Ni un paso atrás
Si en la UNSJ un grupo de alumnos pudo patotear a un docente, también puede haber pintadas de amedrentamiento. Buscan el silencio. No lo tendrán.
'Zurdo hijo de mil puta'. Así, con todas las letras, sin asteriscos ni puntos suspensivos, quedó escrito el insulto de uno de los estudiantes de Abogacía hacia el docente Walter Vera, en una de las clases virtuales de la materia Nociones de Economía. Difícilmente el autor del agravio se hubiese atrevido a decirlo de frente, de manera presencial. Pero el chat aguanta lo que le pongan. Hace tiempo viene sucediendo en las redes sociales, sin filtro, sin moderación, meticulosamente aprovechado para montar campañas. El vómito percude hace tiempo los posteos en Facebook, en Twitter y hasta en Instragram. Entonces era cuestión de tiempo para que sucediera en el ámbito académico. Se cruzó un límite, es verdad. Pero la Universidad Nacional de San Juan no iba a quedar al margen de la grieta eternamente.
Analizar las razones que tuvieron los agresores -porque fueron varios- sería tanto como buscarles justificación. Nunca jamás habrá argumentos suficientes para descalificar al otro. Mucho menos en un ámbito de pensamiento, donde la discrepancia y el debate es parte esencial de la construcción del conocimiento. Nada más alejado del insulto barato. Ese veneno que se usa para militar la intolerancia.
Hecha la salvedad, según los testimonios la frase del docente que encendió la pólvora fue una afirmación acerca del origen multicausal de la inflación. El economista sostuvo que la alta emisión monetaria no explica la caída del poder adquisitivo. Para algunos puede ser una barbaridad, porque desafía a la ortodoxia. Es una postura heterodoxa y también tiene amplio asidero. El ámbito universitario debería ser el lugar del debate fundado entre una y otra mirada. Pero en vez de eso, convirtieron el aula en una tribuna payasesca donde se impone el que pega el grito más fuerte.
'Usted es el cáncer de la Argentina, usted y su ideología nefasta', fue otro de los pasajes del mensaje agraviante de uno de los alumnos. 'No mienta sobre el liberalismo, la derecha, los economistas clásicos, no le chupe la p*** a Keynes', escribieron sin filtro. Sepa el lector entender la grosera expresión completa. No daba para escribirla en este medio. La calidad del debate, la pobreza de la argumentación del estudiante lo desacredita. No califica para intercambiar una idea, sin más apoyo que el patoterismo y su pretensión de silenciar al otro.
Primero el director del Departamento de Ciencias Jurídicas, Conrado Suárez Jofré, y luego el decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Raúl García, prometieron una investigación para dar con los responsables y aplicarles las sanciones. Es lo que corresponde. Sin embargo, el problema de fondo trasciende el episodio violento. Como ya se dijo, la universidad no iba a permanecer al margen de esto que viene sucediendo en las redes sociales. Hubo un aprendizaje violento. La bravura se enciende detrás del teclado, con la falsa tranquilidad del anonimato. Equivale a tirar una piedra escondido en la multitud. Salvo que esta vez ocurrió en un aula virtual y cada uno de los participantes tiene nombre, apellido y registro.
Por otro lado resulta llamativo, en el glosario de insultos, la recurrencia de uno en particular: 'zurdo'. Si la pretensión es silenciar la ideología de centroizquierda o progresista, bueno, eso se parece bastante al plan que alentó las dictaduras en Latinoamérica hace cuatro y cinco décadas. Es un pensamiento grave si se encuentra en generaciones jóvenes, porque descubre una memoria rota. Revela la ignorancia.
Si existe una izquierda, existe una derecha. Las democracias mejor consolidadas en el mundo lograron encontrar la alternancia entre uno y otro espacio político, partiendo de bases comunes que no se pueden tocar. Así como identificar a un docente con la izquierda no podría jamás significar un agravio, tampoco debería serlo con la derecha. En la Universidad Nacional de San Juan conviven expresiones de uno y otro sector. Es conocido por todos los que pasaron por ese ámbito.
Las notas periodísticas referidas a este episodio nefasto cosecharon una enorme cantidad de reacciones en redes sociales. Los comentarios tristemente no sorprendieron. Nuevamente se empezaron a alinear los polos de la grieta. Algunos tímidamente reprobaron los modos de los estudiantes violentos, pero avalaron su intolerancia. Pretendieron asfixiar la libertad de cátedra del docente, tachándolo por 'adoctrinador'. No se puede silenciar el pensamiento. A las teorías se les contesta con más teorías. Con bibliografía. Con investigación. Así se construyó el conocimiento siempre.
Si en las universidades se sepulta el debate, qué se puede esperar de otros ámbitos. Pasó finalmente este fin de semana aquí en el edificio que comparten Canal 13 y Tiempo de San Juan. El domingo la fachada amaneció pintada con aerosol. Una cruz esvástica y otro símbolo que simula ser la mira con que se apunta un arma de fuego, en color negro. Este último gráfico es idéntico al que el fin de semana anterior apareció en la fachada del partido MST. No es la primera vez que agravios anónimos de esta naturaleza aparecen. El mensaje es claro. Se pretende sembrar el miedo. Se busca imponer el silencio.
Pintar una esvástica remite a uno de los peores capítulos de la historia de la humanidad, a la aniquilación y el exterminio genocida. Usarla con banalidad para amedrentar a un grupo periodístico solo merece el repudio. Con aciertos y con errores, este medio de comunicación sigue apostando a la libertad de expresión, a la pluralidad y a la tolerancia. Que se sepa: no habrá ni un paso atrás.
JAQUE MATE