Muchas veces en privado, pocas veces en público, funcionarios del gobierno provincial e intendentes reconocieron que no hay interlocutores en el gobierno nacional. Que con Javier Milei se cerró una cantidad de oficinas, no se cubrieron cargos históricos y las puertas para golpear en Buenos Aires, simplemente, dejaron de existir.

El lado A de este ajuste es el ahorro, la motosierra sobre el gasto político y la maldita 'casta'. Pero si hay un lado A, hay un lado B. Esa otra cara es el alto costo que tiene para la provincia y para los municipios el abandono. 

El gobernador Marcelo Orrego y los 19 intendentes saben que nadie sentirá compasión por ellos, por esta dificultad que les toca afrontar.

No se trata entonces de empatizar con el dirigente de turno, sino de entender que, a la postre, el impacto siempre llega a la gente. Un ejemplo concreto servirá para entender el punto: el ecoparque de Capital, abandonado a su suerte y sin fecha de reinicio.

El predio de 5 hectáreas se comenzó a ejecutar con financiamiento nacional durante la presidencia de Alberto Fernández y la intendencia de Emilio Baistrocchi. En el medio pasaron cosas. Perdió Unión por la Patria. El municipio adelantó partidas para sostener el ritmo de obra, a la espera de que la Casa Rosada hiciera luego las transferencias adeudadas. No sucedió.

Así recibió el Ecoparque la nueva gestión a cargo de Susana Laciar. Con Javier Milei en el poder, el concepto de obra pública se convirtió en un abstracto. Lo que quieran construir las provincias y/o los municipios, correrá por cuenta de ellos. Que se olviden de que alguna vez Nación invirtió en pavimentos o ladrillos.

El ecoparque quedó paralizado. Sin actualizar los montos y solo considerando lo construido hasta el momento, Nación le quedó debiendo a la Municipalidad de la Ciudad de San Juan unos 200 millones de pesos. Lo dijo en Banda Ancha el coordinador de gabinete, César Aguilar.

¿Con quién se sentarán a negociar la devolución de esos fondos aportados por la gestión de Baistrocchi por las demoras de la administración de Fernández? Buena pregunta. No hay interlocutor. Puntos suspensivos.

El caso del ecoparque tal vez sea el más visible, pero no es el único. En todas las áreas de gobierno hay ejemplos de financiamientos interrumpidos

Orrego volvió a repetir este miércoles en la entrega de viviendas del barrio Cordillerano, en Pocito, que no se cansará de viajar a Buenos Aires para pedir por los sanjuaninos. Sin embargo, esa tarea puede resultar agotadora y, tal vez, desmoralizante.

Por el momento, las obras más cercanas son las que cuentan con aportes del Banco Interamericano de Desarrollo. Orrego tuvo que eludir con mucha política los obstáculos de Nación para reactivar los créditos del BID que no podían arrancar sin el visto bueno del nuevo gobierno libertario. 

La falta de funcionarios designados en el organigrama nacional dilató los plazos. El ministro de Infraestructura, Fernando Perea, tuvo que desandar los pasillos del extinto Ministerio de Obras Públicas. A esa cartera le cupo el '¡afuera!' de Milei.

A comienzos de agosto, Orrego se reunió con José Agustín Aguerre, el representante del BID en Argentina, y trajo a San Juan la confirmación del inicio del tramo 2 de la Ruta 40, la futura autopista San Juan-Mendoza, que va de Tres Esquinas a Cochagual. Es un sector de 26 kilómetros.

Este miércoles, pisando el final del mes, Orrego anunció que la semana que viene, ya en septiembre, deberían venir funcionarios nacionales para ver in situ la Ruta 40. A ver si de esa manera logran contagiarles el entusiasmo por la obra pública planchada.

La siguiente obra financiada por el BID y pendiente de reactivación es el túnel de Zonda. A Nación no le cuesta un peso, pero se necesita el ok administrativo porteño para que la rueda vuelva a girar. 

El problema -valga la insistencia- es que so pretexto del ajuste fiscal, muchas oficinas públicas demoraron meses en ponerse en funcionamiento. El costo fue la parálisis.

La obra pública tal vez sea el ejemplo más visible. Pero la ausencia de interlocutores es la regla general. Aún cuando los interlocutores existan, a menudo la respuesta es otro clásico libertario: 'no hay plata'.

Un alto colaborador del gabinete de Orrego hizo un mea culpa, en nombre propio y de toda una generación de dirigentes. 'Algo habremos hecho mal', reflexionó el funcionario, para justificar de alguna manera los nuevos modos, el ascenso de Milei por encima de las alternativas tradicionales de la política.

Algo habrán hecho. Algo no hicieron. El problema ahora es precisamente ese: hay que seguir haciendo.


JAQUE MATE