Como en todo proceso electoral, hasta el más refinado de los candidatos de la Universidad Nacional de San Juan puede terminar embarrado en el lodo de la confrontación. Quedó atrás el tiempo de los buenos modales y la concordia. Hubo un notable clima de fraternidad primero por el 'enemigo invisible', el Covid 19, y luego por el inesperado fallecimiento de la vicerrectora Mónica Coca, otrora una de las figuras más competitivas dentro de la casa de altos estudios.

El tiempo pasó, los mandatos se extendieron por un año y esta generación quedará marcada como la que tuvo que transitar la peste y sus particularidades. Las clases virtuales. La falta de conectividad. La deserción de estudiantes cuyas familias perdieron el sustento. El terremoto que agrietó los muros. Hasta las tormentas que inundaron las aulas sin estrenar de la Escuela de Música provisoria.

Con fecha definida en el calendario para votar el 10 de junio en primera vuelta y el 17 de junio en balotaje, hubo bandera de largada. Y las consecuencias se empezaron a sentir. Los buenos modales quedaron para las cámaras y los micrófonos encendidos. La primera que blanqueó las tensiones fue la decana de Filosofía, Rosa Garbarino, una de las aspirantes a suceder a Oscar Nasisi. Y lo hizo aquí en Banda Ancha.

'Algunos quieren presencialidad para hacer campaña', disparó sin anestesia. Sin identificar a nadie tampoco. Pero hundiendo el cuchillo hasta el hueso. Apenas un par de semanas antes en este mismo estudio televisivo el candidato Jorge Cocinero se había manifestado explícitamente por una mayor presencialidad en las aulas universitarias. 

¿Significa esto que Garbarino y Cocinero o Cocinero y  Garbarino se están identificando como las dos primeras fuerzas que puedan rivalizar, dejando al resto de los oponentes fuera de la disputa? Parece demasiado pronto para hacer una lectura semejante. Pero de facto está sucediendo: se están referenciando directa o indirectamente entre sí.

Había pasado en su momento entre Garbarino y Coca. Ayer la decana de Filosofía reveló algo que hasta ahora posiblemente era reservado. 'Con Mónica Coca sabíamos que las dos íbamos al balotaje', dijo la candidata a rectora. Aunque ambas representaban el género femenino en la grilla de largada, provenían de sectores antagónicos. Dentro y fuera de la universidad. Garbarino con raíces en la Cruzada Renovadora y la Alianza, Coca con vínculos no disimulados con el PJ de Cristina.

Con la repentina partida de Mónica, el tablero se tuvo que reacomodar. Todavía no terminaron de calzar las piezas. Garbarino, Cocinero y Roberto 'Duro' Gómez -el candidato de Nasisi- coincidieron en el diagnóstico: no toda la tropa coquista está satisfecha o plenamente referenciada en la candidatura de Tadeo Berenguer. Entonces la ronda de diálogos se reabrió.

Garbarino se cruzó con Cocinero por la presencialidad pero también por las aulas. Nuevamente, sin mencionarse mutuamente, la decana rechazó el planteo del secretario de Obras del Rectorado, acerca de que las aulas livianas de Música están habitables luego de haberse filtrado el agua incluso entre los cables de electricidad. La magíster se plantó en su posición: no permitirá el uso de esos espacios hasta que alguien garantice su seguridad.

Cocinero no ha confluido con Gómez ni Berenguer, a pesar de que puedan tener algunos puntos de encuentro. De hecho, con el decano de Arquitectura mantienen una relación mucho más cercana, posiblemente por el origen académico de ambos. Los dos son egresados de esa Facultad. No hay acuerdo político y no lo habrá. Cada uno llegará al 10 de junio con su propia propuesta. Pero Garbarino se ocupará de señalar que son muy semejantes y que la alternativa opositora es ella.

Los comparó con la Alianza de 1999, la de Alfredo Avelín, los radicales y los bloquistas, por el acuerdo al que llegaron en Filosofía para esta oportunidad. La candidata de Garbarino es la actual vicedecana, Myriam Arrabal. En frente tiene a un solo rival, el docente historiador e investigador Eduardo Carelli. El académico representa a todo el arco no garbarinista. Para la decana, esa confluencia sin filtro ideológico ni político se parece bastante a la coalición fallida de fines del siglo pasado.

Este es apenas el punto de partida de una elección demorada, atípica, que tendrá, como si fuera poco, otro condimento ineludible: el temor a una segunda ola de contagios, con idéntica ferocidad que la primera, como ya sucedió en el Hemisferio Norte. Nadie sabe a ciencia cierta si las condiciones sanitarias permitirán llevar a cabo los comicios en la universidad en el umbral del invierno. Pero es decisión tomada. Y si el país entero irá a las PASO el 8 de agosto, no habría razones para cancelar otra vez los comicios de la U.

'Si fuera por mí, ojalá se vote mañana', deslizó en un suspiro Garbarino antes de salir al aire. El apuro tiene que ver precisamente con el horizonte de incertidumbre. De fondo está la preocupación por la participación de docentes, alumnos, personal de apoyo y egresados, que posiblemente tengan muchas otras ocupaciones más que escuchar propuestas políticas. Hacerlo vía Zoom o por redes sociales, impedidos de abusar del contacto cara a cara, será otro de los condicionantes.

JAQUE MATE