Engañaron a un mendocino y podría ir a la cárcel de Bukele
El joven fue a trabajar al país centroamericano y terminó sumergido en una causa judicial.
El mendocino Alejo Arias González, de 24 años, está detenido en el país El Salvador acusado de ser parte una organización colombiana de microfinancieras ilegales, que habría enviado a su país unos 20 millones de dólares. La familia del joven está desesperada, después de que le impusieran prisión preventiva en calidad de incomunicado.
"Él salió el 6 de marzo desde Mendoza para trabajar allí con una propuesta de trabajo e iba a recibir un permiso laboral por 6 meses. Se trataba de una financiera para un trabajo de 8 a 12 horas de lunes a sábados", explicó Mauricio, el papá del chico a medios nacionales.
Mas adelante aclaró que, el joven se fue a trabajar al país centroamericano, sin saber que la empresa era ilegal. Arias contó también, que el mendocino ya tiene una abogada en el lugar pero la labor que ejerce la letrada no les da avances de la situación del chico. "No estamos conformes con ella, y aún no nos da ningún tipo de información", dijo a Radio Nacional.
Y alegó, que por el momento: "La abogada nos dijo que puede estar detenido provisoriamente de 6 meses a 1 año".
¿Cómo son las prisiones salvadoreñas?
La cárcel de El Salvador, bajo la supervisión del Presidente Nayib Bukele, se destaca por tener rigurosos controles de ingreso, fue construido para recluir a parte de los poco más de 64.000 pandilleros detenidos hasta el momento bajo un régimen de excepción decretado por el Congreso a pedido de Bukele, en respuesta a una escalada de violencia que se cobró la vida de 87 personas entre el 25 y 27 de marzo de 2022.
Se encuentra en un valle rural a una corta distancia del imponente volcán Chichontepec, en Tecoluca, unos 74 km al sureste de San Salvador, el CECOT, fue construido sobre 166 hectáreas compradas por el Estado, 23 de las cuales albergan ocho pabellones ubicados dentro de un perímetro rodeado por un muro de concreto de 11 metros de altura y 2,1 kilómetros de largo, protegido por alambradas electrificadas.
Para ingresar al presidio tanto reclusos como personal de seguridad y administrativo tienen que llegar a zonas de registro antes de pasar por tres portones fortificados controlados por guardias de seguridad. Cada criminal que llegue, además de pasar por un escáner corporal deberá registrarse en un área de ingreso donde le tomarán fotografías.
La prisión posee un muro perimetral de 2,1 kilómetros, que será vigilado día y noche por 600 soldados y 250 policías. En el interior la seguridad estará a cargo de guardias de la Dirección General de Centros Penales.
Para dar autonomía al presidio, se perforaron dos pozos, se instalaron una planta de abastecimiento de 600 metros cúbicos de agua, cuatro cisternas, y construyeron ocho subestaciones de energía eléctrica, además de una planta de aguas residuales. Y con el fin de garantizar el fluido eléctrico, el penal dispone además de plantas de emergencia a base de combustible.
Frente a los pabellones de celdas, figura un cuarto de control para operar los sistemas de agua y electricidad para que los internos no tengan capacidad de "manipular" ambos servicios, explicó el director del CECOT, quien prefierió mantenerse en el anonimato. Los pabellones tienen un techo curvo que garantiza la ventilación natural para los presos.
Cada pabellón posee un área de construcción de 6.000 metros2, y en cada una de sus 32 celdas provistas de barrotes de acero, se alojarán alrededor de un centenar pandilleros. Los reclusos disponen en cada celda -de unos 100 metros cuadrados-, de dos piletas con agua corriente para el aseo personal, y dos inodoros, además de camarotes de lámina de hierro sin colchón para que duerman 80 personas.
Además, en cada pabellón existen las "celdas de castigo" oscuras y sin ventanas que serán utilizadas con los pandilleros de mala conducta.