'Nosotros preferimos ser cabeza de ratón y no cola de león', dijo el subsecretario de Trabajo, Franco Marchese, en Banda Ancha. Hay que darle un poco de contexto a la frase para entender que no se refirió a la gestión pública sino a la división permanente del bloquismo. Bajo la perspectiva del funcionario orreguista, el partido quedó en manos de los que están dispuestos a seguir subordinados al justicialismo.

Ese es el estigma que carga el recientemente electo presidente de la fuerza, Luis Rueda. Su larga historia al lado de Sergio Uñac lo catapultó desde la Juventud Bloquista hasta la máxima conducción. La derrota de Unión por la Patria los dejó muy lastimados a todos, pero a Rueda le alcanzó el envión para validar la jefatura partidaria en la interna de marzo.

En frente suyo solo se anotó Juan Domingo Bravo, por enésima vez, prácticamente en soledad. Muchos otros prefirieron ver la contienda desde afuera. La competencia fue desigual y el saldo reflejó ese reparto: Rueda ganó con el 75 por ciento en los distritos donde hubo votación. Logró retener el sello. Será valioso cuando llegue la hora de las alianzas en 2025 y, sobre todo, en 2027.

Rueda logró retener el sello partidario. Será valioso cuando llegue la hora de las alianzas en 2025 y, sobre todo, en 2027.

Pero el escenario ya no es el mismo. Con Uñac fuera del poder, Rueda quedó también desplazado del poder. Y los disidentes, expulsados del partido por haber sido candidatos en listas alternativas, siguen referenciados y expectantes al cambio de ciclo. No planean regresar al Comité Central de calle Mitre, sino sentarse a mirar la salida de los correligionarios.

¿Por qué habría una hemorragia de afiliados? Por el desplazamiento del eje del poder. Si el bloquismo expulsado es el que hoy tiene lugares en el gobierno provincial, sería cuestión de tiempo para que empezara el éxodo. En verdad, el razonamiento no tiene nada de estrafalario. Donde hay contratos, hay contención para la enorme cantidad de militantes y dirigentes que quedaron en la calle.

Ese es un tema tabú, pero es transversal a todos los partidos políticos. Luego de 20 años de alianza de bloquistas con justicialistas giojistas y justicialistas uñaquistas, solo algunos correligionarios lograron encajar en la nueva estructura reducida. Tres diputados provinciales, incluido Rueda, más una vocalía en el Tribunal de Cuentas y otra en el IPEEM. Esta última, para el chimbero Andrés Chanampa.

La designación de Chanampa pudo ser hiriente para otros que siguen viendo repetirse los nombres. Algo de eso se reflejó en redes sociales. Facebook no es representativo de nada, desde el nacimiento mismo de los trolls. Pero el desgaste se percibe. Y se resume en un refrán popular: 'siempre los mismos'.

Chanampa ha sido uno de los puntales de Rueda. El ex secretario privado de Uñac no podía más que ser recíproco con el chimbero. Pero el círculo cerrado siempre acarrea costos.

La derrota de Sergio Massa el año pasado fue el punto de inflexión. Laura Adámoli plantó la renuncia a la vicepresidencia del partido, disconforme con la estrategia electoral y, fundamentalmente, con la falta de debate interno. ¿Era oportuno seguir atados a Unión por la Patria cuando era tan alto el clima de fin de ciclo?

El bloquismo se quedó sin diputado nacional después de 16 años de gestión ininterrumpida de Graciela Caselles. Como diría el presidente Javier Milei: ¡Afuera!. De todas maneras la dirigente hoy sigue inserta en la Legislatura Provincial, como funcionaria de la bancada bloquista. 

La alianza de Caselles con Rueda se plasmó también en el reparto de cargos partidarios. Graciela se consagró presidenta de la Convención Bloquista.

Gracias a la división interna, hoy hay bloquistas en el gobierno de Marcelo Orrego. Marchese en la Subsecretaría de Trabajo es uno de los casos más prominentes. También César Aguilar, Coordinador de Gabinete de Susana Laciar en la Municipalidad de Capital. 

Según Marchese, son muchos más los espacios que Orrego les cedió a los bloquistas disidentes. Muchos más en comparación con la participación que tuvieron durante los periodos de José Luis Gioja y de Sergio Uñac. Seguramente habrá una larga discusión con números en la mano de un lado y del otro.

Gane quien gane -Gioja, Uñac u Orrego- siempre hubo bloquistas en el medio.

Lo cierto es que, gane quien gane, siempre hubo bloquistas en el medio. Ese es el presente del partido de la estrella. Pasaron de la 'vocación frentista' a las alianzas por supervivencia

En 2023 algunos se ilusionaron con llevar candidato a gobernador propio. Para ello primero tenían que ofrecer 19 candidatos a intendente competitivos, uno en cada departamento. No solo no llegaron a conformar listas en los 19 municipios sino que, salvo las victorias alcanzadas en Zonda y en Iglesia, en el resto les fue mal. 

Fue la demostración más clara de que están lejos de aquel pasado glorioso, cuando el bloquismo arrasaba en las urnas o, cuanto menos, podía medirse de igual a igual con otras fuerzas políticas. Con el justicialismo, sin ir más lejos.

La otra demostración quedó impresa en la frase de Marchese: 'cabeza de ratón y no cola de león'. En ambas opciones, partes de otra cosa. Leones o ratones.


JAQUE MATE