichmann en 1960 hasta el reciente asesinato de un científico iraní en 2020, vuelve a ocupar titulares con esta operación que ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de Hezbollah. Aunque las autoridades israelíes no han comentado oficialmente sobre el incidente, una fuente anónima en Estados Unidos confirmó que Israel había informado sobre el ataque una vez concluida la operación.

La empresa Gold Apollo, que se encuentra en el centro de esta trama, intentó distanciarse del incidente. En una conferencia de prensa en Taipéi, Hsu Ching-Kuang negó que los beepers detonados fueran de fabricación propia, señalando que BAC, la empresa europea con la que tienen un acuerdo de licencia, fue la responsable de su producción. “El producto no era nuestro. Sólo llevaba nuestra marca”, aseguró Hsu, quien también afirmó que no tenía pruebas para mostrar el acuerdo con BAC.

Mientras continúan las investigaciones, el enigma sobre la verdadera implicación de las empresas y las conexiones entre Taiwán, Europa y el Medio Oriente solo parece profundizarse. Las autoridades libanesas y de Hezbollah, que han sufrido un duro golpe tanto en bajas humanas como en credibilidad, continúan evaluando los daños mientras sus combatientes intentan reorganizarse en medio de las crecientes tensiones en la región.

Este atentado ocurre en el contexto de un conflicto creciente entre Hezbollah y las fuerzas israelíes. Desde el 8 de octubre, los enfrentamientos entre ambos bandos se han intensificado, con muertes y desplazamientos a ambos lados de la frontera. La operación con los beepers ha sumado una nueva dimensión a un conflicto que ya ha dejado centenares de muertos y heridos desde el comienzo de la guerra en Gaza.

Mientras tanto, la tensión internacional aumenta a medida que las implicaciones del ataque se extienden más allá del Medio Oriente, abarcando una red global de fabricación y suministro de dispositivos que ahora está bajo escrutinio.