El paso de comedia sucedido esta semana en el Concejo Deliberante de Rawson, que empezó con una interpelación, pasó por una amenaza de juicio político y terminó en nada, desnudó un problema transversal para prácticamente los 19 municipios. El 2023 fue el año perdido de los intendentes.

El adelantamiento de las elecciones en busca de escaparle al arrastre negativo de Nación gatilló los primeros movimientos de campaña en enero para votar en mayo. Desde entonces, siete meses antes del traspaso de mando, las gestiones en retirada quedaron vacías de poder y los intendentes electos, atados de manos porque todavía no son lo que ya se sabe que serán.

Es más que un juego de palabras perverso. Es la fiel descripción de lo sucedido en la mayoría de los departamentos. Y particularmente en Rawson, donde el caos político regó las calles con basura.

Ese espectáculo dantesco volvió a eclosionar esta semana en el Concejo Deliberante, que interpeló al secretario de Medio Ambiente y Servicios Públicos, Alfredo Castro, para constatar lo que es vox populi. El municipio no tiene más de cuatro o cinco camiones, que a menudo están fuera de servicio. Qué se le va a hacer.

Hace tiempo que el Concejo de Rawson no se divide en oficialismo y oposición, porque a Rubén García no le quedó uno solo que lo defienda. El giojista Elio Frack reconoció este miércoles en Banda Ancha que se barajó la idea de iniciarle juicio político al intendente. Pero no tendría sentido un desgaste institucional semejante cuando hay un intendente electo, Carlos Munisaga, presto para asumir en apenas tres meses.

¿Qué pasará en estos 90 días? Frack pidió públicamente que García reaccione, que gobierne y saque el 'piloto automático'. ¿Por qué debería hacerlo? ¿Por el honor?

García obtuvo apenas unos 1.000 votos cuando buscó la reelección -sin grandes expectativas- el 14 de mayo. Dicen puertas adentro del justicialismo que nunca fue su intención competir en estas condiciones, pero lo convencieron para que sumara puntos en el marco de la Ley de Lemas. 

García comenzó a despedirse el mismo domingo 14 de mayo por la noche. Con su destino sellado, enemistado con el giojismo que lo alumbró en 2019 y desconocido por el uñaquismo que lo refugió en 2023, no le sobran los motivos para inmolarse.

Le alcanzará con transitar estos últimos 90 días para entregarle las llaves de la oficina a Munisaga. Y que el Concejo Deliberante patalee nomás.

El caso de Rawson tal vez sea el más evidente y extremo. Pero en menor medida el 2023 ha marcado las gestiones municipales negativamente en general. Votar tan temprano solo podía acarrear dolores de cabeza, no solo para los intendentes en ejercicio sino fundamentalmente para los vecinos.

Capital es otro ejemplo a considerar en el análisis. Emilio Baistrocchi perdió la elección y el mismo domingo 14 de mayo por la noche empezó a poner pausa en algunos proyectos en ejecución. Se frenó la repavimentación de Avenida Córdoba que había comenzado y se suspendió definitivamente la obra en Avenida Libertador. 

Quedará la Avenida Ignacio de la Roza, ya terminada, como testimonio de lo que pudo haber sido el resto. Tampoco se finalizará el Ecoparque que pretendían inaugurar este 21 de septiembre, el segundo pulmón verde más grande de la Ciudad. Pasaron cosas.

Baistrocchi fue uno de los dirigentes que más se resistió a vivir de campaña en campaña. Le costó mucho asimilar el sacudón de 2021, cuando el peronismo quedó 28 puntos por debajo de Juntos por el Cambio en la elección legislativa en su departamento. Sin descanso le tocó embarrarse en la pelea por la reelección. Tuvo fuego amigo en una interna 'a cara de perro'. De los cuatro años de mandato, a uno prácticamente se lo comió la pandemia. Y al otro, la batalla en las urnas.

No será un dolor de cabeza semejante para los intendentes reelectos, seguramente, tanto del oficialismo como de la oposición. Por ejemplo el santaluceño Juan José Orrego o la caucetera Romina Rosas. Ni los municipios donde ganó la continuidad con otro nombre, como la chimbera Daniela Rodríguez y el rivadaviense Sergio Miodowsky. Pero los vecinos pueden tener igualmente una sensación de 'piloto automático'. A los que se van, poco más se les puede pedir. Habrá que esperar un poco, para entenderse con los que llegan, cuando se cumpla este largo purgatorio de la transición.

La moraleja tal vez sea volver al sistema electoral derogado. Regresar a los plazos razonables para evitar matar a los intendentes antes de tiempo. Si algo demostró este 2023 atípico es que los electores tienen total autonomía para distinguir categorías. Votaron en un sentido el 14 de mayo, en otro el 2 de julio y en otro el 13 de agosto. Los cálculos clásicos de la política tradicional se extraviaron frente a la realidad inapelable. El corrimiento de las fechas electorales puede ser una carta efectiva para los oficialismos de turno. O no.  El costo de un adelantamiento extremo está a la vista. Y no ha sido gratis. El costo, otra vez, recayó en la gente. 


JAQUE MATE