Este miércoles, el presidente brasileño Jair Bolsonaro informó que continúa teniendo coronavirus, una semana después de anunciar que había contraído la enfermedad. Así lo afirmó en diálogo con CNN Brasil, indicando que los resultados de un nuevo test realizado de manera reciente confirmaron que el resultado seguía siendo positivo.

Según publicó el medio, el mandatario aseguró que se mantiene en buen estado de salud y se hará un nuevo test en unos días. Aseguró no tener fiebre ni problemas para respirar, así como tampoco haber padecido la pérdida del sentido del gusto, uno de los síntomas más comunes del coronavirus.

El presidente brasileño había dado positivo el 7 de julio, el jefe de Estado se ha mantenido aislado en la residencia oficial, conocida como Palacio da Alvorada. Pese a que indicó que continúa realizando tareas oficiales de manera virtual, admitió esta semana que esperaba con ansias que los resultados del test fueran negativos, dado que el encierro le resultaba insoportable.

“Esperaré con bastante ansiedad porque no aguanto esta rutina de quedarme en casa, es horrible”, dijo el mandatario, también a CNN Brasil. Brasil alcanzó el martes la cifra de 74.262 fallecidos, luego de que se sumaran 1.341 nuevos decesos ese día. Los casos positivos confirmados, en tanto, ya se acercan a los 2 millones, según informó el consorcio de medios de prensa brasileños, que recolecta estadísticas de los ministerios de salud en los 26 estados del país al considerar a las oficiales como poco confiables.

Tras golpear las capitales y el sudeste brasileño, la pandemia avanza ahora con fuerza hacia las demás regiones del país y se ha intensificado sobre todo en el sur y el centro-oeste. El sureño estado de Paraná, considerado una referencia en el control del virus a inicios de la pandemia, ya contabiliza más de 1.100 fallecidos y 45.000 contagiados, lo que llevó a las autoridades regionales a volver a imponer medidas restrictivas en diversas localidades.

La situación también es delicada en el estado de Mato Grosso, en el centro-oeste, donde los más de 1.100 muertos y 29.000 infectados presionan al sistema público de salud. Por otro lado, en otras regiones de Brasil, un país de dimensiones continentales y con 210 millones de habitantes, la pandemia empieza a dar signos de estabilización, pese a los elevados indicadores nacionales.

Es el caso de Río de Janeiro, el tercer estado con el mayor número de casos de coronavirus y que ha completado casi cuatro semanas con su curva de muertes en descenso pese a que inició prematuramente la desescalada de las medidas de aislamiento social. En Sao Paulo, la región más poblada de Brasil, con unas 46 millones de personas, y que concentra el mayor número de decesos y contagios en el país, los números igualmente parecen estar cediendo, ya que el estado tuvo caídas en el número de muertes por tercera semana consecutiva.

Sin embargo, Sao Paulo acumuló hasta el martes unos 18.700 fallecidos y sobrepasó los 386.000 casos de coronavirus después de que registrara el segundo mayor número de muertes diarias desde comienzos de la pandemia. La región contabiliza, además, más de 15.000 pacientes ingresados en hospitales por COVID-19, lo que supone el nivel más alto de internados desde el inicio de la crisis sanitaria.