Bloquismo en llamas y sin bomberos a la vista
La renuncia de la vicepresidenta Laura Adámoli provocó la reacción de Graciela Caselles. No es un duelo de damas, sino el reflejo de un partido golpeado por la derrota.
Todo explotó el miércoles pasado. En Banda Ancha el presidente del Partido Bloquista, Luis Rueda, acusó a los correligionarios que coquetean con Javier Milei de estar detrás de un cargo. Por la noche, la vicepresidenta Laura Adámoli plantó la renuncia, furiosa por no haber sido escuchada cuando pidió abrirse del peronismo antes de que fuera demasiado tarde. La derrota de Unión por la Patria les pegó duramente. Y les sigue pegando.
El portazo de Adámoli se conoció recién el viernes. Esa misma tarde, Graciela Caselles le saltó a la yugular. Fue en 'Tarde Trece', con Claudio Bonomo. La diputada nacional calificó de 'inoportuna y fuera de lugar' la renuncia de la vicepresidenta. Dijo que ella misma le pidió que reconsidere la decisión. Y le reclamó que fuese leal al presidente Rueda. Pero el vínculo se rompió y no tiene remiendo.
El apartamiento de Adámoli no significaría demasiado si ella no representara a un sector del bloquismo que piensa como ella. Siempre fueron reacios al romance con el justicialismo, sea el de José Luis Gioja, el de Sergio Uñac, el de Cristina Fernández de Kirchner, el de Alberto Fernández o el de Sergio Massa.
Posiblemente sean minoría en la estructura orgánica, pero pueden resultar incontables hacia afuera. De hecho, se reactivó lo que en algún momento la prensa bautizó como 'bloquismo disidente', hoy empoderado a días de la asunción de Marcelo Orrego.
El quiebre en la conducción tuvo un anticipo cuando el entonces presidente de la Juventud Bloquista, Julián Gómez, salió a despotricar públicamente contra Massa en la vigilia del ballotage. Semejante declaración le costó la remoción. Pero tuvo la capacidad de alborotar el avispero. Provocó la respuesta de sus pares y del propio Rueda.
Su rebeldía tomó por sorpresa a los mayores, porque Gómez había sido muy favorecido por la alianza con Uñac. Lo nombraron asesor en el Ministerio de Minería y el concejal Alfredo Nardi lo ayudó económicamente cuando necesitó para seguir adelante con sus estudios. Estas facturas se hicieron públicas por el diputado chimbero Andrés Chanampa.
Con algo más de experiencia, Adámoli no cometió el error de Gómez. Esperó la oportunidad para manifestar su disidencia. Aguardó pacientemente que pasara el 19 de noviembre para entregar el cargo. A la postre, su opinión fue coincidente con la del joven bloquista devenido en libertario.
Al día siguiente, el jueves 30 de noviembre, Adámoli se trasladó a la casa de su suegro, Don Leopoldo Bravo. Alejandro, el hijo menor del último caudillo bloquista, organizó un acto en recordación de los 60 años del primer gobierno y los 40 años del último gobierno de su padre. Fue el motivo para una cumbre donde asistieron figuras de la época, como Eduardo Pósleman, Juan Gilberto Maratta y Salvador Lo Cascio. Pero también hubo otros invitados.
Entre ellos, nada menos que César Aguilar, el futuro coordinador de gabinete de Susana Laciar en la Municipalidad de Capital. El dirigente fue uno de los expulsados, junto con Enrique Conti y Juan Domingo Bravo, por haber participado de Juntos por el Cambio. El partido les revocó la afiliación durante la gestión de Rueda. Adámoli nunca estuvo de acuerdo con esa sanción disciplinaria.
El martes anterior, en Banda Ancha, Aguilar dijo que le 'encantaría' volver al partido. Incluso reveló que algunos correligionarios le están pidiendo armar lista para competir en la interna del año que viene, para recuperar la conducción sin ningún vestigio de simpatía por el peronismo.
La invitación de Alejandro Bravo a Aguilar fue indicativa de su proximidad. Como Adámoli, el hijo menor de Don Leopoldo entiende que debería darse una marcha atrás con las desafiliaciones en una necesaria reconciliación. Rueda no opina lo mismo.
El presidente partidario dijo en Canal 13 que se cansó de convocar a Aguilar y que nunca tuvo una respuesta positiva.
El ruedismo tuvo una época de esplendor durante la administración uñaquista. Pero ese ciclo se cerrará el 10 de diciembre, cuando se consume el cambio de gobierno. Rueda será presidente del bloque en la Legislatura y desde ese sitio podrá sostenerse como interlocutor del orreguismo. Mientras tanto, su vínculo político con Uñac seguirá intacto. Esa alianza con proyección de futuro es la que molesta a los correligionarios que vienen empujando por la autonomía. Consideran que esta derrota del peronismo es el momento indicado para disolver el contrato.
Rueda confirmó en Banda Ancha que buscará la reelección como presidente del partido en 2024. El cierre de listas será en febrero, razón por la cual habrá intensos movimientos en el verano para generar los consensos. Por lo pronto, Pedro Medina dejó trascender sus aspiraciones. Entre sus pares aseguró que ya tiene los avales y la estructura para competir.
Hay una tercera posición, entre los bloquistas amigos de Uñac y los bloquistas amigos de Orrego. En estricto anonimato, están invitando cafecitos a diestra y siniestra para bajar los niveles de enfrentamiento y esperar que empiece a rodar la nueva gestión, tanto en la provincia como en la Nación.
Los bloquistas de la tercera posición entienden que es hora de mirar el escenario sin apresurarse, porque el panorama se presenta muy turbulento. Son también los que reclaman la reconciliación con los expulsados. Este es precisamente uno de los puntos críticos: los expulsados ya son parte del nuevo oficialismo.
El bloquismo despedirá el año en llamas y sin bomberos a la vista.
JAQUE MATE