Por Daniel Tejada
Canal 13 San Juan


El dato más reciente de la Organización Mundial de la Salud indica que la tasa de mortalidad del coronavirus es de un 3,4%. Es un número inquietante, teniendo en cuenta que la gripe estacional tiene un índice de letalidad del 1%. Es claramente motivo de alerta, como ha ocurrido a nivel internacional y desde esta semana también en Argentina.

La construcción informativa a escala planetaria parece enfocada en este virus como no ocurría desde la Gripe A, que aprendimos a llamar H1N1, allá en el año 2009. El Coronavirus al menos por ahora, representa una afección que se puede prevenir. En caso de contagio se puede tratar. Y en la inmensa mayoría el resultado es la recuperación, aunque parezca todo lo contrario. Aunque haya un sentimiento colectivo de angustia por una epidemia de proporciones bíblicas.

La campaña de difusión del Coronavirus ha penetrado finalmente en las esferas oficiales, después de haberse instalado en los medios internacionales y fundamentalmente en las redes sociales, tierra de nadie pero gobernada diligentemente por los algoritmos. Esas misteriosas ecuaciones que dicen qué contenido se replica y cuál queda menos visible.

En verdad, hay otras causas de muerte que están diezmando a la población, sin que exista mayor reacción en términos comparativos con la peste surgida en el gigante asiático.

En Argentina, por ejemplo, donde hay un infectado con Covid-19 y por ahora su estado de salud es bueno, con perspectivas de recuperación, hay otro mal que mata una persona cada 26 horas. Por esta otra tragedia el año pasado perdieron la vida 235 personas.

Es altamente contagioso. Los síntomas son brutales. Las víctimas suelen padecerlo durante años hasta finalmente pagar con la propia existencia el costo de todo ese sufrimiento.

No, no hay ninguna bacteria detrás de este asesino implacable. No hay un virus. Son los femicidios. Según datos oficiales del Observatorio de Violencia de Género, a lo largo de 2019 murió una mujer cada 26 horas en manos de un violento. Si prácticamente todos los días alguien mata a una mujer, a una persona, entonces estamos en presencia de un problema mayúsculo. No hay barbijos para prevenirlo. Es bastante más complejo. Pero hay solución, si tan solo empieza a ser más que un tema reservado para el morbo social y se convierte en un mal digno de combatir en serio.

Es decir, si los femicidios salen de la espectacularidad del relato policial, abundante en detalles macabros, y el quiebre del machismo -o la deconstrucción, como se estila decir ahora- se convierte en moneda corriente. En todos los ámbitos. Empezando por el hogar, pero con una fuerte impronta en las escuelas y, por supuesto, en los medios de comunicación.

Pero saliendo de la temática de género, hay otros verdugos en Argentina que se llevan aún más vidas cada día. Uno de estos males crónicos mata 18 personas a diario. A lo largo de 2019, asesinó a 6627 seres humanos dentro del país.

Se trata de los siniestros viales fatales. Según la Asociación Civil Luchemos por la Vida, entre enero y diciembre del año pasado cada mes murieron 552 personas en las calles y rutas argentinas. En San Juan, fallecieron 146 en todo 2019.

¿Es necesario repetir todo el glosario de recomendaciones para reducir esta pérdida evitable de vidas? Cuesta mucho pensar que alguien desconoce las normas de convivencia vial, las mínimas, las que aseguran el resguardo propio y ajeno cada vez que se transita por las calles. Sin embargo, ahí sigue la estadística, convertida en un número tirado al aire, frío y alejado del dolor de las familias.

Huelgan las aclaraciones. Comparar el Coronavirus con los femicidios o los siniestros viales fatales resulta un ejercicio forzado. Aún así, puede contribuir a la reflexión acerca del interés social devenido en psicosis. Las preocupaciones creadas, versus los dramas invisibles.

Hay alertas selectivas y escándalo para pocos.


JAQUE MATE