Detrás de la compostura y las frases hechas, el reconocimiento de ruptura. El presidente del Partido Justicialista, Juan Carlos Quiroga Moyano, no dio por terminada la alianza que los mantuvo unidos al Partido Bloquista durante 20 años. Pero, en el fondo, entendió que el alejamiento flagrante no tiene punto de retorno.

El coqueteo político de Luis Rueda con el orreguismo se plasmó en dos votaciones estratégicas en la Legislatura: el RIGI y la rescisión del contrato del dique El Tambolar. El justicialismo votó en contra mientras el bloquismo lo hizo a favor. Fue mucho más que una divergencia circunstancial. Fue el corolario de un pacto disuelto.

El bloquismo, que tiene vocación de oficialismo gobierne quien gobierne, empezó a entenderse con Marcelo Orrego a través del buen oficio del vice, Fabián Martín. No le costó a Rueda convencer a los otros dos diputados de su bloque, el iglesiano Gustavo Deguer y el zondino Miguel Atampiz, para pegar el salto sin demora.

Como ya se contó en esta columna, el vínculo político de Rueda con Sergio Uñac se fue debilitando con el correr de los meses después del 10 de diciembre. Hubo varias razones en el medio. Una de ellas, la falta de apoyo justicialista en la interna partidaria que Rueda tuvo que jugar en soledad.

El efecto inmediato fue dar por terminado el compromiso. Del otro lado, Martín siempre los estuvo esperando para tejer una mayoría oficialista en el recinto. 

El bloquismo se adaptó rápidamente al nuevo escenario. Pero subsistía la idea de que era una situación transitoria. Incluso algunos en la Legislatura sospechaban que detrás de la jugada siempre estuvo Uñac como titiritero de los correligionarios. Que la separación entre peronistas y bloquistas era en realidad una simulación para colaborar con Orrego sin que se note demasiado la maniobra.

No fue así. Rueda tuvo que enfrentar las acusaciones de sus colegas diputados justicialistas cuando empezó a acompañar las votaciones del oficialismo. Lo tildaron de desleal, aunque con una palabra bastante más fuerte. En política nadie se austaría por un berrinche pasajero. El enojo ya fue. Hoy se respira un aire de aceptación. Cada uno tomará su rumbo.

Según una fuente muy cercana, Quiroga Moyano ya dio por terminado el capítulo con los bloquistas. El nuevo conductor del PJ sepultó toda expectativa de que el bloquismo renueve la alianza con el justicialismo para el 2025. La primera razón es de carácter práctico. El año que viene habrá muy poco para repartir.

El PJ podría aspirar a renovar una banca en la Cámara de Diputados de Nación. De manera extraordinaria, si fuese arrasador en las urnas, podría apuntar a retener las dos bancas que pondrá en juego. Pero esto es muy improbable en un escenario de tercios donde el justicialismo corre en desventaja frente al gobierno nacional y al gobierno provincial.

¿Qué razones tendría el bloquismo para acompañar al PJ en una posición testimonial? Orrego no podría ofrecerles nada mejor tampoco, porque el gobernador necesita engordar su bloque de Producción y Trabajo en el Congreso. No regalaría una banca al bloquismo. Sin embargo, siempre estará presente el horizonte del 2027 para prometer.

El eje del poder se desplazó del PJ a Producción y Trabajo. El bloquismo siempre tuvo alta sensibilidad a este tipo de corrimientos, desde los tiempos de Federico Cantoni, pasando por Leopoldo Bravo, Carlos Gómez Centurión y Wbaldino Acosta. Cada uno en su tiempo supo sintonizar con la autoridad política de turno, aun cuando hubiese que disimular alguna incompatibilidad. 

El partido de la estrella priorizó siempre el pragmatismo.

Ahora bien, si el bloquismo finalmente sella un frente electoral con Producción y Trabajo en 2025, ¿cómo podría volver con el PJ en 2027? Tanto viraje en tan poco tiempo sería impresentable frente a la sociedad. Y el bloquismo lleva muchos años intentando recomponer su imagen.

Por lo tanto, el acuerdo que se cierre el año próximo tendrá proyección hacia adelante. El PJ, que padece las heridas internas todavía abiertas a pesar de la lista de unidad, no puede distraer energías. Para bailar el tango hacen falta dos. Si uno se retira, habrá que buscar otra pareja. En eso están.

O, como dice la canción: Chau, chau adiós. Quizás mañana estando lejos te arrepientas de este adiós.


JAQUE MATE