De aquella ruidosa frase escrita el 27 de octubre como al pasar, sobre los 'funcionarios que no funcionan', Cristina saltó a 'busquen otro laburo'. Fue el viernes pasado en La Plata, con el presidente Alberto Fernández a sus espaldas, testigo directo del momento en que su vice ponía en un aprieto al gabinete entero. Sin que ella identificara ninguna área en particular, todos cayeron bajo sospecha de inacción. El impacto de su frase estuvo dado por el calibre de la oradora, es verdad. Pero también por cierto clima de coincidencia. Los engranajes están algo oxidados en un gobierno que se dedicó a sobrellevar la pandemia. Fue un esfuerzo notable, no se puede negar. Pero no alcanzará en 2021.

La tropa kirchnerista la ovacionó en vivo y luego en diferido, hasta el cansancio en redes sociales, repitiendo una y otra y otra vez el segmento más encendido de su mensaje dirigido a los ministros y legisladores que 'no se animan' por miedo. El presidente le contestó a Cristina con un poco de delay, este lunes en Río Grande, Tierra del Fuego: 'Tengo gratitud con cada ministro, hay que tener coraje para hacerse cargo de la Argentina arrasada'. Fue un bálsamo apenas en medio del tembladeral. Igualmente la eficiencia de los funcionarios quedó bajo la lupa, desde el momento mismo en que la expresidenta los puso a rendir examen.

Desde los seguidores fidelísimos de CFK hasta sus detractores consuetudinarios, prestaron atención a la frase punzante. El poder de fuego dialéctico de la líder del Instituto Patria surtió efecto una vez más, aún cuando ella salga arañada del episodio. Guardar silencio nunca fue su estilo. Por eso los largos meses de mutismo solo podían terminar con un estrépito así. Imposible de ignorar.

Hay varios sanjuaninos que conocen bien a Cristina, desde mucho antes de su llegada a la Quinta de Olivos, cuando era una diputada patagónica casada con un gobernador de apellido difícil. Entre otros, sin duda está Tulio Del Bono, uno de los armadores originales del kirchnerismo en la provincia, junto a Pepe Camacho y Ruperto Godoy. El secretario de Ciencia tiene una mirada crítica acerca de la vicepresidenta. Pero en esta oportunidad le dio la razón.

'En este momento la política no es para los tibios, los miedosos, los timoratos, los indecisos o la gente que no tenga en claro lo que tiene que hacer', advirtió el funcionario hoy integrante del gabinete de Sergio Uñac. 'A mí no me molesta esa frase', apuntó el exrector de la Universidad Nacional de San Juan. Dijo que en los tiempos difíciles que atraviesa el país, en materia social y económica, habrá que tomar decisiones duras. Incluso medidas impopulares. El coraje será un elemento inseparable del temperamento del que gobierna.

En La Plata, Cristina citó a Sergio Massa, quien la antecedió en la palabra. Coincidió en que el 2021 vendrá con recuperación económica. Sin embargo, reclamó que ese crecimiento vaya de la mano con un criterio distributivo, para no quedar concentrado en pocas manos afortunadas. Fue ahí donde planteó la necesidad de hacerse cargo sin temores o buscar otro 'laburo'. 

Sin embargo, su argumentación partió del lawfare, como herramienta de presión judicial hacia los funcionarios para infundirles miedo. Al introducir nuevamente este concepto de la guerra judicial, abrió la puerta para interpretar que lo único que busca es una mano para acomodar su propia situación en los tribunales de Comodoro Py. Daría la impresión de que es una lectura simplista. Para ganar tiempo -algunos dirían impunidad- siempre el mejor camino fue bajar el perfil y acordar. Hay ejemplos sobrados. Tal vez el más evidente sea Carlos Menem.

Pero no. El planteo de Cristina es un tanto más sofisticado que un ataque lineal a la Justicia. Esa sería una reducción insuficiente para dimensionar la jugada. La vicepresidenta planteó la reforma integral del sistema de salud para unificar las tres patas: hospitales públicos, obras sociales sindicales y medicinas privadas. Es una madeja tan complicada como intocable, a la luz de cualquier antecedente.

Posiblemente Alberto tampoco esté tan satisfecho con la totalidad de su equipo de colaboradores. Si desplazó a María Eugenia Bielsa del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat y puso en ese lugar al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, fue porque entendió que faltaba dinamismo. Faltaba gestión. Entre dientes, lo reconoció también el martes pasado en Paren las Rotativas el ministro de Obras y Servicios Públicos de San Juan, Julio Ortiz Andino. Urge que esa cartera clave se saque la modorra.

Uñac tampoco tiene una mirada complaciente de sus propios funcionarios. El pasado sábado en Radio Sarmiento dijo que al cumplir los dos años del segundo mandato llegará la hora de revisar los desempeños uno por uno. Dijo también que se considera muy exigente y que siempre espera un poco más. ¿Está insatisfecho? No por ahora.

Los ministros son la reserva del proyecto. La titular de la cartera de Gobierno, Fabiola Aubone, es una de las mujeres que califica para integrar la lista de diputados nacionales el año próximo. En Banda Ancha esquivó contestar acerca de sus aspiraciones. Pero dejó una sugerente frase: 'Me preparo para estar a la altura de lo que necesiten los sanjuaninos y lo que necesite el gobernador de esta ministra de Gobierno'. A buen entendedor...

Paradójicamente, estar a la altura significa ni más ni menos que hacerse cargo. Dejar los temores a un lado. Hacerle frente a las decisiones más ingratas pero necesarias. Es básicamente, lo mismo que dijo Cristina. Pero aquí en San Juan.


JAQUE MATE