Caminar por tus calles, es todo lo que quiero
Las flexibilidades previstas para la cuarentena a partir del próximo lunes pondrán a prueba al conjunto.
Es poco amigo el gobierno de Sergio Uñac de flexibilizar en exceso la cuarentena a partir del próximo lunes. Una cosa será la apertura del comercio para reactivar fuentes laborales e ingresos importantes, como involucra el comercio. Otra muy distinta sería recuperar el paisaje de familias enteras paseando mientras ven vidrieras. Eso no ocurrirá bajo ningún aspecto. Salvo, claro, que los controles también entren en una nueva etapa de relajamiento. No parece el caso.
Hay grandes expectativas con respecto a lo que sucederá este 11 de mayo, en una nueva etapa de la cuarentena que alcanzará los dos meses ininterrumpidos desde aquel 20 de marzo en que la vida de todos los argentinos cambió drásticamente. Fue una situación excepcional y transitoria, así fue presentada, aunque por el momento el plazo siga siendo indefinido. No hay una fecha cierta para recuperar las rutinas previas al coronavirus. El mundo entero, a decir verdad, tampoco tiene precisiones. Tan solo hay ensayos en los países que les tocó debutar antes con la peste. Y todavía ninguno se atrevió a levantar las barreras. Sería un acto temerario hacerlo, frente a la abundante información científica que recomienda avanzar a paso firme y siempre dispuestos a retroceder de manera preventiva, si fuera necesario.
Esa es la lógica que le da marco a los anuncios que harán en las próximas horas Alberto Fernández y, a posteriori, el gobernador Uñac. En esta ocasión, más que nunca, habrá matices bien marcados según la zona del país. El presidente focalizará su esfuerzo en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, no porque haya dejado de importarle el resto de las jurisdicciones, sino porque en esa área metropolitana se concentra la mitad de la población, más de la mitad de los contagios y, lejos, el mayor riesgo de una explosión de enfermos. Aún así, contra todos los temores, cuenta con el respaldo de los asesores infectólogos para habilitar ciertas actividades.
Hay un achatamiento de la curva, como se previó y trabajó en consecuencia. Pero también hay una situación económica terminal. No hay margen para seguir con la parálisis, aunque eso implique entrar en un periodo experimental que genera ansiedad y nerviosismo. ¿Y si sale mal? Es la pregunta que repica por estas horas, no solo en los ambientes gubernamentales, sino también en cada hogar argentino.
San Juan tendrá su propia realidad, en el marco de las reglas nacionales. Uñac no es afecto a liberar todo de un día para el otro, porque sabe que no tener circulación viral comunitaria es un estatus privilegiado, pero muy precario. Por lo tanto, hay que preservarlo con obsesión. Cuenta para ello con la comprensión de la sociedad. En esta etapa, más que nunca, será vital el nivel de compromiso que asuma cada sanjuanino.
El intendente de Rivadavia, Fabián Martín, se reunió esta semana con comerciantes del único shopping que tiene su municipio, uno de los más importantes de la provincia. Allí funcionan 67 locales y trabajan 350 personas de manera directa. Las ventas por delivery solo llegaron al 10 por ciento de lo habitual. Están muy complicados y sin margen de subsistencia.
Saben, no obstante, que la chance de trabajar está muy condicionada a diseñar una nueva normalidad. Con ingresos y egresos separados hacia y desde el edificio, para que la gente no se cruce de frente. Con la limitación de una persona cada 16 metros cuadrados y barbijo siempre presente. Y lo más importante: nadie podrá pasear mirando vidrieras, sino que deberá llegar al comercio, hacer su compra y salir en no más de 15 a 20 minutos.
Uñac prepara un esquema de atención en comercios por terminación de documento. Los propietarios tendrán que acomodar su funcionamiento también para garantizar que no haya aglomeraciones, aún a costa de resignar ingresos. Se terminaron las épocas de ventas masivas, al menos por un tiempo incierto. Pero también los clientes deberán modificar drásticamente sus hábitos. No habrá paseos frente a las vidrieras. No debería haberlos. No todavía.
La cuarentena no terminará, tan solo entrará en una nueva fase focalizada en evitar la transmisión viral, despertando progresivamente la economía. Como diría Ernesto Villavicencio, "caminar por tus calles, es todo lo que quiero". Seguirá siendo la añoranza hecha tonada.
JAQUE MATE