Disimuladamente algunos peronistas todavía miran con recelo a los socios bloquistas porque temen haberles pagado demasiado caro el acuerdo político que sostienen desde hace unos 20 años. Secretamente ansían que los correligionarios abran rancho aparte y muestren cuántos votos tienen sin ir colgados de Sergio Uñac. Sin embargo, el purismo podría tener un alto costo. Si se terminaron las victorias por nocaut y solo se gana por puntos, con lo justo, ningún aporte resulta despreciable.

Hay un elemento objetivo que los bloquistas pueden exhibir con certeza: tienen el segundo padrón de afiliados más importante después del justicialismo. El resto de los partidos está muy lejos de los dos primeros de acuerdo a ese parámetro. 

Después está el factor relativo a los votos y su pertenencia. Ese interminable debate circular sobre el huevo o la gallina. ¿El Frente de Todos ganó porque estuvo el bloquismo sumando lo suyo o hubiera ganado igualmente sin la participación del partido de la estrella? Es una cuestión contrafáctica. La única manera de saberlo sería romper y medirse por separado en las urnas. Pero no sucederá en 2023.

Incluso y pese a los amagues, es improbable que el bloquismo lleve candidato a gobernador propio el año que viene. Lo dijo de manera tajante el diputado Andrés Chanampa este miércoles en Banda Ancha. Si han venido acompañando a Uñac rigurosamente desde que llegó al poder, ¿qué motivo tendrían para competirle dentro de unos meses? ¿Cómo podría Luis Rueda confrontar si sigue siendo el secretario privado del gobernador?

Quitar al bloquismo de esa carrera implica abrir la negociación por lugares en la lista de diputados proporcionales otra vez. Hoy el partido de la estrella tiene un solo legislador en esa categoría, el iglesiano Mauro Marinero. Los otros dos, Chanampa y Edgardo Sancassani, ganaron bancas como departamentales. El primero por Chimbas, el segundo por Zonda. ¿Tienen margen los correligionarios para aspirar a incrementar su cuota en la Legislatura que viene? Dependerá de varios factores. El más importante de todos, la capacidad de rosca.

Las diputaciones departamentales también dependerán de lo que resuelva Uñac al más alto nivel. Si él es candidato por otro mandato, él cortará su propia lista y el bloquismo tendrá que someterse a ese bisturí. Nada que no haya sucedido con anterioridad. En la medida en que Rueda conserve su posición de privilegio junto al gobernador, los correligionarios pueden respirar tranquilos. Es precisamente lo que les quita el sueño a algunos peronistas que no terminan de digerir la relación.

La verdadera competencia recién se abrirá en las categorías municipales de intendentes y concejales. El bloquismo está lanzando progresivamente a sus candidatos en cada departamento. Ya lo hizo con Juan Sancassani en Santa Lucía, con Mario Gaitán en Pocito y con Walter Vázquez en Rivadavia. Lo de Chanampa en Chimbas está cantado. Lo de Graciela Caselles en Capital también estaría encaminado. Al final del día, cuando haya que abrir las urnas, ahí estará la verdad contrastable. ¿Cuántos votos fueron capaces de acumular los correligionarios?

Ahí se agotaría la cuestión si no fuera que hay bloquistas sueltos por ahí, amagando con dividir los apoyos. El caso más evidente es el de Enrique Conti. El exintendente de Capital está coqueteando con la idea de volver a competir en el municipio. Y si bien es cierto que hay generaciones enteras que no lo conocieron porque su gestión terminó en el año 2007, al interior del partido de la estrella su reaparición no pasa inadvertida.

En el entorno de Rueda intentan bajarle el precio a Conti. Le revocaron la ficha de afiliación a él, a Franco Marchese, a Juan Domingo Bravo y a Anselmo Aballay. Los cuatro se fueron con Marcelo Orrego, desobedeciendo a la Convención Bloquista que ratificó la alianza con Uñac. Esa inconducta les costó la expulsión. Sin embargo, por lo bajo siguen mirando los movimientos disidentes.

¿Cuántos votos le puede sacar Conti al bloquismo capitalino? ¿Cuántos votos puede restarle al Frente de Todos para llevárselos a Juntos por el Cambio? Es la pregunta más incómoda por estas horas. Estarán por supuesto quienes le bajen el precio a Conti y al bloquismo. Quienes digan que es una disputa por un par de puntos insignificantes que no mueven la aguja. Pero no son tiempos de holgura para nadie. Entonces la cuestión requiere una mirada mucho más fina.

Esta semana se agregó otra noticia incómoda para el bloquismo, cuando el médico Pedro Medina también se sacó la foto con Orrego. ¿Quién lo conoce a Medina? ¿Acaso Medina alguna vez ganó una elección? Con ambos razonamientos, Chanampa intentó bajarle el volumen al pase. Posiblemente tenga razón el chimbero. Sin embargo el salto con garrocha siempre será ruidoso para la vida interna del partido de la estrella.

Cuando Rueda y compañía tienen por delante un examen importante frente a los compañeros peronistas que les quieren contar las costillas, cada fuga cuenta. Cada punto que se escape hacia los disidentes será doloroso. Pero no queda mucho más por hacer.

Chanampa anticipó que Medina será expulsado también, como Conti y los demás. Pero en el fondo saben que esa formalidad no anula a nadie. Que los disidentes siguen siendo minoría, también es una verdad innegable. Sin embargo, no por pocos son insignificantes. Les alcanza con tener capacidad de restar, para cumplir su cometido en 2023.

Esa pelea está en curso. Por eso Chanampa les echó en cara a los bloquistas disidentes que hoy el partido orgánico tiene la misma cantidad de intendencias que la oposición. Por lo tanto el reclamo de mayor participación sería injustificado. Pero la fractura es más profunda.

El bloquismo está con Uñac, lo otro no se llama bloquismo. Ese es en definitiva el argumento de Rueda y los suyos. Tendrán que demostrarlo en las urnas.


JAQUE MATE