(Infobae.com) Poco después de una disertación en la que se lució ante una platea entregada, que la ovacionó al final de la ronda de preguntas posterior, la presidente de Brasil Dilma Rousseff respondió también a las inquietudes de los integrantes del IMC (International Media Council), y se refirió a la crisis de la economía argentina.

Allí tomó distancia y consideró que la devaluación del peso "no va a tener consecuencias significativas para Brasil", uno de los socios principales de Argentina e integrante también del Mercosur, pero también reconoció estar "atenta, muy atenta", al derrotero económico del Gobierno de Buenos Aires.

Según refleja Folha do Sao Paulo, "Dilma tuvo un inmenso cuidado en no decir nada que la mostrase excesivamente preocupada" por los que definió como una "crisis que afecta a Argentina", separando a su país de los simbronazos que ocasiona en la región la brusca depreciación del peso en relación al valor del dólar norteamericano.

También se hizo tiempo para augurar que vendrán meses mejores, ya que su opinión es que la zafra de granos permitirá "aumentar el grado de libertad de gestión de la economía argentina". Es decir que en su visión, al entrar dólares frescos al mercado por las exportaciones habrá menos presión cambiaria.

Sin embargo, Folha revela que el Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio no tiene una visión tan optimista como la de la "cautelosa" Rousseff. El organismo teme que la devaluación del peso en Argentina encarezca los productos que Brasil exporta a ese país.

Incluso Dilma dejó en claro que está habiendo un reacomodamiento del comercio con Argentina, con "una reducción del flujo comercial", lo que tiende a acentuar una distancia que podría entonces restar ingresos a los exportadores de su país.



Dilma cosechó aplausos en el Foro Económico Mundial de Davos

Pesimismo mundial

Expertos de Estados Unidos indican que la devaluación del peso y la flexibilización de los controles para comprar dólares no bastan para solucionar los problemas económicos de Argentina, que enfrenta un delicado panorama en un contexto de falta de confianza por las erráticas políticas del gobierno.

Para el jefe analista de Moody's, Gabriel Torres, la devaluación del peso significa buenas y malas noticias al mismo tiempo: "La buena noticia es que muestra que el gobierno está reaccionando y que esto debe ayudar a preservar las reservas. La mala noticia es que aumentará la inflación".

Para Arturo Porzecanski, economista de la American University de Washington, las últimas medidas anunciadas "son dedos en los agujeros de la represa que se desborda" de parte de un gobierno desorientado.

"El equipo económico es muy amateur en la Argentina, no entiende que el gobierno es responsable de cómo responden los mercados. Lo único que saben hacer es marchas y contramarchas. Hoy por hoy no sabemos cuál es la política de cambio en Argentina", afirmó a la AFP.

Porzecanski pintó un panorama funesto. "La inflación va a seguir acelerándose, habrá más pérdida del poder adquisitivo, más agitación social, más huelgas, mayores quejas", pronosticó, trazando paralelos con la crisis de fines de 2001 que terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa y un histórico default del pago de la deuda externa del país.

"La movida tiene probablemente como objetivo preservar las reservas en caída, pero la volatilidad de la tasa cambiaria podría dar paso a una serie de incertidumbres políticas y económicas", coincidió la empresa japonesa de análisis de mercado Nomura en un informe el viernes.

Según Nomura, el derrumbamiento del peso es el "inevitable resultado de una insostenible combinación de políticas fiscales y monetarias", y trae aparejado que "el riesgo de un contagio en las economías emergentes se haya vuelto ahora más real".