Nalgas versus pechos
Una reflexión luego de la inmensa aprobación que obtuvo la protesta del ingeniero Alberto Mattar, en tanga en la Plaza 25 de Mayo.
Por Daniel Tejada
Canal 13 San Juan
Hay varias formas de decir lo que tenemos para decir. Vamos a optar por la más directa: las nalgas no ofenden en una protesta si la mayoría banca el motivo, como sí ofenden los pechos de una manifestante feminista porque básicamente, la diferencia está en el fondo.
Hablamos específicamente del inmenso respaldo que recibió el ingeniero agrimensor Alberto Mattar, después de su reclamo en tanga, el lunes en la Plaza 25 de Mayo. Fue su último recurso, según explicó ayer en vivo en Banda Ancha, después de una década de no haber sido escuchado su reclamo contra la oferta de sexo travesti en la puerta de su casa, por Avenida Córdoba entre Güemes y Caseros. La histórica zona roja. Esa que todos vimos pero hicimos de cuenta que no.
En el sitio web de Canal 13 la encuesta sobre la protesta en tanga obtuvo un rotundo 90% de respaldo en apenas un par de horas de estar disponible on line. En la fan page de Facebook de este medio los mensajes de respaldo se contaban por cientos ayer a la tarde. Hubo aplausos. Podemos decir sin temor a equivocarnos que Mattar acertó.
Su intención era la de hacerse escuchar y visibilizar su protesta, legítima, y lo consiguió. El turno ahora es de las autoridades del municipio y la provincia para ordenar la zona roja como ya se hizo en otras grandes ciudades del país. Sin ponerse colorado. Y sin barrer la mugre debajo de la alfombra. Nótese, además, que estamos hablando de ordenar, no de prohibir. Esa es otra discusión.
La moraleja de Mattar, para todos y todas, es que hacerse escuchar tiene su precio pero al mismo tiempo, muchas veces el último recurso es el que cuenta. Ojalá sirva para visibilizar ese rincón de la ciudad.
La otra moraleja que nos permitimos concluir de este episodio es que la desnudez como modo de reclamo tiene sus bemoles. Los pechos bamboleantes de una movilización feminista, contra la violencia de género y la opresión patriarcal suelen generar muchas menos expresiones de adhesión. Se tacha a las mujeres que optan por este modo de reclamo radical. Por impúdicas. Por cochinas. No florecen los aplausos. Ni los pulgares en alto en redes sociales.
Cuesta imaginarse -o a lo mejor no cueste tanto- la reacción ante un reclamo idéntico si hubiese exhibido su cuerpo una señora de 73 años, la misma edad del ingeniero. Entiéndase: no se trata de denostar el reclamo de Mattar, sino de poner el cuadro completo. Posiblemente, señalar nuestras propias contradicciones.
Será entonces que el problema nunca fue mostrar un poco más de piel, sino el fondo del reclamo. Aunque muchas veces cueste reconocerlo. Y todo parezca cosa de "buen gusto", así, bien entre comillas.
Será también que cuando gana la desesperación, todo recurso es válido. Incluso el de exponer la propia desnudez para llamar la atención del otro. Entonces ahí sí, a lo mejor, alguien pueda escuchar. A Mattar le funcionó.
JAQUE MATE