La Legislatura tendrá este jueves una intensa sesión ordinaria en la cual varios temas competirán por llevarse el título de tapa. Sobre tablas entrará la suspensión de los aumentos de sueldos estatales. También la postergación de las distinciones de ciudadano ilustre en ocasión del aniversario de la Fundación de San Juan. Se rendirá homenaje al querido historiador Edgardo Mendoza, al imponerse su nombre a la Escuela de Nivel Inicial 59 de Santa Lucía. Y se aprobará el pedido de informe del interbloque opositor sobre el cuarto caso de Covid-19 en San Juan.

Este rápido repaso grafica la importancia del temario que tratarán los diputados sanjuaninos en la cuarta sesión ordinaria, en un ciclo marcado por los barbijos y el distanciamiento social. Sin embargo, de la lectura del orden del día se desprende un puñado de proyectos de comunicación de seis diputados que tienen un llamativo punto en común: todos piden cajeros automáticos al Banco San Juan o al Banco Nación, para localidades más o menos alejadas de los grandes centros urbanos.

En cualquier otro contexto, los proyectos de comunicación tienen poco eco. Muchos, quizás la mayoría, terminan archivados sin respuesta favorable porque básicamente no tienen fuerza de ley. No obligan absolutamente a nada. Son manifestaciones voluntaristas que suelen comenzar con una frase hecha. "Esta Cámara de Diputados vería con agrado" que algo ocurriera. Es tanto como una piedra tirada al aire.

También funcionan estos proyectos de comunicación como una herramienta política para los diputados departamentales, porque pueden canalizar los reclamos que reciben de sus vecinos sin poner la cabeza en la guillotina. Se presentan fácilmente. Se aprueban sin dificultad, porque hay cierto consenso acerca de que son inofensivos. Entonces a la gente se presenta el resultado como una gestión realizada. El pedido se hizo escuchar, más allá de que no salga efectivamente de las cuatro paredes de recinto.

Aún así, hay razones de peso para reparar en la coincidencia de seis legisladores de distintos municipios, aquejados desde siempre por el desprecio del sistema bancario y la carencia de redes de comunicación. En casi 80 días de cuarentena y de "quedate en casa", este déficit se hizo mucho más notorio y dañino. Por eso vale la pena cuanto menos visibilizar el reclamo. Si aunque sea para eso sirve la cadena de proyectos de comunicación, bienvenido sea. El paso siguiente sería una acción directa del Poder Ejecutivo. Y, finalmente, la inversión de los bancos.

El listado es el siguiente:

  • El jachallero Jorge Barifusa pidió que el Banco San Juan instale cajeros automáticos en las localidades de Villa Mercedes, Niquivil y Huaco. 
  • El santaluceño Carlos Platero, que el Banco Nación disponga al menos uno en Alto de Sierra. 
  • El calingastino Mario Romero, que el Nación coloque otro en Barreal. 
  • El vallisto Silvio Atencio, que el Banco San Juan asigne uno a la localidad de Astica. 
  • El rawsino Juan Carlos Gioja requirió que haya cajeros en los CIC de Villa Krause, de Villa Angélica y de Médano de Oro. 
  • Y el nuevejulino Ramón Núñez, que el Banco San Juan instale al menos una unidad de este tipo en la localidad de Las Chacritas.

En total son 10 cajeros automáticos los que pedirá este jueves el Poder Legislativo en pleno, partiendo de las iniciativas de seis diputados de distritos repartidos en los cuatro puntos cardinales. Su urgencia no requiere de mayor justificación, mientras los bancos siguen pagando por ventanilla únicamente los beneficios de ANSES. El resto de los ciudadanos y ciudadanas debe manejarse con estas terminales de autoservicio.

La cuarentena preventiva y obligatoria seguirá por tiempo indefinido, más allá de las sutilezas que anuncie el presidente Alberto Fernández en las próximas horas y las nuevas flexibilidades que incorpore San Juan, por su buen estatus sanitario. Pero aún cuando pase este trance, el Coronavirus habrá sido un punto de inflexión. Las normas de distanciamiento social llegaron para quedarse. Los bancos tendrán que ponerse a tono con la época y esto solo será posible con inversión.

Sí, es cierto que los proyectos de comunicación corren el riesgo de convertirse en letra muerta. Que se podría llenar una biblioteca con iniciativas parecidas que terminaron en el olvido. Que solo sirvieron para que el diputado pudiera canalizar las protestas de su vecindario sin arriesgar demasiado. Sin embargo la necesidad está ahí y la respuesta es posible. Depende de las entidades financieras. Y de un empujoncito para romper la indiferencia. 

JAQUE MATE