El racismo y la xenofobia en el deporte han sido temas recurrentes y, en muchas ocasiones, alarmantes. Recientemente, un incidente en la Eurocopa de la UEFA ha vuelto a poner estos problemas en el centro de la atención internacional. El politólogo de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), Sergio Guzmán, ofreció en Banda Ancha su análisis sobre este polémico suceso y sus implicaciones.

Durante un partido de la Eurocopa, un futbolista de la selección turca, ya eliminada del torneo, realizó un gesto de celebración conocido como el saludo de los "Lobos Grises". Este gesto ha sido prohibido en varios países europeos, como Austria, Francia y Alemania, debido a su asociación con una organización ultranacionalista y extremista turca. Sin embargo, en el país donde se celebraba el torneo, este gesto aún no está prohibido, lo que ha generado una gran controversia.

"El deporte es transversal y el fútbol concretamente es transversal. Lo que sucedió en este partido ha despertado una gran alarma, especialmente en países como Alemania, donde la cancillería convocó al embajador turco para consultas," explicó Guzmán. 

Los Lobos Grises son una organización ultranacionalista turca conocida por sus posturas racistas, homofóbicas, antisemitas y sectarias. Este grupo ha utilizado el gesto del lobo gris como un símbolo distintivo de su ideología. "El gesto se asocia a una leyenda que remite a los orígenes de los pueblos turcos, pero su uso moderno está impregnado de odio y exclusión," añadió el politólogo.

La preocupación por la creciente simpatía hacia los Lobos Grises no es nueva. Los servicios de inteligencia europeos han detectado con inquietud un aumento en el número de seguidores de esta organización, lo que ha llevado a algunos países a prohibir su símbolo. "El racismo y la xenofobia no son meras expresiones individuales, sino parte de una maquinaria ideológica que se propaga y se normaliza en ciertas comunidades," afirmó Guzmán.

El gesto del futbolista ha provocado respuestas contundentes. La cancillería alemana convocó al embajador turco para expresar su desaprobación, y la UEFA impuso una sanción al jugador, aunque el gobierno turco se ha resistido a aceptar esta medida, calificándola como una interferencia en su cultura. "El presidente turco incluso suspendió una gira por Asia para asistir al partido, lo que fue visto como una provocación política,"  comentó Guzmán.

Este incidente no es aislado. En 2013, un joven deportista fue suspendido de por vida por hacer un gesto asociado al nazismo, lo que subraya la seriedad con la que algunos países tratan estas expresiones de odio. "Lo que está en juego es la construcción del odio y cómo se manifiesta en el deporte y la sociedad. Las acciones individuales tienen profundas implicaciones políticas y sociales," concluyó el politólogo.