Es lícito preguntarse, a 26 días del cambio de gobierno, quién es realmente Alberto Fernández. Detrás de los discursos y las declaraciones estudiadas, detrás de los afiches y fotos retocadas, hay una persona que tiene una personalidad, un temperamento, una forma de reaccionar ante la adversidad. Una forma válida de construir este otro perfil es  escuchar a quienes lo trataron con cierta frecuencia cuando estaba en el llano.

Dos sanjuaninos fueron los primeros, en la línea de tiempo que comenzó en 2002, cuando ya había caído el gobierno de Fernando De la Rúa. El entonces intendente chimbero José "Pepe" Camacho y el entonces diputado provincial justicialista Tulio Del Bono. Fue precisamente el ex rector de la UNSJ quien pintó algunas escenas de la época, aquí en Banda Ancha.

Recordó, por ejemplo, que la primera vez que se reunió con Néstor Kirchner fue en un cafecito porteño, cuando era gobernador de Santa Cruz y su proyecto presidencial apenas se traducía en una intención de voto del 2% estimado. A ese primer encuentro con los sanjuaninos fue escoltado por su armador político, Alberto Fernández.

Desde ahí en adelante, el futuro jefe de Gabinete K sería el interlocutor inmediato para todo el interior del país. Armador nato y necesario para coordinar cada acción de campaña. La primera vez que vino a San Juan estuvo en Chimbas, en un acto multitudinario organizado por el Movicom. Y lo recordó cuando volvió el 20 de junio pasado, casi tomando como cábala el populoso departamento.

Costó sacarlo a Del Bono de esa coraza que pone todo entrevistado entrenado, pero finalmente accedió a revelar un rasgo de la personalidad de Fernández que podría haber cambiado con el paso del tiempo. Es un hombre temperamental. Le gusta discutir. Y lo hace fuerte. Por eso al secretario de Ciencia y Tecnología de San Juan le llamó la atención la moderación con la que respondió aún en las entrevistas más desafiantes, en plena campaña. 

Para Del Bono, Fernández aprendió con el tiempo. Posiblemente el momento crítico que atraviesa el país no admita tonos tan elevados. Incluso cuando buena parte del electorado mira con cierto recelo este regreso del peronismo y una de las consignas obligatorias es empezar a suturar la grieta.

Pero sería esperable que esa personalidad del presidente electo aflore en algún momento. O en varios. A Del Bono no le parece mal, siendo el temperamento un rasgo que caracterizó a los presidentes democráticos desde 1983 a la fecha, salvo alguna excepción aislada.

El lado "B" de esta característica, claramente, disipa el mote interesado de "albertítere", que socarronamente intentó subordinarlo a la conducción de Cristina Fernández de Kirchner. Fue una manera de bajarle el calibre político al candidato presidencial. Por el contrario, las diferencias entre ambos, en caso de surgir, serán indisimulables. 

Argentina es un país presidencialista, donde el Poder Ejecutivo es unipersonal. Sin embargo, el apoyo o la fractura del Congreso Nacional podría complicar la gestión. Hay ejemplos abundantes en la historia reciente. Para Del Bono, que conoce bien tanto a Alberto como a Cristina, los matices diferenciales entre ambos no deberían llegar al quiebre. Como tampoco ocurrió estos cuatro años entre dos dirigentes tan diferentes y opuestos como el presidente Mauricio Macri y la diputada nacional Elisa Carrió. Si ellos pudieron convivir...

El 23 de julio de 2008 Alberto pegó el portazo al gobierno de Cristina, luego de la crisis de la 125. En 2012, al cumplirse dos años de la muerte de Néstor, calificó su presidencia como positiva pero dijo que Cristina tiró todo por la borda. Fue en ese momento en que tomó contacto con él otro sanjuanino que rompía con el Frente para la Victoria: el bloquista zondino Edgardo Sancassani.

También aquí en Banda Ancha, el "Changuito" contó cómo fue ese primer contacto con el espacio que empezaba a construirse en torno de Sergio Massa. El armador político nuevamente era Fernández. El zondino reconoció a Alberto como un hombre formal y de palabra. Pero el dato más revelador fue que, para Sancassani, su proyecto presidencialista comenzó en realidad en aquellos años.

Para el zondino, Alberto no es producto de una carambola política. Siempre actuó detrás de bambalinas, siempre armó para otros. Pero en determinado momento comenzó a organizar su propia estructura, el partido PARTE, que ya tiene base en al menos cinco distritos en todo el país, incluida San Juan. Con eso le hubiera bastado para presentar candidaturas nacionales. En soledad. Con magro resultado.

La historia lo puso por encima de esa jugada menor. Ahora tendrá la oportunidad de encabezar el proyecto. En cualquier caso, para la gente común, para todos, empezó el tiempo de conocer mejor al nuevo Jefe de Estado.  Y esperar.


JAQUE MATE