Este miércoles, las autoridades sanitarias reportaron que en las últimas 24 horas se registraron 888 nuevas muertes, y 19.951 nuevos casos, cifra récord en el país desde el inicio de la pandemia. Por lo cual, crece la preocupación en Brasil por el avance del coronavirus. Con esas cifras, el total de muertos asciende a 18.859, y la cantidad de casos positivos a 291.579.

El epicentro de la pandemia en la nación sudamericana persiste en el estado de San Pablo, donde hay 69.859 infectados y 5.363 muertos. De esta manera, Brasil se consolida como el tercer país con más infectados en todo el mundo, sólo detrás de Estados Unidos (1.548.646) y Rusia (308.705), según datos aportados por la Universidad Johns Hopkins.

En medio de las críticas por su gestión contra la pandemia, el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro recomendó este miércoles el uso de la cloroquina para tratar a pacientes con síntomas leves de coronavirus. Orientado por el jefe de Estado, el Ministerio de Salud publicó un nuevo protocolo sobre el tratamiento a los pacientes con coronavirus, el cual extiende el posible uso de cloroquina e hidroxicloroquina en casos leves, pese a que la eficacia de esos antipalúdicos aún no ha sido demostrada en la lucha contra el virus.

“Una esperanza, como relatado por muchos que la usaron”, afirmó este miércoles Bolsonaro, un día después de que su homólogo estadounidense, Donald Trump, anunció que seguirá tomando hidroxicloroquina porque siente “curiosidad” por sus efectos. Ante los estudios que revelan posibles efectos secundarios de este medicamento, el presidente brasileño dijo que, como parte de la democracia, “nadie está obligado a tomar cloroquina”, pero él no tendrá cargo de conciencia si alguien quiso tomarla y no pudo.

“¿Quién sabe, verdad? Puede que sea un placebo, que no sirvió de nada, pero también puede que dentro de dos años digan que realmente funcionó”, manifestó durante una conversación con el periodista Magno Martins. Bolsonaro ha recibido muchas críticas por su defensa de este medicamento, incluso dentro de su equipo de gobierno. Recientemente quien fuera ministro de Salud, Nelson Teich, presentó su renuncia por estar en desacuerdo con el uso cloroquina para tratar la enfermedad.

Su antecesor en el cargo, Luiz Henrique Mandetta, quien cayó en desgracia tras sus pronunciadas diferencias con Bolsonaro sobre cómo gestionar la crisis sanitaria, alertó hace unos días en una entrevista para Folha de Sao Paulo del riesgo que suponía tratar a los enfermos de coronavirus con esta medicación contra la malaria. Mandetta explicó que, tras utilizarlo en “pacientes graves que estaban en los hospitales”, los estudios desvelaron que el 33 por ciento de ellos tuvieron que suspender el tratamiento “porque provocó arritmias que podrían llevar a una parada respiratoria”.

El pasado mes de abril, en Brasil detuvieron un ensayo con esa droga antes de tiempo tras la muerte de 11 pacientes. En el estudio, que fue patrocinado por el estado brasileño y sus resultados preliminares fueron publicados en el portal científico medRxiv, participaron 81 pacientes hospitalizados en la ciudad de Manaos.

Cerca de la mitad de las personas sometidas al tratamiento recibieron una dosis de 450 miligramos de cloroquina dos veces al día durante cinco días. Al resto, en tanto, se les prescribió una dosis mayor de 600 miligramos durante 10 días. A los tres días, los científicos comenzaron a notar arritmias cardíacas en los pacientes que tomaban la dosis más alta. Al sexto día de ensayo, 11 pacientes murieron, lo que llevó a los investigadores a terminar inmediatamente las pruebas.