Un equipo de investigadores descubrió que un virus mortal que se encuentra en Bolivia, el Chapare, puede propagarse de persona a persona en entornos de atención médica, lo que genera preocupación ante potenciales futuros brotes, según los hallazgos presentados esta semana en la reunión de la Sociedad Americana de Medicina e Higiene Tropical.

Hasta el momento, los especialistas solo sabían que este virus se transmite por el contacto con la orina o excrementos de ratas. Sin embargo, se investigó un pequeño brote ocasionado en el 2019, cuando se registraron cinco infecciones y tres fallecimientos, reflejando el elevado índice de letalidad. 

Para la indagación, revelada ante la Sociedad Americana de Medicina e Higiene Tropical (ASTMH), los especialistas estudiaron la línea de transmisión: un agricultor de arroz de 65 años posiblemente contrajo la enfermedad al estar en contacto con roedores, y luego contagió a los médicos que lo atendieron. En efecto, los especialistas determinaron que un doctor de 25 años que cuidó al paciente se enfermó a los nueve días, y lo mismo le ocurrió al gastroenterólogo que le hizo una endoscopia a su colega infectado. Como resultado, los tres fallecieron. 

Asimismo, un técnico de ambulancia que le habría hecho una reanimación cardiopulmonar al paciente inicial, sumado a otro agricultor, también se contagiaron, pero sobrevivieron. Por otro lado, se detectó carga viral en el semen de un sobreviviente 168 días después del contagio, lo que abre la posibilidad de la transmisión sexual, aunque todavía deben avanzar los estudios.

Síntomas 

Hasta el momento, no existe un tratamiento específico para las afecciones que genera el Chapare, más allá de los cuidados intensivos. Al igual que el Ébola, este arenavirus puede causar fiebre, dolor de cabeza, malestar en los abdominales, sarpullido, insuficiencia orgánica y hemorragias, potencialmente mortales.  

En cuanto a los riesgos de propagarse una enfermedad en gran escala, en la actualidad se sabe que los roedores que transmiten el arenavirus son ratas de arroz pigmea, que habitan en Bolivia y otros países vecinos. Esta clase de virus son vulnerables al calor y los desinfectantes, por lo que se cree que una propagación global es poco probable.