A las visitas nacionales también les llegó la devaluación
Durante 72 horas Juntos por el Cambio intentará monopolizar la agenda política con un desembarco potente. ¿Cuánto le aportan a Orrego? En espejo, el paso imperceptible de Vizzotti.
Durante 72 horas Juntos por el Cambio intentará monopolizar la agenda política con tres visitas nacionales: Miguel Pichetto, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, en ese orden cronológico. Vendrán para apalancar la campaña de Marcelo Orrego y compañía, pero también para llevarse una foto de regreso a Buenos Aires, ante la posibilidad palpable de anotar una victoria en un bastión peronista impenetrable. ¿Cuánto le sirve al candidato a gobernador esta avalancha porteña?
Responder esa pregunta es terreno pantanoso. A pesar de que se trata de figuras de alto conocimiento e instalación, la campaña de Orrego se montó en torno de su propia imagen, sin parasitar la popularidad de nadie. El santaluceño construyó pacientemente su carrera, primero como pupilo político de Roberto Basualdo, luego como intendente y finalmente como diputado nacional.
Hoy es la alternativa más competitiva para desafiar al justicialismo, a punto tal que buena parte de la oposición terminó confluyendo en su mesa. Es un tema de sanjuaninos.
Sin embargo Orrego no podría despreciar la identificación nacional que tiene con Juntos por el Cambio. Ha votado rigurosamente con el interbloque en el Congreso Nacional sin fisuras. Esa apuesta de largo plazo debería impactar doblemente. Por un lado, le facilitaría la llegada al votante macrista duro, que sabrá apreciar su disciplina. Por el otro, le abriría líneas con la Casa Rosada ante el eventual cambio de ciclo tras la salida de Alberto Fernández.
Efectivamente, tanto Horacio como Patricia tienen chances de coronarse presidente o presidenta de la Nación, en un escenario súper fragmentado y con final abierto. La potencialidad de Orrego no debiera agotarse en ganar el comicio en San Juan, sino fundamentalmente en diseñar un gobierno posible a partir del 10 de diciembre en un contexto difícil. Hacerse amigo del próximo presidente o presidenta siempre tuvo un plus para gestionar la provincia.
La catarata de visitas nacionales a una semana de las elecciones sanjuaninas también tendrá efectos secundarios. Como se ha dicho y reiterado en esta columna, Orrego no necesita participar en la guerra intestina en Juntos por el Cambio. En el afán de construir la victoria, ningún voto le sobra: serán bienvenidas las palomas y los halcones por igual, independientemente de la afinidad que tiene Marcelo con Horacio.
Llegará la hora de optar en esa interna porteña, pero será después del 14 de mayo. Concretamente, el 24 de junio. Ese día vencerá el plazo para inscribir listas de senadores y diputados nacionales, acoplados a una fórmula presidencial. Entonces sí, Orrego tendrá que poner sus fichas. Hacerlo ahora, corriendo el riesgo de espantar a los seguidores de Patricia, sería un despropósito.
Por otro lado, aunque Orrego tenga una visible identificación con Larreta, los votos afines a Bullrich terminarán tributando a la misma canasta gracias a la resucitada Ley de Lemas. A la par de Orrego hay otros tres candidatos a gobernador más halcones: Marcelo Arancibia, Eduardo Cáceres y Sergio Vallejos.
Incluso este último, que surgió abrazado al fenómeno de Javier Milei, hoy parece más volcado a colaborar con Patricia que con el libertario. El economista de melena alocada lo desconoció. Y Vallejos lo calificó de 'demagógico' por proponer la dolarización de la economía.
Arancibia ya adelantó su postura a favor de la presidenta del PRO. A pesar de integrar el GEN, el candidato a gobernador se siente cómodo con el temperamento inflexible de Patricia. Entiende que sus votos son perfectamente compatibles.
Cáceres se mantuvo prescindente pero ha desplegado una campaña tan agresiva que encaja mucho mejor con los halcones que con las palomas. Por lo tanto, aunque Orrego tenga cierta inclinación larretista, pudo contener dentro de su alianza a todo el espectro bullrichista. No es poco, en comparación con la disputa sangrienta que se proyecta desde Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Resulta razonable moderar las pasiones. Los números lo aconsejan. Este miércoles circuló una encuesta nacional de la consultora Zuban Córdoba y Asociados, que ratifica las percepciones del escenario fragmentado. Tomando a los principales precandidatos del Frente de Todos, de Juntos por el Cambio y la Libertad Avanza, la opinión pública se presenta dividida en tercios. Es una tendencia firme, que se sostiene desde el año pasado y se consolida a medida que avanza el 2023.
Esta encuesta circuló en los principales búnkers porteños con una recomendación del propio autor de la investigación: nadie se atreva a hacer una predicción porque no están dadas las condiciones para atinar. Las principales figuras nacionales, desde Cristina Fernández Kirchner hasta Milei, pasando por Sergio Massa, Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, superan el 50 por ciento de imagen negativa. Nadie escapa a la crisis de representatividad y al descontento social.
Por lo tanto, ninguna figura nacional llegará a San Juan con ese halo de antaño, cuando los presidenciables traían la bendición para un candidato y le daban un empujón importante sobre el final de la campaña. No sucederá esta vez. Se puede palpar en las calles, en la cartelería. Orrego aparece junto a su compañero de fórmula Fabián Martín, con colores institucionales compatibles con los de Cambiemos/Juntos por el Cambio. Sin nombres importados de Buenos Aires.
Algo similar sucede del otro lado de la grieta. Ni Sergio Uñac ni José Luis Gioja, los dos tanques del peronismo que se sumarán recíprocamente los votos para retener el poder en la provincia, han apelado a figuras nacionales. Fue sintomático el modo en que ocurrió la visita de la ministra de Salud, Carla Vizzotti, el viernes pasado. Llegó invitada a la inauguración del nuevo Hospital San Roque, en Jáchal. Fue recibida con calidez humana, pero sin referencia política. A lo largo de todo el acto televisado, en ningún momento se mencionó a Alberto.
Debía quedar claro: no fue una visita de campaña. No podría serlo, si la imagen presidencial se encuentra en el piso. Pichetto, Larreta y Bullrich sí vendrán a militar el voto para Orrego y compañía. Pero también para llevarse esa foto de regreso a Buenos Aires.
JAQUE MATE