Brenda la pecadora
Insólito giro mediático, fomentado por fuentes policiales, puso el foco en un supuesto episodio de infidelidad frente a la desaparición de una persona.
Por Daniel Tejada
Canal 13 San Juan
Bastó una voz -masculina- para aprobar la hipótesis sin lugar a dudas ni sospechas: Brenda Raquena Montaño fue sorprendida por su marido cuando estaba con su amante y, descubierto su supuesto acto impuro, se dio a la fuga a campo traviesa, como quien escapa de la vergüenza. La versión más divulgada fue esta, la de Diego Álvarez, el engañado presunto.
A partir de esta historia, la desaparición de Brenda se convirtió en la comidilla pública, con comentarios irreproducibles que proliferaron en redes sociales, memes que pasaron del juicio moral a la burla con la misma facilidad con que se riega el chisme en las veredas del barrio. Mientras tanto, ella seguía ausente y la Policía continuaba su búsqueda en los terrenos más inhóspitos del Villicum, sin ninguna otra pista que la hipótesis "pasional".
Esa expresión, "pasional", le dio justificación implícita a infinidad de crónicas policiales a lo largo de la historia. Aprendimos primero a titular con esa construcción lingüística, como lugar de seguridad y certeza periodística. "La mató por infiel", fue uno de los encabezados impresos en la prensa sanjuanina hace un par de décadas, pero podría uno jurar que fue utilizado también en otras latitudes.
Pero afortunadamente el ser humano aprende. A veces tarde, con dificultades y hasta resistencia, entiende que está actuando mal. Así se deconstruyó aquella idea de lo "pasional". Porque detrás de ese encuadre en realidad siempre se ocultó una mirada machista según la cual, ante una supuesta falta moral de ella, él tenía el derecho de reaccionar en defensa de su hombría. Todo eso que nos enseñaron se cayó a pedazos, básicamente porque es insostenible.
Con respecto a Brenda y su marido Diego, las crónicas se abocaron a la descripción minuciosa, a la reconstrucción de los hechos con los relatos policiales, acerca de que Álvarez habría perseguido a la pareja clandestina hasta una huella en los alrededores del Barrio Néstor Kirchner, que allí habría sorprendido a su mujer en comprometedora situación, que la habría increpado fuera de sí, y que ella finalmente terminó corriendo en la oscuridad.
¿Hay alguna certeza de que esto fue lo que verdaderamente sucedió? Ninguna, en absoluto. Nuevamente, hablamos de una versión. Sin embargo, el morbo, la remota posibilidad de meterse en las sábanas ajenas y dejar correr los ratones de la imaginación pudieron más. La desaparición casi pasó a segundo plano. Casi.
Brenda seguía ausente este lunes, al momento de compartir estas palabras con ustedes. No podemos ser fatalistas ni enumerar las historias de desaparecidos que primero fueron sospechados, investigados, embarrados, para ser finalmente convertidos en íconos de la vergüenza colectiva.
No nos atrevemos a comparar la historia de Brenda con tantas otras de nuestra provincia, porque resulta prematuro y ciertamente carecemos de elementos. Todavía todo pudo haber sido un malentendido. Hasta pudo ser la reacción de una mujer hastiada de la rutina hogareña. Ojalá aquí se agote el epílogo.
Sin embargo, aún cuando esta historia tenga final feliz y Brenda pueda reencontrarse con sus hijos o con quien ella quiera, porque en definitiva cada ser humano es por definición libre para decidir sobre sí mismo, tendremos un aprendizaje forzoso. La moralina nunca es buena consejera. La mayoría de las veces, solo sirve para justificar la doble vara y cometer los juicios más vergonzantes.
JAQUE MATE
(NOTA: Esta columna fue publicada y emitida al aire el lunes 15 de julio. El martes 16 de julio por la noche, la Policía finalmente encontró restos óseos calcinados, enterrados a 500 metros del lugar de la presunta discusión. Restaba el peritaje forense para identificar ese material genético)