La prensa internacional lo identifica como "el hombre hiena de Malawi" desde que confesó que, siendo VIH positivo, tuvo relaciones sexuales sin protección con más de 100 niñas y mujeres como parte de un "ritual de limpieza".

El escándalo que levantó el caso de Eric Aniva fue de tal calibre, que incluso el presidente de Malawi, Peter Mucharika, ordenó su arresto para enjuiciarlo por deshonrar a decenas de jovencitas.

Pero ninguna adolescente testificó en su contra. Y por eso, comenzó el juicio, del que se espera veredicto esta semana, aunque por otro ritual definido como "una práctica cultural perjudicial" en el marco de la sección 5 del Acta de Equidad de Género de Malawi. Esto es: mantener relaciones sexuales con viudas.

Eric Aniva es un trabajador sexual de pago que sostiene que fue contratado por los familiares de las jovencitas, de incluso 12 años, para ser parte de una ceremonia de iniciación sexual en la que "se sacude" el "polvo" de la infancia de las niñas para que puedan entrar a la edad adulta.

El escándalo se formó en realidad porque el hombre confesó que lo hacía sin protección y ocultando su condición de VIH positivo.

Sin adolescentes que testifiquen en su contra, Aniva enfrenta la acusación por sus relaciones con viudas.

Sobre eso, dos mujeres ofrecieron evidencia contra él, aunque una de ellas dijo que la relación sexual se produjo antes de que la costumbre fuese prohibida y la otra aseguró que pudo escapar antes de que el acto sexual se llevara a cabo.

"Creemos que si una viuda o un viudo no es limpiado sexualmente, algunos tendrán mala suerte, sufrirán de una enfermedad o de una muerte repentina e incluso podría expandirse a todo el clan", añadió el funcionario que no quiso ser identificado porque los empleados públicos no deben hablar con los medios de comunicación si no tienen permiso.

Hasta hace pocos años, era una práctica común en ese distrito que una viuda tuviera relaciones sexuales con un hombre tres veces en una noche por entre tres y cuatro noches.

Con frecuencia el hombre era un hermano del difunto, pero en otros casos era alguien externo al círculo familiar más íntimo como por ejemplo Aniva, quien era contratado por los allegados de la pareja.

Si se trataba de un viudo, una mujer era buscada para sostener relaciones sexuales con él.

El ritual fue modificado debido a la epidemia del VIH y en la actualidad se supone que una pareja de casados actúen como los sustitutos.

Lo que más aterroriza a los malawianos sobre el caso de Aniva es el hecho de que no dejó de tener relaciones sexuales tras saber que era VIH positivo.
(Telefe Noticias)